Objetivo. Valorar el grado de conocimiento de la medicación de la población mayor de 70 años respecto a la comprensión, indicación y posología del tratamiento y el uso de remedios naturales en el medio rural. Determinar si existe asociación entre el consumo de fármacos y remedios naturales entre sí y con las características del paciente.
Diseño. Estudio transversal.
Emplazamiento. Área Básica de Salud de Santa Eugènia de Berga, comarca de Osona, provincia de Barcelona.
Participantes. Pacientes de 70 o más años no institucionalizados, escogidos por muestreo sistemático del fichero de edad y sexo. Participaron 178 sujetos.
Mediciones. Mediante cuestionario estandarizado se recogieron datos sobre fármacos consumidos, remedios naturales y valoración de la autopercepción de salud.
Resultados. La media de fármacos fue de 3,08 por persona (DE, 2,5). Los grupos más prevalentes pertenecían al aparato cardiovascular y al sistema nervioso. De 548 fármacos recogidos, se identificó correctamente el motivo de prescripción del 77% de ellos, así como del 85% de la posología de los mismos. Un 25% de los sujetos estudiados precisaba ayuda de un familiar para tomar la medicación. Las personas con mejor autopercepción de salud y los que viven en masías consumían menos fármacos, aunque solamente en el primer supuesto se detectaron diferencias significativas (p<0,05). El 47% de la población estudiada utilizaba remedios naturales.
Conclusiones. El grado de conocimiento de la medicación en la población anciana es satisfactorio. Hemos detectado un elevado porcentaje de polifarmacia. Es necesario racionalizar y disminuir el número de fármacos siempre que esto sea posible, y para ello es conveniente revisar y actualizar periódicamente los fármacos que reciben los ancianos. Los remedios naturales forman parte de la farmacopea popular y su prevalencia de uso es considerable. La autopercepción de salud es un dato subjetivo de «envejecer satisfactoriamente» y está asociado significativamente a la toma de menos medicamentos.
Objectives. To evaluate the knowledge about medical treatment on people with more than 70 years old, specifically, the understanding, reason for prescription and dosage. To describe the use of natural remedies in the rural environment. To corelate the medication and the natural remedies consumption with health´s selfperception.
Design. Cross-sectional study.
Setting. Health Center of Santa Eugènia de Berga. Barcelona.
Patients. Covered people aged 70 or more, not in an institution, selected by systematic sampling obtained from an updated age and sex register.
Measurements. A standard questionnaire was used, gattering aspects about medicine and natural remedies consumption and health's selfperception.
Results. The average of medicines was 3,08 (SD 2,5) for person. Therapeutics groups most prevalents were cardiovascular and nervous system drugs. The patients remembered correctly the reason of the prescription of the 77% of the medicines and the dosage of the 85%. The 25% of patients needed assistance of some family for to take the medication. We have found statistical significance between health's selfperception and the number of consumed drugs. The 47% of aged population used natural remedies.
Conclusions. The knowledge of medical treatment of our elderly people is satisfactory. We detect in our study a high rate of polymedication. It is necessary, if possible, to rationalize and to reduce the number of drugs. It is useful to revise and to update periodically the elderly people medication. The natural remedies is included on the people's pharmacology and its use is important.
Introducción
Los ancianos presentan a menudo pluripatología, siendo por ello un segmento de población que consume un elevado porcentaje del gasto farmacéutico y es responsable de una gran parte de las consultas ambulatorias1. El incumplimiento frecuente descrito, derivado de la disminución de la memoria, la soledad y la pérdida de capacidad intelectual, conlleva un riesgo aumentado de efectos secundarios, reacciones adversas o pobre resultado terapéutico1,2. La calidad del tratamiento en las personas mayores, en términos de comprensión y autosuficiencia, es una cuestión poco estudiada. Es por ello que hemos pretendido conocer la situación del uso de fármacos en la población anciana de nuestra área básica de salud (ABS), valorando aspectos de número, conocimiento, posología correcta y necesidad de ayuda para la toma de los mismos. Asimismo hemos incluido una descripción del uso de remedios naturales (RN), básicamente plantas medicinales, ante el supuesto de que en un área rural su empleo sería elevado. Actualmente se describe un auge espectacular en la utilización de plantas medicinales, situándose en valores del 34-80% de la población según distintos países3. Nos ha parecido interesante describir los remedios, su uso y su esperado efecto terapéutico, e intentar relacionarlos con los fármacos. Por último, hemos pretendido determinar si existe asociación entre la autopercepción de salud, considerada un parámetro válido en la medición del estado de salud en los ancianos4, y la medicación.
Pacientes y métodos
Se trata de un estudio transversal realizado entre junio y septiembre de 1997. La población diana incluyó a todas las personas de 70 años o más del ABS de Santa Eugènia de Berga, que en fecha 31-XII-1996 se encontraban en el fichero informatizado de edad y sexo (n=1.301). Los motivos de exclusión fueron fallecimiento o cambio de residencia a otra ABS. Para el cálculo del tamaño de la muestra, dado que se trataba de varias estimaciones, se adoptó la opción de máxima indeterminación, prevalencia estimada del 50%, con un nivel de confianza del 95% y una precisión del 7%. Se corrigió el tamaño final de la muestra considerando un 10% de pérdidas (n=214). Para la selección de la muestra se utilizó muestreo sistemático basándose en el fichero de edad actualizado, escogiendo una de cada 6 historias clínicas del listado. Una única persona se encargó de la selección de la muestra y la distribuyó de manera proporcional entre los distintos consultorios que componen el ABS. Las personas elegidas fueron informadas por carta acerca de las características y finalidad del estudio, rogándoles su presencia en el consultorio portando toda la medicación que estaban consumiendo en ese momento. Posteriormente, a través de llamada telefónica, se concretó la cita. En los casos de imposibilidad para trasladarse al consultorio, los profesionales responsables acudieron al domicilio.
Se diseñó un cuestionario que incluía:
1. Datos sociodemográficos: edad, sexo, estado civil, nivel de estudios, habitar en casco urbano o masía (considerada como casa aislada del núcleo de población, rodeada de terreno de cultivo y que, habitualmente, carece de infraestructura urbana) y vivir solo o no.
2. Medicación: número total de fármacos consumidos, si estaban registrados en la historia clínica, conocimiento del nombre comercial, motivo de la prescripción y posología correcta (en función de las instrucciones del médico detalladas en la historia clínica). Se preguntó sobre la dependencia de un familiar para tomar la medicación. Para la clasificación de los fármacos hemos seguido la Clasificación Anatómica de Especialidades del Catálogo de Especialidades Farmacéuticas de 19975.
3. Utilización de RN, aceptando todas aquellas fórmulas y preparados conocidos por tradición oral con finalidad pretendidamente medicinal. Se registró número, nombre, composición y motivo de los mismos. Se distribuyeron los motivos de uso referidos por los pacientes también según los grupos farmacológicos de la Clasificación Anatómica de Especialidades5. Recogimos las utilidades descritas en tratados y guías para todos los RN recopilados y se compararon uno por uno los beneficios atribuidos por los sujetos con los citados en la literatura.
4. Escala de Autopercepción de Salud6 que posibilita 3 respuestas (buena/regular/mala) a la pregunta «¿En los últimos 12 meses, cómo diría que es su salud?».
En el análisis se describe el número de fármacos (variable cuantitativa) y el consumo de RN (variable dicotómica) y se comparan con las características recogidas de los pacientes. Dado que el número de fármacos tenía una distribución asimétrica, las pruebas estadísticas empleadas fueron la U de Mann-Whitney y la de Kruskal-Wallis. En las comparaciones del consumo de RN se utilizó la ji-cuadrado. El programa estadístico utilizado fue el SPSS v 6.1 para Windows. En todos los casos se consideraron significativos los resultados con p<0,05.
Resultados
De las 214 personas seleccionadas, hubo un 16% de pérdidas por los siguientes motivos: 16 no desearon participar en el estudio, 2 se hallaban ingresadas en centros hospitalarios y 18 no fueron localizadas tras 3 llamadas telefónicas, por lo que la población estudiada fue finalmente de 178. La edad media de los encuestados fue de 76,9 años, con una desviación estándar (DE) de 5,8. Un 44,9% (80) eran varones y el 55,1% (98), mujeres. De todos ellos, el 4,5% era soltero, un 58,4%, casado, y el 37,1%, viudos. Treinta y dos pacientes eran analfabetos, 145 tenían estudios primarios y en un caso no se recogió este dato. El 10,1% de los encuestados vivía solo. Habitaban una masía el 18% y el resto en el casco urbano de los pueblos. Los resultados de la Escala de Autopercepción de Salud fueron: buena, 106 (62%); regular, 49 (28,7%), y mala, 16 (9,3%); en 7 casos no se cumplimentó la respuesta.
El número total de fármacos recogidos fue de 548. La media de fármacos por persona fue de 3,08 (DE, 2,5; IC del 95%, 2,7-3,4), con un rango de 0-9. No tomaban ningún fármaco el 12,4% y tomaban 5 o más un 24%. El 24,9% de los encuestados precisaba ayuda de un familiar para tomar la medicación. Los grupos farmacológicos más utilizados fueron para aparato cardiovascular (33,4%), sistema nervioso (17,9%) y aparato digestivo y metabolismo (17,5%).
Del total de número de fármacos, se hallaban registrados en la historia clínica un 86,9% de ellos. Los encuestados recordaron el nombre comercial del 40,6% de los medicamentos, identificaron el motivo de la prescripción del 77,3% de los mismos y refirieron correctamente la posología del 85,5% (tabla 1). El grado de registro en la historia clínica fue del 94,5, 80 y 84%, respectivamente, entre los grupos farmacológicos más prevalentes. Los menos registrados fueron los grupos pertenecientes a órganos de los sentidos (60%), otros grupos (73,7%) y aparato locomotor (76,7%).
Al relacionar el número de fármacos con las características de los pacientes, se observó que los analfabetos, los que vivían en una masía, aquellos con mejor autopercepción de salud y los que consumían RN tomaban menos medicamentos, aunque únicamente la buena autopercepción de salud mostró relación significativa con un menor consumo (p<0,0005); la edad y el sexo no arrojaron diferencias significativas respecto a la media de fármacos (tabla 2).
El número de RN recogidos fue de 162, registrándose hasta 35 plantas medicinales diferentes (tabla 3). Utilizaban RN un 47,2% de los encuestados (IC del 95%, 39,6-54,8). Los RN más prevalentes fueron tila (18,5%), agua de hierbas considerada como mezcla de 2 o más plantas medicinales (13,6%), tomillo (12,3%) y manzanilla (8%). Las utilidades más descritas se adscribieron a los grupos farmacológicos de aparato digestivo (22%), sistema nervioso (15%), aparato respiratorio (15%) y aparato cardiovascular (10%) (tabla 4).
Las utilidades referidas en tratados y guías especializadas3,7,8 y las atribuidas por los encuestados coincidían en el 75% de los casos.
En el análisis bivariante (tabla 5), el tomar RN mostró significación estadística con la edad, donde la proporción de pacientes más ancianos era superior en el grupo de no consumidores (p=0,001). La proporción de pacientes con mala autopercepción de salud era mayor en el grupo que no utilizaba RN, aunque sin mostrar significación estadística.
Discusión
Hay pocos estudios que valoren la calidad de la terapéutica en el anciano2. Los trabajos consultados realizados en España que valoran aspectos de la medicación en el anciano4,9-14 muestran objetivos, metodología utilizada así como características de población muy variadas, lo cual dificulta las comparaciones.
La media de fármacos hallada en nuestro estudio (3,08) es superior a la mayoría de los trabajos consultados, donde la media es de 215. Solamente en un trabajo14 su media es parecida a la nuestra. Esto podría justificarse en que la edad de corte en los otros estudios es mayoritariamente 60-65 años a excepción del trabajo con media parecida en que la edad es también a partir de 70 años. De hecho, la edad se cita como factor relevante respecto al número de fármacos15, si bien nosotros no hemos hallado diferencias en la población estudiada. También en comparación, el porcentaje de ancianos tratados es mayor en nuestro estudio, pues un 87,6% toma medicación frente al 73-80% de otras series2,9,10,12. La justificación de estos resultados se podría dar por varias circunstancias: nosotros partimos de una población de edad más avanzada; quizás la metodología de recogida de datos fue más idónea, pues el hecho de llevar a la consulta los fármacos que consumen los encuestados asegura el total registro de los mismos, mientras que otras fuentes de obtención pueden subvalorarlos, y/o nuestros abuelos presentan mayor patología y/o nuestros médicos recetan en exceso.
La mayoría de estudios consultados detectan una media de fármacos superior en mujeres, dato que no confirma nuestra serie, no apreciando diferencias entre sexos.
Encontramos relación entre autopercepción de salud positiva y menor número de fármacos, dato ya descrito en la literatura4.
Los pacientes que habitan en masía parecen utilizar menor número de fármacos, a pesar de que las diferencias no fueron significativas. Ello podría justificarse por el aislamiento geográfico, que condicionaría una menor accesibilidad a los recursos sanitarios. Por otra parte, quizás los ancianos para vivir en una masía precisan mejor salud por ser la vivienda y el entorno, en general, menos favorables, pero no por utilizar mayor número de RN, como habíamos supuesto al diseñar el estudio.
Los grupos de fármacos más prevalentes son similares a los descritos en otras series.
Un dato que nos parece novedoso de nuestro estudio es el nivel de registro en la historia clínica, que es del 86,9%. Este dato nos parece satisfactorio por dos motivos: a) se puede deducir, sin poder asegurarlo, el poco grado de autoprescripción de nuestros ancianos, y b) buen cumplimiento por parte de los profesionales en llevar una historia clínica detallada.
A pesar de que la población anciana recuerda los nombres comerciales en un porcentaje discreto, sí conoce de manera notable el porqué y cómo tomar la medicación. Estos últimos datos nos parecen interesantes también por dos motivos: a) creemos que una de las maneras de asegurar una buena adhesión al tratamiento consiste en instruir claramente al paciente en cuanto a la prescripción, consiguiendo al mismo tiempo reducir la automedicación, y b) la buena praxis que requiere por parte del profesional dicha explicación, a un sector de población que a menudo presenta signos de deterioro cognitivo y que en muchas ocasiones se muestran reacios al tratamiento. La literatura refiere una alarmante tasa de incumplimiento2. Nuestro trabajo no reúne los datos suficientes para afirmar que nuestra población anciana sea buena cumplidora, pero sí que está bien informada y es consciente de para qué y cómo deben medicarse.
Existen muy escasos estudios en el apartado de RN, y no hemos hallado ninguna serie parecida a la nuestra, por lo que nos pareció novedoso incluir este apartado. El porcentaje de uso de RN en nuestros ancianos (47%) se sitúa en un término medio con lo que cita la literatura (34-80%). Existe tendencia a observar menor consumo de fármacos en aquellos que sí consumen RN, de lo que podría desprenderse que en ocasiones éstos suplirían a los fármacos, circunstancia que al comienzo del estudio nos planteamos como importante de estudiar y aclarar; si realmente las personas sustituían las pastillas por sus remedios caseros o por el contrario, había consumidores indiscriminados de pastillas del médico y, por si acaso, «mis fórmulas mágicas».
Las utilidades más prevalentes atribuidas a los RN por los pacientes coinciden con los artículos consultados3; asimismo hemos observado una concordancia aceptable entre las finalidades citadas por los ancianos y las que refieren los tratados especializados. La tentación de atribuir un efecto beneficioso a los mismos no nos parece descabellada, teniendo en cuenta que la mayoría de RN son plantas medicinales y tienen reconocido fin terapéutico, y muchas son precursoras de especialidades farmacéuticas de síntesis, aunque no existen apenas ensayos clínicos controlados que demuestren su eficacia o que vayan más allá del efecto placebo3. Dado el auge de dichos productos y la polémica reciente respecto la regulación y restricción de los mismos, debido al potencial tóxico de algunos de ellos y a las posibles interacciones con fármacos convencionales por efecto generalmente aditivo, es tranquilizador observar que, en general, los ancianos utilizan de manera racional y acertada dichos remedios. Serían necesarios más estudios al respecto para llegar a mejores conclusiones.
Agradecimientos
Agradecemos a E. Caballé, A. Díaz y M. Molas su colaboración en el trabajo de campo.