Objetivo. El objetivo del estudio es determinar la frecuencia de depresión en adultos mayores en la población adscrita a una unidad de primer nivel ubicada en la zona urbana de la Ciudad de México e identificar su relación con algunos factores de riesgo.
Diseño. Estudio descriptivo, exploratorio y transversal.
Emplazamiento y sujetos. Se efectuó en un marco de atención primaria en una muestra no probabilística de 384 adultos mayores de 60 años, que aceptaron participar voluntariamente en la Unidad de Medicina Familiar del Instituto Mexicano del Seguro Social en la Delegación Oriente del Estado de México.
Mediciones. Durante 2001 se exploraron el estado de ánimo y su relación con diferentes variables: sexo, edad, situación laboral, dependencia económica, función familiar, pluripatología, polifarmacia y actividad física. Para evaluar el estado de ánimo se utilizó la escala de depresión geriátrica de Yasavage y Brink con 30 ítems, que clasifica a los pacientes en con riesgo o sin riesgo de depresión. La función familiar se analizó a través del Apgar familiar. Se consideró pluripatología cuando coexistían 4 o más enfermedades y polifarmacia cuando el paciente recibía 4 o más medicamentos. Se entendió por actividad física la realización de ejercicio durante 30 min o más al día como mínimo 3 veces a la semana.
Resultados. La frecuencia de depresión fue del 72,1%, con un total de 277 pacientes. La población de adultos mayores con depresión estaba distribuida como se muestra en la tabla 1.
Para analizar la relación entre la depresión y las distintas variables se utilizó la prueba de la *2. Se obtuvo un valor de p menor de 0,05 en las siguientes variables: sexo femenino, dependencia económica, pluripatología, familia disfuncional y sedentarismo; el valor de p fue mayor de 0,05 en las siguientes: edad, actividad laboral y polifarmacia. Se evaluó el riesgo de las variables a través de la odds ratio con un intervalo de confianza del 95%. Presentaban un riesgo mayor de trastorno del estado de ánimo (depresión) las familias disfuncionales (7,5 más veces que las funcionales), el sexo femenino (4,2 veces más que el masculino), las personas sedentarias (3,5 más veces que las que realizaban actividad física) y las fue tenían dependencia económica (2,3 más veces que las que no tenían dependencia).
Discusión. Los resultados de este trabajo muestran una frecuencia de síntomas depresivos en los ancianos mucho mayor que la comunicada en la bibliografía, resultados probablemente vinculados con los múltiples factores de riesgo presentes en la población estudiada. En relación con estos factores, se corrobora la mayor frecuencia en mujeres, jubilados, pensionistas, sedentarios, con familias disfuncionales y con dependencia económica, resultados similares a los descritos en la bibliografía. Una vez establecido el diagnóstico situacional de los adultos mayores en relación con la depresión, se pueden planear las estrategias orientadas a disminuir el número de complicaciones.
Conclusiones. El envejecimiento mundial de la población y los fenómenos naturales que la acompañan hacen de los ancianos un grupo de alto riesgo para padecer depresión. En nuestro medio los resultados muestran una frecuencia mayor de la esperada, por lo que es obligado realizar acciones para disminuir en lo posible su presentación, actuar sobre los factores de riesgo susceptibles de ser modificados e informar a nuestra comunidad médica de los hallazgos de este estudio para que se incremente la vigilancia y se eviten riesgos en un grupo de por sí muy vulnerable.