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Seminarios de la Fundación Española de Reumatología
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Inicio Seminarios de la Fundación Española de Reumatología In memóriam. Manuel Figueroa Pedrosa (1940-2007)
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Vol. 8. Núm. 2.
Páginas 116-117 (abril 2007)
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In memóriam. Manuel Figueroa Pedrosa (1940-2007)
In memoriam. Manuel Figueroa Pedrosa (1940-2007)
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Vicente Rodríguez-Valverdea, Luis Carreño Pérezb
a Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Santander. Cantabria. España.
b Hospital Universitario Gregorio Marañón. Madrid. España.
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El día 9 de febrero falleció a los 67 años, en Chihuahua, México, Manuel Figueroa Pedrosa. Los amigos y compañeros que fuimos testigos de su muerte súbita, nunca olvidaremos esos momentos y los días que le siguieron. Tampoco olvidaremos la ayuda y el afecto que nos prestaron los colegas mexicanos amigos, Junta Directiva del Colegio Mexicano de Reumatología, así como el apoyo y la total disponibilidad del Presidente y la Junta Directiva de la SER.

En esta nota pretendemos hacer una breve semblanza de la vida de un hombre de bien, buen médico e inolvidable amigo. Manuel nació en 1940 en Escairon, Lugo, en una familia de clase media. Su padre, un profesor de talante liberal, al que a menudo mencionaba en nuestras conversaciones, le dejó una profunda huella. Tras licenciarse en la Facultad de Medicina de Santiago de Compostela en 1963, se trasladó en 1964 a Venezuela, donde hasta 1969 trabajó como médico rural en varios poblados del Llano y los Andes venezolanos. Esta etapa siempre tuvo un significado muy especial para Manuel. Recordaba con especial cariño su estancia durante dos años y medio en Canaguá, un poblado en la selva de los Andes, donde, como a menudo comentaba, tuvo sus experiencias más profundas como médico, pues en ocasiones de especial gravedad sentía la responsabilidad y la angustia de que la vida del enfermo dependía exclusivamente de su actuación. Sin duda, esta vivencia de una relación tan humana y profunda médico-enfermo, en condiciones muy precarias y de la que la mayoría de los médicos españoles carecemos, le dejó una impronta que contribuyó decisivamente a hacer de Manuel el buen médico, en el sentido más noble del término, que todos conocimos. Desde 1969 a 1971 se especializó en medicina interna en el Hospital Ruiz y Páez, de Ciudad Bolívar. En 1971 se trasladó a París, donde durante casi cuatro años se especializó en el Centre de Rhumatology Viggo Petersen del Hôpital Lariboisière, bajo la dirección del Prof. Stanislas de Seze. Su formación fue exhaustiva, pues no sólo tuvo el privilegio de trabajar en clínica con personalidades tan destacadas como los Prof. de Seze, Lequesne y Kahn entre otros, sino que además realizó estancias específicas en áreas complementarias de la especialidad como los laboratorios de inmunología, de metabolismo óseo, de investigación celular e histometría ósea, en anatomía patológica y en la unidad de artroscopias. Tras la presentación de su tesis, obtuvo el título de Médico Asistente Extranjero de los Hospitales de París, Faculté de Medicine Lariboisière-Saint Louis. Por ello, al menos entre los reumatólogos españoles de su generación, su formación posgraduada durante diez años, en ambientes profesionales y humanos tan ricos y variados, fue sin duda de las más completas.

En 1974 de vuelta en Ciudad Bolívar, trabajó de nuevo, entonces como reumatólogo, en el Hospital Ruiz y Páez hasta 1977. Ese año regresó a España e inició su actividad en San Sebastián, donde desarrolló el resto de su carrera profesional, inicialmente como jefe de la Sección de Reumatología de la entonces Residencia Nuestra Señora de Aránzazu y posteriormente como jefe del Servicio de Reumatología del actual Hospital Donostia. En San Sebastián, a pesar de contar siempre con unos medios humanos comparativamente modestos, con su trabajo y dedicación logró pronto ser un referente de la reumatología española, formando y consolidando un servicio prestigioso por su excelencia clínica, sin descuidar en la medida de sus limitadas posibilidades la actividad investigadora.

Aparte de su labor estrictamente profesional, Manuel fue una persona preocupada por las instituciones y convencido de la necesidad de participar en ellas para impulsar el desarrollo social. Por ello se presentó y fue elegido Presidente de la SER. Aunque su presidencia es reciente y por ello conocida por la mayoría, nos permitiremos recordar algunos aspectos de su mandato. Consolidó las bases económicas de la SER, cuyos fundamentos habían establecido los dos presidentes que le precedieron, Pedro Barceló Jr. y Eliseo Pascual. Esta consolidación económica le permitió plantear la adquisición de la primera sede social de la SER, en la calle Recoletos. Disponer de una sede propia, con un equipo humano dedicado y estable, sin duda ha significado un cambio cualitativo y un elemento crítico que ha contribuido de forma decisiva al ulterior desarrollo y el espléndido estado actual de la SER. Asimismo, durante su mandato se establecieron las bases jurídicas de la Fundación Española de Reumatología, que se ha revelado como un instrumento fundamental para la planificación y el desarrollo de iniciativas muy importantes para la reumatología española, conocidas por todos.

Si tuviéramos que destacar una cualidad en Manuel, sus amigos y en general todos los que tuvieron la fortuna de tratarlo probablemente coincidiríamos en su cordialidad y su carácter dialogante. Siempre recordaremos su conversación amena, de hablar pausado y tono conciliador. Sus amigos sabemos que su carácter dialogante y su aversión a los enfrentamientos estériles influyeron de forma decisiva en un aspecto aparentemente menor de la reforma de los estatutos de la SER, propuesta y aceptada bajo su mandato, pero que creemos ha tenido una gran repercusión en el desarrollo de la SER durante estos últimos años. En esta reforma se modificó la mecánica de elección del presidente, que hasta entonces se hacía durante la Asamblea General de la SER. La coincidencia durante la asamblea de los aspectos puramente societarios con la elección de presidente por votación entre los asistentes había dado lugar en más de una ocasión a enfrentamientos y divisiones muy incómodas, incomprensibles para la mayoría de los socios. Al establecerse en esta reforma la elección del presidente en un acto independiente, con la votación abierta durante toda una mañana, no solo se facilitó y aumentó la participación de los socios, lo que hace más representativo al presidente electo, sino que se consiguió también evitar una ocasión de enfrentamiento estéril. Si sus otras aportaciones como presidente de la SER fuesen insuficientes, esta última por sí sola habría justificado su mandato.

Figura 2> Dr. Manuel Figueroa Pedrosa, 1940-2007.

Para concluir este bosquejo profesional, mencionaremos que Manuel también ejerció la docencia pregraduada en reumatología como profesor asociado de la Facultad de Medicina de la Universidad del País Vasco, fue vocal de la Comisión Nacional de la especialidad y desde 1999 a 2003 fue el primer editor de los seminarios de la Fundación Española de Reumatología, publicación concebida y fundada por otro amigo inolvidable y excepcional presidente de la SER, Armando Laffon, cuya pérdida, aún más reciente que la de Manuel, también sentimos profundamente.

La muerte sorprendió a Manuel relativamente joven, cuando estaba viviendo una época de plenitud e ilusión, gracias a la serenidad y la felicidad que había encontrado en su compañera de los últimos años, Michelle, y al apoyo de sus cuatro hijas. Estamos seguros de que todas ellas, dentro del dolor por su pérdida, se sentirán reconfortadas por su ejemplo de una vida dedicada al trabajo y a los suyos, así como por los recuerdos entrañables, que sin duda comparten, de un buen padre y un buen compañero.

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