Introducción
Entendemos por enfermedades de transmisión sexual (ETS) todas aquellas que se pueden transmitir por las relaciones sexuales, aunque también se puedan adquirir por otros medios1. Últimamente las ETS han cobrado importancia debido, por un lado, a la aparición del sida y, por otro, al cambio de patrones epidemiológicos de enfermedades que, como la sÃfilis, han aumentado en cuanto a su incidencia2.
La adolescencia, como etapa de experimentación e iniciación tanto en lo que a consumo de drogas como a relaciones sexuales se refiere, se convierte en un perÃodo de especial riesgo para la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana; de hecho, las ETS representan en conjunto la patologÃa infecciosa más común entre los adolescentes sexualmente activos3,4, y se ha predicho que la tercera ola de epidemia del sida, después de los homosexuales y los usuarios de drogas por vÃa parenteral, se focalizarÃa en los adolescentes5, pues debido a los sentimientos de invulnerabilidad y necesidades de experimentación, junto al consumo de alcohol y drogas a estas edades, presentan una mayor promiscuidad y menor protección en las relaciones sexuales6.
No cabe duda de que una correcta educación es la mejor forma de prevención, y esto pasa por poseer un grado de conocimientos adecuado sobre estas enfermedades. El objetivo de este trabajo fue indagar cuál es el nivel de conocimiento sobre el sida y las ETS en los adolescentes, a fin de delimitar sus carencias y determinar aquellas facetas en las que hacer más hincapié en los programas y campañas de educación para la salud.
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Sujetos y métodos
Se trata de un estudio observacional transversal o de prevalencia. La población de estudio estuvo constituida por los alumnos escolarizados en la ciudad de Córdoba en los cursos de segundo de BUP, COU y FP de segundo grado. Partiendo de los datos facilitados por la ConsejerÃa de Educación y Ciencia con un total de 9.024 alumnos, se realizó un muestreo aleatorio polietápico, con una primera fase en la que se llevó a cabo un muestreo estratificado por curso y tipo de centro (público o privado) y una segunda donde se efectuó un muestreo por conglomerados, utilizando como unidad de muestreo primaria el colegio, y como secundaria, el alumno. El cálculo del tamaño muestral cifró el número mÃnimo de alumnos necesarios a reclutar en 834 (p = 0,5; alfa = 0,05; precisión ± 3,5; 6% de no respuestas).
La obtención de los datos se realizó mediante un cuestionario estructurado y precodificado diseñado para el estudio, basándonos en cuestionarios previos7,8, de carácter anónimo y que fue autocumplimentado por el alumno. El cuestionario fue pilotado en una submuestra de 30 alumnos de un centro no perteneciente al grupo estudiado, donde se comprobó su fiabilidad intraobservador mediante el método de test-retest. En el cuestionario se recogieron datos relacionados con los conocimientos sobre el sida (12 Ãtems) y las ETS (12 Ãtems), asà como los mecanismos de transmisión del sida. En las tablas 1 y 2 se recogen las preguntas del cuestionario, que analizaban los conocimientos sobre el sida y las ETS (24 Ãtems) y los mecanismos de transmisión del sida, respectivamente, donde debÃan responder «verdadero», «falso» o «no lo sé». El trabajo de campo se realizó durante el curso escolar 1997-1998.
Los datos fueron sometidos a análisis estadÃstico descriptivo y bivariado, con aplicación de tests de hipótesis para variables cualitativas (χ2, test exacto de Fisher) y cuantitativas (prueba de la t de Student y ANOVA), considerando diferencias estadÃsticamente significativas para un valor de p < 0,05. Por último, se realizó un análisis multivariante mediante análisis de regresión lineal múltiple. La estrategia de análisis fue «hacia atrás» (backward), planteando pruebas parciales para ir eliminando una a una del modelo las variables no significativas (test de Wald; p < 0,05).
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Resultados
Se encuestó a 893 alumnos, de los que el 48% eran varones, y con una media de edad de 17,16 ± 1,6 años (intervalo de confianza [IC] del 95%, 17,05-17,26; lÃmites, 15-21 años). La distribución por cursos fue: un 42,4% cursaba segundo de BUP; un 38,3%, COU, y el 19,3%, FP. El 69,4% de los adolescentes cursaba sus estudios en centros públicos.
Al preguntarles sobre cómo se consideran de informados respecto al sida y a las ETS, el 56,7% afirma estar bien informado (IC del 95%, 53,46-59,94), lo que contrasta con la escasez de información recibida sobre las distintas ETS, donde sólo respecto al sida un 90% la considera como mucha o bastante, mientras que este porcentaje no alcanza el 10% para el resto, llegando incluso a un 75% que desconoce las infecciones por Chlamydia. No hemos encontrado diferencias por sexo en esta percepción, pero sà respecto al curso, siendo los alumnos de cursos superiores (un 69,8% en FP) respecto a los de segundo de BUP (62%) (p < 0,001) y los de los centros públicos (58,9%) respecto a los privados (51,6%) (p = 0,045) los que dicen estar mejor informados.
En la tabla 1 se recogen las respuestas para cada uno de los Ãtems analizados. En este sentido, destacamos que hay más varones (59,2%) que mujeres (49,5%) (p = 0,004) que reconocen que no existe una vacuna eficaz contra el sida. Respecto a las ETS, es destacable el alto porcentaje de indecisos para todos los Ãtems analizados, próximo al 75% en la mayorÃa de los casos. No obstante, el 61,9% reconoce que no es conveniente mantener relaciones si se tiene una infección por herpes genital, siendo las mujeres las que lo saben en mayor medida (el 67,8 frente al 55,7% de los varones) (p < 0,001).
Al analizar las respuestas a los posibles mecanismos para la transmisión del sida (tabla 2), encontramos que el 55,5% cree que el sida se puede contraer donando sangre, al dar besos en la boca (10,5%) o en los asientos de los servicios (6,2%), sin encontrar diferencias por sexo, curso o tipo de centro para ninguno de los posibles mecanismos de transmisión analizados.
En la figura 1 se recoge la distribución del porcentaje de preguntas correctas para los Ãtems de sida, donde encontramos una media de aciertos de 8,81 ± 1,72 (IC del 95%, 8,69-8,92), con diferencias a favor de los varones (8,93 frente a 8,70 de las mujeres) (p = 0,048); en los cursos superiores (9,05 en COU frente a 8,61 en segundo de BUP) (p = 0,003); en los centros públicos (8,90 frente a 8,62 en los centros privados) (p = 0,025) y los alumnos que se consideran no creyentes (9,11 frente a 8,75 en creyentes) (p = 0,021). Por su parte, en la figura 2 se refleja el número de aciertos para el conjunto de Ãtems referentes a las ETS, que presenta una media de 2,47 ± 1,72 (IC del 95%, 2,35-2,78), con diferencias significativas a favor de las mujeres (2,61 frente a 2,31 de los varones) (p = 0,045); en los cursos superiores (3,60 en FP frente a 1,94 en segundo de BUP) (p < 0,001) y en los centros públicos (2,60 frente a 2,18 en los centros privados) (p = 0,011). Del mismo modo, en la figura 3 se expresa el porcentaje de aciertos cuando se les pregunta por los distintos mecanismos para la transmisión del sida, que presenta una media de preguntas correctas de 13,0 ± 1,87 (IC del 95%, 12,87-13,12), sin diferencias por sexo, curso o tipo de centro.
Figura 1. Distribución del número de aciertos en los Ãtems que valoran los conocimientos sobre sida (del 1 al 12).
Figura 2. Distribución del número de aciertos en los Ãtems que valoran los conocimientos sobre las enfermedades de transmisión sexual (ETS) (del 12 al 24).
Figura 3. Distribución del número de aciertos en los Ãtems sobre los mecanismos de transmisión del sida.
Por último, en la tabla 3 se exponen las variables que se relacionan con una mayor puntuación en la escala de sida y ETS tras el análisis de regresión lineal múltiple.
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Discusión
El hecho de que más de la mitad de nuestros alumnos digan estar bien informados sobre el sida y las ETS en general contrasta con que la mayorÃa diga haber recibido poca información sobre las ETS en general; incluso las tres cuartas partes afirman no conocerlas. Por el contrario, el 90% reconoce haber recibido mucha o bastante información sobre el sida, resultados que ya aparecen en otros estudios9-11. Este contraste de información entre el sida y el resto de las ETS pone de manifiesto la escasa importancia prestada a este grupo de enfermedades por parte de las distintas administraciones, en las que el sida sigue siendo el objetivo principal de sus campañas de información y educación sanitaria.
Respecto a los conocimientos sobre el sida, la puntuación media de aciertos fue de 8,8 sobre los 12 puntos posibles, dato que consideramos suficiente y que ya aparece en otros estudios12. Este alto grado de conocimiento está influenciado, sin duda, por las campañas de prevención, dirigidas fundamentalmente a los jóvenes, que desde hace varios años se vienen realizando. Diversos estudios han puesto de manifiesto su efectividad respecto a los conocimientos sobre el sida; además, las medidas de prevención, aparte de ser fáciles de aplicar, no tienen efectos sobre las relaciones sexuales13,14. Por sexos, los varones obtienen mayores puntuaciones que las mujeres, dato ya estudiado por otros autores15. Esta diferencia puede estar influenciada por la autopercepción del riesgo que puedan tener; asÃ, mientras que las mujeres pueden estar más mentalizadas en cuestiones como la manera de evitar un embarazo no deseado, el hecho de que el sida se vea vinculado con la prostitución o la promiscuidad genera un interés y una sensibilización mayores entre los adolescentes varones que entre las mujeres. También hemos encontrado diferencias entre los que obtienen mejores puntuaciones en las distintas escalas y los que creen que su información es adecuada, dato este que nos puede servir para considerar la autopercepción sobre el conocimiento del sida que el adolescente tiene como indicador del grado real de conocimiento, y que puede ser una herramienta útil para los médicos de familia en la consulta con el adolescente.
Analizando alguno de los Ãtems se observa que sólo 4 de cada 10 encuestados consideran que el sida es causa de muerte entre los jóvenes, y uno de cada 10 cree que existe vacuna contra el sida. Si bien es cierto que la introducción de los nuevos fármacos ha mejorado el pronóstico de esta enfermedad, el futuro a corto plazo sigue siendo oscuro. No obstante, estos mensajes han incidido sobre los jóvenes de forma negativa, ya que considerarla una enfermedad con posible curación de alguna forma puede llevarles a tener comportamientos de riesgo de los que hasta ahora se protegÃan, al disminuir el temor a la propia enfermedad17,18.
Respecto al conocimiento sobre los distintos mecanismos para la transmisión del sida, la puntuación media obtenida en esta escala fue de 13 puntos sobre 16, superior a la de otros estudios19, y asimismo la consideramos suficiente. Dentro de los mecanismos analizados aparecen como más desconocidos, y falsamente relacionados con la transmisión, la donación de sangre para casi la mitad de los encuestados y la saliva para el 16%, datos ya recogidos por otros autores9,20. Dada la importancia que en nuestra sociedad tiene la donación de sangre, no cabe duda que ésta debe ser pieza fundamental en posteriores campañas informativas a fin de erradicar esta creencia errónea y lograr un mayor compromiso y predisposición de los jóvenes hacia este tipo de acto altruista. Por el contrario, aparecen cifras inferiores a las encontradas en otros estudios9,20,21 para la transmisión en los aseos públicos, besos en la boca o beber en el mismo vaso. En general, no se han encontrado diferencias en cuanto al sexo, la edad, el curso o el tipo de centro.
Para las ETS la puntuación media obtenida fue de 2,47 sobre 12, lo que contrasta con lo obtenido en el resto de las escalas. Aunque la puntuación media fue mayor para las mujeres y los alumnos de centros públicos, sólo la edad parece incrementar el nivel de conocimientos. No obstante, la autopercepción del grado de información, asà como el mayor conocimiento respecto al sida, se relaciona de manera favorable con una mayor puntuación en la escala de ETS, lo que podrÃa entenderse como que el nivel de conocimiento de los adolescentes se incrementa de forma conjunta.
Es destacable el hecho de que considerar útil la información recibida por parte de los amigos o la televisión influya de manera negativa en los conocimientos sobre las ETS, lo que pone de manifiesto que estas fuentes de información carecen del suficiente rigor.
Dentro de las limitaciones del estudio debemos tener en cuenta que, al tratar el tema de la sexualidad con los adolescentes, la confidencialidad y la sinceridad de sus respuestas son la base desde donde iniciar cualquier estudio. Es por esto que optamos por los cuestionarios autocumplimentados, ya que en general son fiables y válidos, aun cuando la proporción de adolescentes que no dicen la verdad en las encuestas se ha estimado en un 7%22. En nuestro caso utilizamos como referencia cuestionarios previamente validados7,8 al objeto de intentar dar mayor consistencia a los resultados obtenidos. Por otro lado, la mayorÃa de los centros privados eran a su vez religiosos, por lo que este dato deberá tenerse en cuenta a la hora de analizar las diferencias por tipo de centro.
Queremos también destacar que en el cuestionario hemos utilizado el término sida para referirnos tanto a la enfermedad como a la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, ya que entendÃamos que distinguir entre ambos hubiese podido generar confusión entre los adolescentes, lo que habrÃa dificultado le evaluación de los resultados, sobre todo teniendo en cuenta que en la información que reciben los adolescentes por las distintas fuentes tampoco se establece tal distinción.
En resumen, podemos decir que observamos un bajo nivel de conocimientos sobre las ETS, que contrasta con el obtenido para el sida, siendo los varones los que demuestran un mejor grado de conocimiento.
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Correspondencia: José A. Gascón Jiménez. C/ José M. Martorell, 36. 14005 Córdoba. España. Correo electrónico: med020613@saludalia.com
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Este trabajo ha sido financiado, en parte, por la Dirección General de Coordinación, Docencia e Investigación de la ConsejerÃa de Salud de la Junta de AndalucÃa (expediente 96/108, resolución publicada en BOJA n.º 5 de 11 de enero de 1997).
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Manuscrito recibido el 16 de septiembre de 2002.
Manuscrito aceptado para su publicación el 7 de abril de 2003.