El cuadro que ilustra la portada de esta Revista Médica corresponde a Paracelso: Philippus Aureolus Teophrastus Bombastus von Hohenheim, nacido en Suiza en 1493 y muerto en Austria (Salzburgo) en 1541 a la edad de 48 años. El mismo escogió el nombre de Paracelso, que significa igual o mejor que Celso, médico romano del Siglo I.
Su padre fue médico. Paracelso estudió en Basilea y Viena, y al parecer no tuvo estudios formales, sino que habría peregrinado por esas universidades y por Ferrara antes de graduarse. Entre 1513 y 1516 viajó a estudiar en Italia, sobre todo en Ferrara, donde se matriculó en cursos de medicina, (bastante fuera de lo tradicional de Galeno y Aristóteles), con el humanista Nicholas Leoniceno (1428-1524) y John Manardo (1462-1536) y donde se graduó en medicina en 1516; pero de este hecho no hay registros escritos (por desgracia falta el registro del año académico), con excepción de su palabra.
Se trata de una de las figuras más contradictorias e interesantes de la historia de la medicina. Viajó por toda Europa adquiriendo experiencia y conocimientos, enfrentándose a las ideas tradicionales sobre la salud y enfermedad que prevalecían en aquellos tiempos. Además se dedicó a la alquimia y a la astrología. En 1536 publicó su Gran Libro de Cirugía, que le valió mucha fama. Hizo la primera descripción clínica de la sífilis y gracias a sus extensos conocimientos de química empírica, introdujo nuevos tratamientos basados en sustancias minerales como el plomo o el mercurio.
Paracelso reniega de la concepción hipocrática-galénica sobre la enfermedad, que la concebía como un desequilibrio en las cualidades humorales y postuló que los trastornos son afecciones locales, muchas veces causados por agentes externos. Con una mentalidad muy vanguardista, sostenía que cada enfermedad debía ser tratada con un medicamento elaborado para cada caso, incluyendo la diabetes. Vertió la orina de un diabético en un recipiente transparente y la hizo hervir a fuego lento. Gradualmente el líquido comenzó a transformarse en una especie de jarabe, que al evaporarse dejo un polvo blanco en el recipiente a los cuáles llamo sales secas. De acuerdo a su hipótesis estas sales se producían en la sangre y serían las responsables de la sed excesiva de los pacientes diabéticos. Aunque no llegó a precisar la detección de cristales de glucosa en la orina, tuvo el mérito de aproximarse a dicha constatación.
El cuadro de la portada corresponde a un óleo: Portrait of Paracelsus de Massys, Quentin (1446-1530) de la escuela neerlandesa temprana, que se encuentra en el Museo del Louvre, en París.
Notable ejemplo de un médico del Siglo XVI, que con sus investigaciones influyó en el futuro conocimiento de la diabetes, motivo y tema central de este número de la Revista Médica CLC.