Ha fallecido en La Coruña, a los cincuenta y un años de edad, el doctor Carlos Sogo Manzano, miembro numerario de la Sociedad Española de Senología y Patología Mamaria.
Carlos Sogo estudió en la Universidad de Salamanca (1968-1974), su ciudad natal, y se doctoró en Cirugía en la Universidad de La Coruña (1997). Era Jefe Clínico de Cirugía General y del Aparato Digestivo en el Hospital Juan Canalejo de La Coruña. En su Hospital fue tutor de residentes (1985-1993), miembro de la Comisión de Docencia (1985-1993) y Miembro de la Junta Técnico Asistencial (1988-1995). Puso de manifiesto su capacidad docente con su participación como profesor en más de veinte cursos: de formación médica continuada, de doctorado y de especialización en Mastología, entre otros. Dirigió, además, seis Tesis Doctorales, algunas todavía en curso en el momento de su fallecimiento. Su actividad investigadora le permitió participar como ponente y moderador en más de cuarenta mesas redondas de congresos nacionales e internacionales.
Carlos Sogo se especializó en Mastología cursando estudios de Diplomatura en la Universidad Autónoma de Madrid. Fue, además, miembro fundador de la Fundación de Estudios Mastológicos (FEMA). Entre sus actividades destacó siempre la preocupación por la faceta preventiva del cáncer de mama en su Galicia de adopción. Fue miembro del Comité Asesor de Expertos para "El seguimiento del Programa Gallego de Detección Precoz del Cáncer de Mama", miembro de la Junta Directiva de la Asociación Contra el Cáncer de La Coruña y presidente del Comité Organizador de la Primera Reunión Internacional sobre Diagnóstico Precoz y Tratamiento del Cáncer de Mama en La Coruña.
Este brillante currículum no debe ocultar lo más importante: Carlos Sogo fue, ante todo y sobre todo, una persona excepcional. De corazón grande, ancho como la tierra castellana que le vio nacer, aunaba además la sensibilidad y la ternura propias de un gallego de adopción. Alegre, entrañable hasta la medula, amigo de sus amigos. Supo hacer cierto el dicho que asegura que los grandes hombres tienen siempre detrás grandes mujeres. Hoy, desde la tristeza de su pérdida irreparable, cabe aplicarle a él lo que Machado apuntó a la muerte de don Francisco Giner de los Ríos:
¿Murió?... Sólo sabemos
que se nos fue por una senda clara
diciéndonos: Hacedme un duelo de labores y esperanzas.
Se buenos y no más, sed lo que he sido
entre vosotros: alma.