Introducción
Cada vez somos más conscientes de que la pareja "saber" y "saber hacer" tiene aplicación en todos los ámbitos. Al docente, no sólo le hace falta tener conocimientos, sino saber transmitirlos. Al médico, no sólo conocer el mejor tratamiento, sino saber ofrecerlo y acompañarlo de información 1,2. ¡Parece que una buena comunicación deba estar presente en todos nuestros actos profesionales!
Como médicos, a menudo nos vemos en la necesidad de aportar información: a pacientes, a compañeros e incluso a los medios de comunicación. Al mismo tiempo, a menudo comprobamos que hay déficits a todos los niveles: los pacientes se quejan de no haber podido comprender la información dada, nos aburrimos al leer artículos o al escuchar a nuestros compañeros, subidos a la tarima de algún congreso, y si hemos tenido la oportunidad de ser entrevistados por un medio, hemos podido quejarnos por no ver fielmente reflejado lo que hemos querido decir.
Quizás es ése el error: pensar en lo que queremos decir, más que en lo que el otro quiere, necesita y está capacitado para escuchar.
Hecha esta introducción, me gustaría centrar mis reflexiones en las intervenciones públicas en las que a veces tenemos oportunidad de participar: congresos y jornadas, pero también sesiones clínicas en centros de salud y hospitales, así como entrevistas en medios de comunicación a gran público: prensa, radio y televisión, así como el vasto universo de internet (páginas, blogs, etc.).
Yo mismo he tenido que soportar algunas expresiones de confusión en los asistentes (cuando no son homeópatas) y algunos enfrentamientos con colegas que atacaban a la homeopatía y su credibilidad. Ahora, con perspectiva y experiencia 3-5, veo que eran ejemplos de mala comunicación. Afortunadamente, he tenido oportunidad de asistir a cursos 6 y de reflexionar profundamente acerca de este problema, y me gustaría compartir las lecciones aprendidas.
En realidad, la primera lección la aprendí de mi madre hace unos 15 años, cuando yo aún estudiaba medicina y ella, que ya era médico, aprendía homeopatía. En aquel momento mi reacción fue, desde la ignorancia, atacar la homeopatía (y a mi madre). Ella me aconsejó: "Cariño, tú estás estudiando medicina pero recuerda que yo ya he estudiado medicina... y más. Confía en mí como médico, prueba la homeopatía que yo te aconseje la próxima vez que estés enfermo, y sólo después emite tus juicios". Y aquí me veis, prueba de que fue una comunicación exitosa.
Tiempo después, fui yo el atacado por estudiar y ejercer la homeopatía, y la defendí con vehemencia y no siempre con éxito. Todavía tardé un tiempo más en comprender que la respuesta conciliadora, serena y tranquila, desde la comprensión de la complicada situación del otro (por falta de datos, por inercia y por otras influencias), es más apropiada.
Hoy en día, las oportunidades para comunicar se han multiplicado, ya que la homeopatía está presente en centros de salud (e incluso en hospitales) 7,8 que demandan formación (previamente demandan información) y en congresos convencionales 9. Paralelamente, cada vez más a menudo vemos publicados en medios, tanto científicos como generales, artículos sobre la homeopatía en aproximaciones tanto favorables como opositoras 10,11. ¿Qué es lo que ha cambiado últimamente? Probablemente, que la progresiva integración de los medicamentos homeopáticos y de la homeopatía supone un cambio importante, y que como tal genera fuertes resistencias (tabla 1).
Vivimos, por tanto, un momento intenso en el que tenemos la posibilidad de intervenir para ayudar a que los cambios se produzcan más rápidamente. Para ello necesitamos dotarnos de los conocimientos que nos permiten hablar a favor de la homeopatía en el ámbito clínico, académico, investigador, social, etc.; pero también del "saber hacer" que nos permita llegar hasta nuestros interlocutores con eficacia.
En este sentido, debemos hacernos siempre varias preguntas:
— ¿Cuál es el objetivo concreto de esta comunicación?
— ¿Quién es mi interlocutor? ¿Cuáles son su motivación e intereses?
— ¿Cuál es la preparación de la audiencia o del lector, tanto científica como específicamente homeopática? ¿En qué lenguaje debo hablarles?
— ¿En qué contexto se va a producir la comunicación (medio científico o popular)? ¿Cuál es la postura del interlocutor y de la audiencia (a favor, en contra o indiferente)? ¿Cómo puede mi actitud ayudarme a superar la situación?
Objetivo
A pesar de lo mucho que nos gusta explicar la homeopatía, por la cual nos sentimos apasionados, normalmente el objetivo principal no es que nuestros interlocutores se aprovisionen de conocimientos sobre homeopatía, sino que le concedan crédito y apoyo.
Puede haber objetivos más específicos en función de los intereses particulares del interlocutor (investigación, efectos secundarios, situación legal, etc.), pero siempre debemos responder desde la necesidad latente en la pregunta y, dirigiéndonos hacia nuestro objetivo de obtener crédito y apoyo, en clave positiva ("existe investigación y necesitamos tu apoyo para que haya más", "muchas mujeres embarazadas usan medicamentos homeopáticos para el parto y tú también podrías apoyarte en ellos para tus pacientes embarazadas", "la clase política cada vez es más consciente de la necesidad de regular el ejercicio de la homeopatía y la OMC ya ha declarado que la homeopatía es acto médico", etc.).
Interlocutor
Salvo si es homeópata como nosotros, hay una información que está dispuesto a escuchar y otra que no, y debemos ser hábiles a la hora de detectarlo. ¿Es médico?, no quiere ejemplos de animales. ¿Es ginecólogo?, no quiere ejemplos de pediatría. ¿Es ama de casa?, no quiere aprender medicina, sólo saber si merece la pena o no acudir a un homeópata. ¿Es periodista?, necesita titulares, cifras y que no hables a su nivel sino al de su público (lectores, audiencia), por lo que hace falta interesarse por quiénes son ellos.
Por otro lado, una forma de constatar que el mensaje ha llegado a su destino es que el interlocutor sea capaz de repetirlo e incluso reformularlo; para eso, es conveniente que el mensaje sea positivo y sencillo. Una buena forma de hacernos conscientes de ello es leer nuestro texto a un familiar o amigo y pedirle que lo repita: la experiencia merece la pena.
Lenguaje
Si descartamos un curso específico al que me inscribo porque tengo un interés o una necesidad particular, hay demasiada información a nuestro alrededor como para prestar atención a la que conlleva un trabajo de traducción o de reflexión profunda para poder entenderla.
Necesitamos que se nos hable en nuestro lenguaje, porque hay tanta información que descartaremos la que no podamos incorporar de forma fluida.
Sin embargo, no se deja de escuchar y de leer, incluso fuera de los medios homeopáticos, palabras como "dinamización" o "tipo sensible". Si unas veces esas palabras resultan incomprensibles, otras veces además serán interpretadas de forma errónea. ¿En qué piensa un lector no especialista cuando lee "remedio"?, probablemente interpreta la palabra desde su contexto (brebaje tradicional preparado por las abuelas) y no desde el nuestro (medicamento homeopático).
En este sentido, convendría evitar las palabras misteriosas (algunos dirán esotéricas en su sentido de "significado oculto") que nos restan credibilidad cuando se oyen desde fuera de nuestro círculo: infinitesimalidad, similitud, potenciación, dinamización, cepa, remedio, terreno, tipo sensible, agravación, hormesis, proving, repertorio, etc. Salvo que tengamos el tiempo y la oportunidad de poder explicarlo y asegurarnos de que se ha entendido, corremos el riesgo de que nos alejen de nuestros compañeros no-homeópatas (¡ellos no saben lo que quiere decir "alópata"!) y dificulten la comunicación.
Por supuesto, sustituir nuestras palabras y expresiones por otras más "aceptables" conlleva renuncias y pérdidas de significado, pero al menos el mensaje llegará a su destino (un mensaje parecido al que deseamos transmitir) y estaremos más cerca de cumplir nuestro objetivo para ese acto de comunicación.
Nos hemos ido encontrando con muchas expresiones que sustituyen de forma adecuada a las que usamos habitualmente, y he recogido algunas de ellas en la tabla 2. Por supuesto, son sólo algunos ejemplos de cambios que podríamos incorporar, al menos en las situaciones en las que juzguemos que será difícil emplear los términos habituales sin perder capacidad de comunicación.
Actitud
Facilitar la aceptación se consigue mejor mediante impactos positivos, que se pueden transmitir sólo desde una actitud positiva. La actitud de lucha, en cambio, fortalece la reactividad de las respuestas resistentes (tabla 1) dándoles oportunidades de manifestación, fuerza y relevancia 12. Desde este punto de vista, tiene sentido adoptar una actitud menos beligerante, menos defensiva, y cambiarla por una actitud entusiasta, positiva y conciliadora.
En este sentido, algunas pistas para el manejo de situaciones de conflicto a través de la gestión de nuestra actitud, serían las siguientes:
— Ser consciente de que no todo el mundo es permeable al cambio, y que no es rentable derrochar energía inútilmente.
— Evitar las discusiones acerca de lo que no tenemos evidencias o formación (p. ej., algunos temas de investigación), aceptando nuestras limitaciones y sin criticar el sistema establecido.
— Entender las dificultades del otro para asimilar el cambio, y que en general los gestos o palabras de incredulidad no son un ataque, sino tan sólo una manifestación de la resistencia al cambio y una petición de comprensión, empatía y paciencia.
— Con serenidad, contar lo que sí sabemos de la homeopatía, sólo con la profundidad y de la forma que el otro sea capaz de integrar.
— Con seguridad, hablar de nuestra experiencia clínica, del beneficio para el paciente y de la satisfacción para el médico que la aplica.
— Transmitir el interés de incorporar la homeopatía en "escalones" (primero algunos medicamentos, luego empezar a modalizar síntomas, finalmente aprender el método terapéutico) para que se perciba como algo fluido y accesible; poner el énfasis en lo fácil que es empezar a integrarla en su práctica, para luego crecer cada uno a su ritmo y conforme a sus necesidades.
En este punto es necesario aclarar que convertirse en un gran homeópata es un proceso largo que requiere mucha dedicación; no obstante, somos muchos los que hemos integrado tanto los medicamentos convencionales como los homeopáticos poco a poco, haciéndolo progresivamente mejor, en un proceso que no tiene fin, pero que es útil para el paciente desde el primer momento. ¡Hablar de dificultad interpone una gran barrera de comunicación!
Aparte de estas reflexiones, y para ser más operativo, es conveniente leer la siguiente lista de consejos antes de cada intervención que realicemos. Es una lista que hemos confeccionado partiendo de algunos trucos aprendidos en los cursos recibidos, y que puede resultar útil a otros compañeros:
1. Situarse en una posición física estable y abierta, y en una actitud psicológica serena y positiva: deseamos compartir las maravillas de la homeopatía con la audiencia (¡ojo!, la audiencia es más importante que el oponente o el periodista), sus dudas sólo reflejan o bien resistencia al cambio o bien su falta de conocimientos, y ambas son oportunidades para permitirnos comunicar.
2. El objetivo es comunicar: saber qué deseamos transmitir (en frases claras y breves) y estar alerta para cuando surja la oportunidad de decirlo. No hay que desaprovechar las oportunidades para transmitir lo que queremos decir, y hay que transmitirlo de forma entendible y asumible por la audiencia.
3.Las preguntas más abiertas son oportunidades para transmitir nuestro mensaje.
— Ejemplo 1 (sesión en centro de salud): "¿Cómo de rápida es la acción de la homeopatía?" → "Muy rápida, tanto en patologías agudas que puede ser cuestión de minutos u horas, como en enfermedades crónicas o recidivantes que curan en semanas o meses".
La respuesta —sin fisuras— es siempre rápida, y aprovechamos para recordar que no sólo trata enfermos crónicos ya que es una creencia popular muy extendida.
— Ejemplo 2 (entrevista en la televisión): "¿La homeopatía ha demostrado su eficacia?" → "Por supuesto que sí, mi experiencia y la de 100.000 médicos en el mundo acredita..." o "Claro que sí, muchísimos pacientes con alergias, asma, migrañas y otros muchos problemas se tratan cada día en nuestras consultas y refieren mejorías notables".
4.Las objeciones se diluyen cuando preguntamos para hacerlas concretas. Incluso si no podemos rebatirlas, éstas se referirán a un área más pequeña y quedarán minimizadas.
— Ejemplo 1 (periodista en la radio): "La homeopatía es algo más lenta, se tarda un poco en notar la mejoría, ¿no es verdad?" → "¿Se refiere a las enfermedades crónicas o a los problemas agudos o urgentes?". Cualquiera que sea la respuesta diremos que es rápida, y aprovecharemos para emitir mensajes en línea con nuestro objetivo: crónicas → "En las enfermedades crónicas, que lo son porque no se han podido curar con los medicamentos convencionales, la homeopatía a menudo es tan rápida que los pacientes mejoran en cuestión de meses", o agudas → "Los pacientes con problemas urgentes, como migrañas o amigdalitis, necesitan resolverlos rápidamente y acuden a la consulta porque podemos hacerlo y además con medicamentos muy seguros y muy bien tolerados".
— Ejemplo 2 (compañero médico en un pasillo): "¿La homeopatía no es muy difícil?" → "¿Te refieres a difícil de aprender o difícil de practicar?".
Entonces podemos argumentar sobre la auténtica preocupación del médico y responder buscando nuestro objetivo (promocionar la formación y/o la integración): aprender → "De hecho, hay muchas universidades que la enseñan, en cursos de duración variable", o practicar → "De hecho, son muchos los médicos que utilizan algunos medicamentos homeopáticos en sus consultas".
5. Es positivo buscar el acuerdo parcial o total de nuestras respuestas, bien en el interlocutor o en la audiencia: ¡un acuerdo es un paso adelante! Para ello, es útil incluir sentencias que no sean rebatibles, o que contengan datos objetivos, históricos, numéricos o científicos.
— Ejemplo 1 (congreso convencional, objeción sobre la falta de rigor científico): "Si una revista de alto impacto publica un artículo revisado por pares y comentado positivamente en un editorial usted confiaría en él, ¿verdad?". Tras el acuerdo, lo que digamos tendrá más probabilidades de ser aceptado: "De hecho, el Lancet en 1997 publicó...".
— Ejemplo 2 (sesión clínica en un hospital): "Cuando se queja de que la homeopatía no se enseña en la facultad, entiendo que a usted una formación de tipo universitario le ofrecería garantías de rigor científico, ¿verdad?". Tras el acuerdo, podemos seguir... "Me alegro de que lo haya comentado, porque mucha gente desconoce que la homeopatía forma parte del posgrado universitario y la formación médica continuada en colegios de médicos y farmacéuticos".
Como para muestra un botón, he aquí un ejemplo de una pregunta típicamente complicada en los medios de comunicación, para la que ofrecemos no una respuesta, sino un abordaje, que nos acerca a nuestro objetivo de promocionar la idea de una homeopatía científica y eficaz.
El interlocutor pregunta "¿Cómo funciona la homeopatía?", y a menudo asumimos —porque es nuestro complejo— que se refiere al mecanismo de acción, que nos suele llevar a respuestas parciales, negativas o difíciles de entender por la audiencia.
Quizás lo que él quiere saber, o lo que nosotros podemos elegir entender, es: "¿Qué tal funciona?", o bien: "¿Cómo funciona la consulta?". De esta manera, podemos dar respuestas directas como estos ejemplos:
— Si elegimos asumir la primera opción: "Muy bien, es muy segura y muy eficaz".
— Si tenemos más tiempo podemos asumir la segunda opción para intentar transmitir rigor con algo como: "Tras interrogar al paciente y examinarle, en función del diagnóstico y los síntomas se le prescribe un medicamento que se ajusta a su enfermedad y a su forma de manifestarla. Luego, se hace un seguimiento de la evolución de los síntomas por si hubiera que hacer modificaciones o ajustes en el tratamiento. La idea es ir distanciando las tomas y, por tanto, disminuyendo la medicación, hasta la curación o estabilidad".
Si nos pregunta directamente por el mecanismo de acción (usando estas palabras), entonces nos enfrentamos a la duda que más nos preocupa, a aquella para la cual no tenemos la respuesta que nos gustaría dar y que sea fácil de entender e integrar... Pero que también encierra oportunidades de positivar: "¿Cómo funcionan los medicamentos convencionales?". No hay respuesta, hay que ver el mecanismo de cada medicamento, y además revisarlo y actualizarlo porque no lo sabemos todo de todos los medicamentos que usamos los médicos (p. ej., el paracetamol 13). Para los homeopáticos, cada vez se conoce más y de más medicamentos (como el gelsemium 14,15, las altas diluciones de aspirina 16,17 o de histamina 18,19), porque a la luz de la gran eficacia y de la creciente popularidad de la homeopatía hay más universidades e instituciones interesadas en investigar sobre ella (como la Universidad de Murcia o el Hospital 12 de Octubre en España 20, o el M.D. Anderson Cancer Center en el extranjero 21,22).
Para terminar, y como conclusión, sólo me resta resumir en cuatro palabras la lección que ya mi madre me enseñó con su actitud: paciencia, humildad, normalidad y seguridad.
¡Pero también un poco de entrenamiento en técnicas que se pueden aprender!
Correo electrónico:diazgual@yahoo.es
Recibido el 30 de abril de 2010;
aceptado el 11 de junio de 2010