Sres. Directores: La osteoporosis masculina es una entidad poco conocida, escasamente valorada y, por lo tanto, a la que se presta una pobre atención, tanto por profesionales de la atención primaria, como por reumatólogos y endocrinólogos. Esta situación probablemente se deba a varias circunstancias. Por un lado, existe un problema conceptual; ¿cómo podemos determinar qué paciente varón es osteoporótico?
Los estudios de masa ósea en varones adultos comprueban un descenso gradual del 3-4% por década, siendo la pérdida del 5-10% a partir de 50 años1. Así pues, los sujetos con masa ósea baja y con fracturas no traumáticas serían diagnosticados como osteopóroticos. Sin embargo, en esta situación, encontramos una falta de definición en cuanto al nivel densiométrico. En la actualidad, no contamos con datos suficientes para establecer unos valores normales de densidad ósea en el sexo masculino2. Determinados autores afirman que para el diagnóstico de la osteoporosis masculina se deben presentar unos valores de densidad ósea de menos de 3 DE respecto al pico de masa ósea3. Otros autores defienden que el umbral de fractura en el varón se sitúa en un nivel similar al de la mujer4. Por otro lado, esta entidad cursa de forma asintomática hasta que se producen fracturas. Este hecho puede provocar en el paciente varón un desinterés por su problema sanitario, situación que puede dificultar los estudios epidemiológicos en este terreno y el seguimiento clínico de estos individuos.
Actualmente, se considera que un 25-30% de las fracturas de cuello femoral se producen en varones, presentando una mortalidad del 12-20%5,6, y estudios recientes han puesto de manifiesto una incidencia de fracturas vertebrales en varones superior al 50% de las fracturas femeninas3,7. Esta situación se puede ver agravada, puesto que en décadas venideras se prevé que la incidencia de fracturas de cuello femoral se multiplique por diez6, provocando un problema sociosanitario de cierta envergadura.
En nuestro servicio actualmente hay 15 mujeres diagnosticadas de osteoporosis por cada varón con la misma entidad. Sin embargo, los varones que consultan lo hacen en estadios muy evolucionados de la enfermedad, y por lo tanto con una respuesta al tratamiento muy limitada. Además, existe la particularidad de que en estos individuos la osteoporosis es secundaria en más del 80% de los casos (siendo significativo el caso de pacientes gastrectomizados y con anastomosis tipo Billroth II). Pensamos que esto solamente es la punta del iceberg de una patología prevalente en nuestro medio y, por lo tanto, creemos que es conveniente incidir en los factores de riesgo para el desarrollo de la osteoporosis masculina, definidos por Jackson et al8: raza caucasiana, disfunción gonadal, hábitos enólico y tabáquico, tratamiento con ciertos fármacos (corticoides), inmovilización, procesos crónicos concurrentes, baja masa corporal, dieta pobre en calcio, historia familiar de fracturas osteoporóticas, excesos de sodio, fósforo, cafeína y proteínas en la dieta. De igual forma, siguiendo a este mismo autor, pensamos que es necesario poner énfasis en las medidas de prevención propugnadas por éste: suplementos diarios de calcio y dosis bajas de vitamina D después de los 65 años; práctica de ejercicio aeróbico regular; abandono de los hábitos tabáquico y enólico, y reconocimiento precoz de los factores de riesgo definidos anteriormente.
Si bien desde un punto de vista económico ningún autor defiende la realización de un cribado densitométrico a los varones con factores de riesgo para desarrollar osteoporosis, pensamos que se trata de una patología que se debe tener en cuenta en las consultas de atención primaria. Quizá con las medidas de prevención anteriormente citadas se logre disminuir la incidencia de fracturas, tanto de cadera como vertebrales, previstas y en cierta manera mejorar los parámetros de calidad de vida de estos sujetos.