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Vol. 48. Núm. 2.
Páginas 185-190 (junio 2014)
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Cristina Oehmichen
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Este libro se compone de ocho artículos que tienen una directriz clara: analizar el fenómeno del turismo desde distintos ángulos, teniendo como eje articulador las implicaciones del uso comercial de la diversidad cultural y las formas de patrimonialización que se generan en torno a recursos simbólicos específicos.

Los artículos tienen en común aspectos que a continuación agrupo de acuerdo con temáticas concretas:

1) Importancia del contexto histórico para el estudio del fenómeno

Cada uno de los artículos presenta una serie de antecedentes que sustentan las prácticas contemporáneas del turismo. Cristina Oehmichen, en el artículo titulado “Una mirada antropológica al fenómeno del turismo”, nos habla de los cambios suscitados a partir de la década de 1960 con las conquistas laborales de trabajadores, lo cual redundó en tener tiempo para el ocio. Como resultado de esto, señala la autora, el turismo se volvió masivo desde la Segunda Guerra Mundial.

Este contexto dio pie a la presencia en la historia reciente de los baby boomers, sujetos sociales que Ana María Salazar pondera en el análisis del proceso de las segundas residencias entre la región que comprende Puerto Vallarta y la Bahía de Banderas. El artículo denominado “Dinámicas sociopolíticas del turismo internacional y las segundas residencias en la Riviera de Nayarit” nos invita a reflexionar sobre las formas de turismo residencial, lo que se traduce en un proceso de gentrificación, concepto que alude a una nueva dinámica socioterritorial de diferenciación, fragmentación y exclusión de los actores y sus relaciones sociales.

Conocer los antecedentes históricos nos permite dimensionar las tensiones que existen entre habitantes originarios de los lugares turísticos e inmigrantes en torno a recursos importantes, como la tierra, tal y como lo presenta de manera de extraordinaria Catherine Heau en el trabajo titulado “Bahías de Huatulco, las múltiples facetas sociales de un desarrollo turístico”. Como resultado de un proyecto turístico, la expansión demográfica constituye hoy día un factor de disputas y segregación entre la población, contribuyendo a la inestabilidad en la zona. Sin embargo, contrario a lo que ocurre en otras latitudes, la presencia de los snowbirds canadienses en Huatulco tiene aspectos positivos que integran la complejidad de la vida del turista estacional en las Bahías, una característica de la migración de estas personas es su interés por convivir con la población local, no se aíslan.

2) El turismo y la presencia del Estado

El turismo es la tercera fuente de divisas en el país. Esto nos permite entender las diferentes formas de intervención del Estado en su regulación. Para el caso mexicano, los cambios en las leyes, la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio y el incentivo de fideicomisos en el marco del neoliberalismo coincide con la privatización de espacios públicos. Esto genera la presencia de actores sociales, como activistas o ecologistas, quienes cuestionan directamente las directrices gubernamentales para la explotación y uso de las zonas turísticas.

Cristina Oehmichen, al destacar que el turismo es la forma de hospitalidad mercantilizada en la que huéspedes y anfitriones establecen una relación económica, nos ubica en los procesos de desigualdad que se generan en torno al consumo de los bienes turísticos. Un mexicano, nos dice, no puede adquirir fácilmente un paquete para ir a Cancún.

Otro ejemplo extraordinario sobre el papel del Estado y los procesos económicos en torno al turismo lo tenemos con el trabajo del antropólogo Shinji Hirai en el artículo “Retorno a Aztlán en vacaciones: hacia una nueva conceptualización de la movilidad de regreso de los migrantes mexicanos”. El autor busca generar un debate teórico y conceptual en torno a la migración de retorno, a través del análisis de la “búsqueda de raíces y ancestros”. Hirai analiza la perspectiva del regreso como una peregrinación, en la cual los sujetos migrantes son percibidos como consumidores, razón por la que obtienen una distinción social y estatus por consumo, dando pie incluso a que se dinamice la economía local con negocios estacionales en México como resultado de la presencia de los migrantes.

Por otro lado, Yadira Sandoval y Macrina Restor presentan un caso sumamente interesante en el artículo intitulado “La experiencia del turismo cinegético entre los seris”. El caso del pueblo seri y la interacción con el Estado es notable por varias razones: este pueblo originario experimentó cambios sustantivos, pasó de ser nómada a sedentario; padeció un proceso de merma en sus actividades económicas tradicionales (pesca) y descubrió un mercado importante a través de la cestería para consumo norteamericano, a lo cual más adelante se incorporó la presencia de inversionistas interesados en explotar los recursos naturales; vivió el proceso de la declaración de la Isla Tiburón como zona de refugio para la fauna silvestre. Este pueblo indígena encontró en el turismo cinegético (de cacería) una opción económica en una zona donde las carencias están a la orden del día.

Berenice Morales, en el texto “Migración y mercantilización de la cultura: nahuas en los hoteles de Playa del Carmen”, aborda la migración de nahuas de Guerrero hacia este punto de península mexicana para “dar clases” de pintura en barro a turistas extranjeros. Para ello, los nahuas deben pagar por impartir dichas clases en hoteles, utilizar los uniformes de los trabajadores, hacer de “niñeras” para los pequeños hijos de los turistas y, además, pagar a sus ayudantes y cubrir con los gastos médicos que puedan generarse. Lo paradójico de esta situación es que los nahuas encuentran en esta actividad una forma de sustento que garantiza su reproducción cultural. El Estado no interviene en los procesos de garantía laboral entre los trabajadores indígenas en los grandes hoteles de Playa del Carmen.

3) Identidades, símbolos étnicos y patrimonialización

Este eje se encuentra presente en todos los artículos, partiendo de la premisa de la utilización de símbolos étnicos para atraer a los turistas. Podemos notar que hay una explotación de la imagen del indígena. El turismo es un poderoso media-dor en la producción de significados con capacidad para resignificar la cultura; esto lo señala Federico Zúñiga en el trabajo “Los nuevos usos de la cultura y el patrimonio cultural en el contexto turístico de México. El caso del Totonacapan veracruzano”. Este autor analiza el caso de las formas de patrimonialización del sitio arqueológico del Tajín, los voladores de Papantla y la vainilla. Nos invita a pensar en la participación de organismos internacionales, como la unesco y la Organización Mundial de Turismo, en estos procesos de patrimonialización, quienes con los Estados Nacionales, facilitan la conversión de la cultura en un elemento susceptible de constituirse en mercancía turística.

En virtud de lo anterior, la cultura de los indígenas totonacos se ve como una “marca”. Lo mismo podríamos decir de los wixárita en la Riviera Nayarit, que describe Ana María Salazar, o lo que ocurre entre los pueblos kolla de Iruya, en Argentina, quienes tienen la “marca” de pueblos herederos del imperio incaico, como lo describe Jorge Pantaléon en el artículo “Turismo, mujeres e indígenas en Iruya: notas sobre algunas reconversiones sociales en el extremo norte argentino”. El autor estudia dos fenómenos: el reconocimiento político de la identidad étnica y la expansión del turismo. En 1997 la unesco declaró la región de la Quebrada de Huamanca como Patrimonio Mundial de la Humanidad. Esta situación trajo consigo una jerarquía entre los centros de hospedaje: hoteles, hostales y casas de familia, lo que también genera diferencias entre los tipos de huéspedes (nacionales vs. extranjeros). En el caso de los pueblos kollas estudiados por Pantaleón, se percibe una “familiarización del trabajo turístico”, al presentarse una feminización y la presencia de niños como guías turísticos.

4) Método y diálogo con la etnografía

La importancia del dato etnográfico en este libro es relevante. Quiero destacar aquí que gracias al “estar ahí” es posible conocer las particularidades en las relaciones de poder y la estructura jerárquica operacional que se pone en escena. Los datos presentados en este libro permiten hacer una antropología urbana novedosa, analizando el campo de la migración y nuevos contextos citadinos donde el turismo adquiere un peso central como actividad económica.

Por otro lado, el diálogo con el dato duro para entender la movilidad es también un aporte significativo, Shinji Hirai nos lo deja ver con su análisis transnacional interactuando con las encuestas para entender lo que él llama turismo transfronterizo. Catherine Heau nos invita a registrar la vida cotidiana de los que se quedan cuando las vacaciones han terminado, integrando la historia oral para registrar la memoria, así como de los movimientos sociales y la emergencia de las identidades.

Es necesario por lo tanto, integrar varios enfoques para entender la movilidad en contextos turísticos. Notamos en este libro que hay muchas formas de hacerlo; en algunos casos, son viajes de regreso para mantener lazos sociales, de acuerdo con lo que nos refiere Shinji Hirai. Hay también viajeros del ocio de segundas residencias en la Riviera de Nayarit, como señala Ana María Salazar, o los snowbirds canadienses, de acuerdo con Catherine Heau, y qué decir de la funcionalidad de las redes sociales y su integración en unidades extensas de producción artesanal, gracias al capital social y humano que posee cada artesano, como refiere atinadamente Berenice Morales.

Además, el análisis del espacio es también un recurso heurístico notable: hay un resguardo de las élites en zonas de riesgo, que genera un mercado importante de empresas de seguridad así como símbolos excluyentes. Esta diferenciación racializa las relaciones laborales, donde lo exótico, la otredad, lo auténtico, son nociones que imprimen una característica particular a la relación entre turistas e indígenas.

Las distinciones en los espacios redundan en las distintas formas de ser turista, podemos observar que en el Parque Nacional Huatulco se dio una transición del turismo de hippies a un turismo de élites. Una situación similar ocurrió entre los kolla de Iruya, los hippies se consideran “inferiores”, en tanto son turistas jóvenes, nacionales y con poco dinero.

En este sentido es importante señalar que a la par de estas experiencias disímiles en torno al turismo y la migración, se pueden encontrar algunas respuestas comunitarias que tratan de apropiarse del mercado turístico con sus propios recursos. Un ejemplo de ello es el “turismo científico” propuesto por los seris, el cual conjuga ciencia, educación ambiental y turismo, de acuerdo con lo planteado por Yadira Sandoval y Macrina Restor.

Una reflexión que nos deja este texto es la necesidad de articular otro vector en el análisis y es, justamente, la pobreza e inequidad que motiva los proyectos turísticos. Para pueblos indígenas y habitantes de comunidades rurales la terciarización es una opción de vida que no necesariamente empata con el discurso del cuidado ecológico o la mejora en las condiciones laborales. Por ejemplo, para aquellos que pugnan por los derechos de los animales, ¿el turismo cinegético practicado por los seris es condenable? Lo que se observa es una tensión constante entre múltiples discursos y opciones de vida. Para aquellos preocupados por el tema del trabajo infantil, ¿las actividades laborales de los niños kollas en Iruya son inaceptables? Lo que notamos es una conflictividad discursiva que es necesario integrar en estudios de esta naturaleza, no sólo porque nos permite comprender la diversidad de visiones en torno a un tema, también nos deja integrar a la mesa de discusión la interacción de lo local y lo global, lo cual genera problemáticas de distinta índole.

La antropología ha hecho importantes avances en materia del análisis del conflicto. Esta perspectiva, considero, es una estrategia teórica y metodológica que en contextos de turismo y migración puede ser de utilidad para tener una aproximación a las diversas aristas que integran un fenómeno social tan complejo. Los datos presentados en este trabajo me permiten sugerir que la integración del estudio de las tensiones y conflictos en tanto proceso es una herramienta poderosa para entender las repercusiones de las directrices globales en la vida cotidiana de las pequeñas comunidades. No es solamente el papel del Estado nación magnánimo lo que se debe considerar, sino los cambios que un sistema-mundo mucho más amplio y articulador define al generar los nuevos paradigmas de descanso.

Por otro lado, el aporte de este texto a la antropología mexicana es considerable porque nos permite revertir el lugar común de los estudios “típicos” de nuestra disciplina. Hacer antropología del turismo nos enfrenta a nuevas realidades y a la necesidad de generar estrategias para el trabajo de campo y la recolección de datos. Los escenarios cambian, nuestro rapport también, y con ello, se pone en juego nuestra propia deontología. Quizá no todos los jóvenes investigadores tengan la posibilidad de entrar a un resort, esto sin duda es un dato en sí mismo, ¿qué tipo de turismo podemos analizar cada uno de nosotros?

Finalmente, coincido con los autores en que el capitalismo se apropia de las culturas indígenas, reestructurando los significados de sus creencias, objetos y prácticas. Pero esos mismos pueblos han encontrado formas creativas de valorar su patrimonio redefiniendo sus nociones de bienestar, desarrollo y felicidad. Será tarea de cada uno de nosotros pensar las implicaciones que tendrá en un contexto más amplio nuestra próxima salida a vacacionar. Esta idea pudo venir a mi mente después de leer este trabajo, les invito a hacerlo antes de planear sus vacaciones.

Citlali Quecha Reyna

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