En cinco partes, el presente libro, proyecto editorial de Sylvia Marcos, nos presenta una compleja temática de estudio: las mujeres. Éstas son abordadas desde diferentes contextos culturales, sociales y económicos, en donde la religión es el eje rector que articula el análisis. En este sentido, el libro posee una rica información que nos invita a reflexionar sobre la amplia gama de acción que involucra la participación femenina hoy en día, en los albores del siglo xxi.
De esta manera, las religiones indígenas, producto de larga duración y de reelaboración simbólica en las distintas comunidades y pueblos del mundo, han tenido sus propias transformaciones, las cuales se producen a través de una metamorfosis interior, es decir, a través de sus propios procesos. Es por eso que, antes de comentar las partes que componen el presente volumen, quisiera detenerme un momento en señalar por qué es importante partir de una categoría global de religión, como se hace en este proyecto.
Con esta perspectiva, la religión se refiere a todo fenómeno religioso, así como a la organización ceremonial; abarca instituciones, actuaciones y creencias, no sólo ideas (Broda 2001: 17). De esta forma, la religión es entendida como un hecho social, “es ante todo, un sistema de acción, es vida social” (Broda 2001: 70), y por ende, los ritos constituyen una parte fundamental por investigar.
El ritual, al formar parte de la religión, implica una participación social activa, ya que incide en los actores sociales y los motiva a involucrarse en las actuaciones comunitarias. Mediante el ritual se plasma en la vivencia social una cosmovisión expresada por las concepciones abstractas y simbólicas de los sujetos sociales. Asimismo, para entender el ritual, es necesario integrar en el análisis otros factores como la organización socioeconómica y los cambios que se han vivido en las comunidades a través del tiempo, igualmente los aspectos de la cultura expresados a través de los valores locales (Good 2001: 239-297).
El ritual es el medio por el cual se materializa el pensamiento mágico religioso. Según Johanna Broda, metodológicamente los ritos “constituyen un aspecto sobresaliente que se presta para ser investigado mediante el trabajo de campo. Los ritos pueden ser observados por el investigador, y constituyen una realidad visible que ofrece la posibilidad de ser documentada empíricamente” (Broda 2007: 70). Es por esto que la etnografía es fundamental para interpretar estos ritos. Sin duda, esta última es una herramienta que implica no sólo la reconstrucción de las expresiones del culto, las celebraciones y festividades, sino también las relaciones entre los participantes y los demás ámbitos de la vida social. Hacer un registro de los acontecimientos es crear la base que sustenta la interpretación antropológica y parte de la riqueza de este libro es que se nutre de un trabajo etnográfico.
De esta forma, teniendo presente el hilo conductor de la religión, el rito y la etnografía para acercarse al análisis de las pautas culturales, nos disponemos a describir las partes que componen este libro.
La primera parte está dedicada a Mujer, familia y medio ambiente, en donde los capítulos de Diane Bell, “Las historias de las mujeres ngarrindjeri: Kungun y Yunnan”, y de Frederique Appffel-Marglin, “Ritualidad femenina y el espíritu del agua en el Perú”, se centran en tomar en cuenta la naturaleza desde un punto de vista simbólico más allá de utilitario y funcional. Se habla de una relación fundamental de las comunidades con el paisaje natural. Esta vinculación responde a necesidades elementales, producto de una tradición ancestral. Vale la pena retomar la propuesta de Johanna Broda (1996: 40-49), acerca del paisaje ritual, en donde éste es un espacio, entorno o propiamente dicho un paisaje natural transformado por el hombre a través de la historia. El darle la connotación de paisaje ritual implica que es el lugar donde se llevan a cabo ciertos ritos, permeados por el conocimiento y uso de la naturaleza. En este sentido, la primera parte del presente libro aborda la apropiación de la naturaleza reflejada en rituales, en donde las comunidades plasman su cosmovisión, construida a partir del paisaje y del entorno real, cuyos saberes por parte de sus especialistas son el resultado de procesos ancestrales de conocimiento. Las actividades que se realizan dan sentido a su forma de relacionarse con su entorno natural y sagrado.
La segunda parte se centra en la Socioeconomía, política y autoridad, a cargo de Sylvia Marcos y Ana María Salazar.
El capítulo de la primera autora, “Espiritualidad indígena, género y la política de la justicia: voces de la Primera Cumbre de Mujeres indígenas de las Américas”, se basa en los documentos esenciales y las propuestas y declaraciones surgidas de esta importante reunión que se llevó a cabo en diciembre de 2002. Ahí, más de 350 delegadas de 22 países debatieron propuestas políticas así como un Plan de Acción, y formularon recomendaciones a diversos sectores de la sociedad. Sylvia Marcos se adjudicó la tarea fundamental de “sistematizar los principios que han comenzado a surgir a partir de una cosmovisión distintiva, referida a una espiritualidad indígena que se inspira en tradiciones ancestrales hoy recreadas como la lucha de las mujeres por la justicia social”. Se destaca la noción de “mujer indígena” como un actor social creado a partir de la propia perspectiva de las mujeres indígenas que toma en cuenta sus propias prácticas políticas y espirituales.
El capítulo 4, “Autoridad y ritual en las cuevas de Tepoztlán, México: las mujeres sacerdotisas de la religión popular”, corresponde a Ana María Salazar. Si bien es cierto que las mujeres desde tiempos inmemoriales fueron generalmente relegadas a tareas domésticas, de parto y labores de campo, en varios lugares po-seen el don que caracteriza a los que trabajan con los cerros, las cuevas, los aires, la lluvia, los espíritus y el tiempo, cuyas actividades en la mayoría de los pueblos, generalmente, se encuentra en manos masculinas. Es por eso que el presente capítulo pone un énfasis especial en analizar el papel de las mujeres como especialistas rituales, ya que comúnmente los hombres son los que organizan los ritos y las ofrendas específicas de cada ocasión. Se presenta el caso concreto de doña Jovita, la mujer con más experiencia y conocimientos de San Andrés de la Cal, Morelos, sin la cual no es entendible el ritual de petición de lluvias y ofrendas a los aires hoy en día en su comunidad; ella ha sabido mantener una tradición ancestral con sus propias dinámicas de cambio, frente a la inconformidad de algunos ojos masculinos.
La tercera parte del libro está dedicada a Cuerpo, mente, espíritu. Este interesante apartado se compone de tres estudios:
Laurell Kendall y Thi Hien Nguyen nos presentan su trabajo “Vestir a los espíritus: disfraces, travestismo y encarnaciones en Corea y Vietnam”. El eje principal de este capítulo radica en las concepciones de “masculinidad” y “feminidad” a partir de una mirada diferente. En este sentido, las autoras remiten a una vestimenta espiritual que “sugiere espejos deformantes en las formas múltiples y a veces contradictorias de hacer y ser en ambas sociedades”. La vestimenta o el traje es visto como una ofrenda, un elemento religioso complejo porque hace alusión a la presencia del espíritu, y como tal, su presencia en el mundo cotidiano a veces se manifiesta en la identificación con un género determinado. Esto, sin embargo, no es una limitante para vestirse y desvestirse en los rituales, que va, más allá de las prendas, hasta el significado particular de lo que representa para dichas sociedades.
Otro estudio, correspondiente al capítulo seis, es el de Darilyn Syiem: “Mu-jeres y medicamentos sagrados entres los khasi en las tierras altas del noreste de la India”. Con base en un exhaustivo trabajo de campo, la autora detalla las prácticas curativas de uso tradicional ancestral en una comunidad particular, los khasi, quienes tienen un conocimiento amplio y práctico del medio ambiente, así como una necesidad de conservación. Entre los medicamentos sagrados se encuentran el agua, los huevos, el sacrificio de gallos y el arroz. Un puñado de este cereal, el cual ha sido previamente santificado, se le da al paciente para que lo coloque debajo de su almohada hasta que desaparezca su malestar. La autora puntualiza que con el cristianismo, algunas creencias van desapareciendo, sin embargo, aún existe en las prácticas ancestrales una fe para remediar los males. En este sentido, el papel de las mujeres en este tipo de actividades resulta fundamental puesto que son las portadoras de tales conocimientos que se ven afectados por los cambios sociales y religiosos.
El trabajo “Las imágenes del nacimiento entre las parteras dais de la India”, de la autoría de Janet Chawla, aborda la concepción del cuerpo. Dais, refiere a aquellas personas que prestan sus servicios como parteras con conocimientos indígenas. Se trata de un trabajo dentro del sector informal que sigue ocupando el extremo inferior de la jerarquía de castas en la India. El significado de dicha palabra se relaciona con la “tierra” y el sentido fundamental, es “apoyar” o “soportar”. La autora nos relata, a partir de sus notas de trabajo de campo, los rituales en torno a los nacimientos, los cuales tienen un carácter sagrado porque encierran un significado filosófico y espiritual; sin embargo, se ven alterados por los embates de la modernidad propios del siglo xxi.
La cuarta parte del libro aborda las temáticas de Sexo, poder y vulnerabilidad. Los trabajos de dos autoras componen esta sección. Por un lado, el capítulo de Ana Mariella Bacigalupo, “Relaciones rituales de género: parentesco, matrimonio, señorío y modos de la personalidad machi”, se centra en los chamanes mapuche. Se trata de hombres y mujeres que en contextos rituales crean vínculos con el mundo de los espíritus y animales. En dichos rituales se expresa la compleja dinámica histórica tradicional y étnica de los machi, mapuches del sur de Chile. Según investigaciones de la autora, se les trata como a personas feminizadas que asumen ambos roles de género, de esta forma expresan una perspectiva integral de la humanidad, la salud y la curación. Los machi constituyen un personaje integral y a la vez complejo, dinámico y polisémico, características propias de su personalidad.
El otro capítulo de esta sección lleva por título “Sexualidad y ritual: las mu-jeres indígenas recrean sus identidades en el México contemporáneo” de Nuvia Balderrama Vara. Tomando como referencia los “usos y costumbres” de las comunidades indígenas, la autora refiere la poca participación de las mujeres en dicha organización comunitaria. Con un trabajo etnográfico de primera mano en Tepoztlán, la autora parte no del supuesto, sino de la realidad de que la mujer tiene papeles secundarios, participación limitada, así como ciertos espacios negados debido al ejercicio del poder político y la representación simbólica de la autoridad. El caso concreto de un ritual denominado “El reto del Tepozteco”, tema que guía este trabajo, es el claro ejemplo que retoma la autora para señalar que se ensalzaba al género masculino, ya que eran los hombres los principales protagonistas y en general los que organizaban todo el evento, dejando a las mu-jeres las tareas propias de su sexo: la comida, la elaboración del vestuario, entre otras labores. “El reto del Tepozteco” constituye un ritual fundamental para la identidad indígena de la comunidad tepozteca, y al permitir la participación femenina, aumenta la visibilidad de la mujer en todos los ámbitos. Como bien lo señala la autora, las mujeres tepoztecas se caracterizan por un alto nivel de resistencia, capacidad de lucha y han sabido cambiar y adaptar su personalidad con base en los movimientos sociales en los que han participado. De esta forma, su presencia en dicho ritual ha trascendido el papel tradicional que habían tenido a lo largo del tiempo, logrando no sólo constituir el “Nuevo reto del Tepozteco” que incluye a todos los grupos sociales (mujeres, niños y ancianos), sino que se ha traducido en acciones precisas, puesto que ya son incluidas justamente en los espacios públicos y políticos, como la representación de las candidaturas y la elección de mayordomías.
Finalmente, la última parte del libro aborda a Las mujeres, visión del mundo y la práctica religiosa. En este apartado encontramos el capítulo de Morna MacLeod, el cual lleva por nombre “Dibujo de las conexiones: la búsqueda de la mujer maya de una espiritualidad de género”. A partir del concepto de “cosmovisión”, el cual abarca valores y creencias culturales, la autora considera que el término es fundamental para promover la equidad de género. En este sentido, la visión del mundo de las mujeres indígenas de Guatemala parte de una compleja mezcla de factores que toma en cuenta los conceptos de tiempo, espacio, orden, así como espiritualidad y prácticas mayas, en combinación con los tiempos modernos. Se trata del pronunciamiento y prácticas de los conocimientos ancestrales por parte de las comunidades que han mantenido una estrategia para conservar sus raíces, en lugar de impugnar la cultura maya. Las mujeres mayas han reestructurado su posición social en sus comunidades y han empezado a manifestarse en diferentes foros internacionales, de esta manera han empezado a contribuir al cambio de su entorno social, es decir, son protagonistas de una transformación, la cual no ha sido fácil. Asimismo, la autora reflexiona en torno a los términos de “complementariedad”, “dualidad” y “equilibrio”, nociones que giran alrededor de las relaciones con los hombres y que se sustentan en nuevas formas de crear vínculos.
El último capítulo corresponde a Renee Linklater con su trabajo “Descolonizar nuestros espíritus: el conocimiento cultural y la curación indígena”. A partir de una información etnográfica de primera mano en la Isla Tortuga, la autora manifiesta la autoexploración hacia una descolonización, la búsqueda de conocimiento y la reflexión de la curación en contextos actuales. Los conocimientos indígenas de los que habla la autora nos remiten a los antepasados y al mismo tiempo a posicionarse en el presente mediante experiencias cotidianas. Llama la atención la “medicina de la rueda” que encierra un significado particular a partir de las enseñanzas de los sabios, viejos o profesionales, en donde se comprende el equilibrio y la armonía. Los cuadrantes de la rueda corresponden a las áreas espiritual (el alma), emocional (el corazón), mental (la mente) y física (cuerpo). Se trata de mantener un equilibrio en la vida y para ello se necesita una curación holística. Este tipo de medicina tradicional indígena, fuera de los métodos convencionales, se practica en ceremonias consideradas sagradas y por supuesto curativas que inciden en el tratamiento de un trauma específico.
Como se puede ver, este libro es muy completo, trata temas diversos en donde las mujeres tienen una presencia puntual. Un aspecto loable es que los estudios de este volumen partieron de la etnografía que realizaron las las autoras, es decir, se tratan casos concretos que ellas vivieron, sintieron, presenciaron y resignificaron presenciaron. Esto le da un valor inigualable a la compresión y reflexión del tema a desarrollar.
Resulta pues, una obra de lectura obligada para los estudiosos de la religión, las comunidades indígenas y la perspectiva de género, dentro de los ámbitos históricos y antropológicos, ya que rescata el interés primordial de conocer un proceso de transformación de larga duración, en donde se generan nuevas modalidades de prácticas y creencias religiosas cuyas protagonistas son mujeres responsables de esos procesos de cambio.
Consideramos necesario seguir haciendo aportes que evidencien la presencia femenina en todos los espacios y ámbitos posibles, de ahí la riqueza de este volumen que aborda de una manera integral las múltiples facetas femeninas. Al mismo tiempo, este cúmulo de lecturas representa una sororidad entre el genero, que nos indica que juntas podemos transformar al mundo.