22 DICIEMBRE 2009
El virus de influenza A (H1N1) puede afectar no sólo a los humanos, también a varios animales, como aves silvestres, aves domésticas y cerdos, entre otros. Casos aislados de contagio de cerdo a humanos son reportados de vez en cuando, casi siempre en personas que por razones de trabajo mantienen un fuerte contacto con cerdos, pero sin evidencias de transmisión a otras personas de su entorno. Lo que ocurrió en Fort Dix en enero de 1976 fue algo diferente.
Fort Dix era un campamento de entrenamiento militar en New Yersey, Estados Unidos.
Los soldados eran reclutas jóvenes y sanos que recibían entrenamiento básico durante siete semanas. A su llegada eran agrupados en unidades de 50 miembros o pelotones y estos, en cuatro compañías de cuatro pelotones cada una. Para prevenir enfermedades respiratorias los reclutas eran aislados durante cuatro semanas. Los miembros de un pelotón mantenían estrecho contacto con otros miembros de su pelotón, menor contacto con otros pelotones en su compañía y aun menor contacto con otras compañías. A su llegada los reclutas recibían la vacuna contra influenza estacional (A H3N2 y B).
El entrenamiento se suspendía en los feriados de Navidad y Año Nuevo y se reasumía el 5 de enero con la llegada de nuevos reclutas.
El 5 de enero de 1976, en pleno invierno, junto con la llegada de nuevos reclutas comenzó un brote de enfermedad respiratoria febril, que fue identificada inicialmente como un adenovirus, luego se aislaron varios casos de influenza A (H3N2) estacional, tanto en Fort Dix como en la población de New Jersey. Hasta aquí todo estaba dentro de los ciclos habituales de los virus respiratorios invernales.
El 4 de febrero un soldado consulta por fatiga y muere 24 horas después por enfermedad respiratoria severa. La autopsia reveló edema severo, hemorragia e infiltrado mononuclear en los pulmones, consistente con neumonía viral. No se encontró enfermedad preexistente o infección bacteriana. Las muestras tomadas del soldado fallecido mostraron una hemaglutinina desconocida, distinta a la del A (H3N2), que fue finalmente identificada como influenza porcina A (H1N1) y bautizada como influenza A/New Jersey/76 (Hsw1 N1).
Se trataba entonces de un brote de influenza porcina con capacidad de pasar al hombre y transmitirse de persona a persona, que enfermó a 230 soldados, con 13 hospitalizados, 4 de ellos con signos radiológicos de neumonía y un muerto. Ninguno de los enfermos había tenido contacto con cerdos en los últimos seis meses.
La noticia inquietó a la comunidad científica. Desde la influenza Asiática, en 1957, el virus A (H1N1) había desaparecido, se había sumergido (ver Nota N°1). La llegada de este nuevo virus, similar al de la gripe española de 1918 produjo el temor de una nueva pandemia y de inmediato se ordenaron los preparativos para la vacunación de toda la población estadounidense.
Sin embargo, los estudios hechos en Fort Dix a mediados y fines de febrero no encontraron al nuevo virus ni tampoco se encontró fuera de Fort Dix, en la población de New Jersey.
Tal como llegó... ¡desapareció!
Hasta aquí los hechos. (Primera parte).
Luego, la controvertida vacunación y las interrogantes. (Segunda parte).