Introducción. La espondilitis anquilosante (EA) es un trastorno reumático de carácter inflamatorio, sistémico y crónico que afecta principalmente al esqueleto axial, dando lugar característicamente a una sacroileítis. Sus manifestaciones clínicas comienzan generalmente al final de la adolescencia o al inicio de la edad adulta, y es raro el inicio a partir de los 40 años de edad. El motivo de esta carta de investigación es presentar el caso de 2 pacientes, atendidos en el último año en un centro de salud urbano, que fueron diagnosticados de EA tras comenzar con un cuadro febril.
Caso 1. Se trata de un varón de 31 años de edad, sin antecedentes de interés, que acude a consulta de atención primaria por presentar un cuadro de 15 días de evolución consistente en fiebre y astenia. En la exploración física se apreció una rigidez troncular, con limitación para los movimientos de la columna lumbar en los dos planos, y una disminución de las excursiones respiratorias, con una expansión torácica de 2 cm. Al preguntar al paciente, éste refirió que esa limitación la padecía desde hacía varios años, pero nunca había consultado por ello.
En la anamnesis no se puso de manifiesto ninguna focalidad infecciosa, ni otro dato que pudiera orientar el proceso, por lo que se solicitaron diversas pruebas (analítica, urocultivo, Mantoux y radiografía de tórax), que pusieron de manifiesto únicamente una elevación de los reactantes de fase aguda VSG y PCR.
El paciente fue remitido a la consulta de reumatología, donde se apreció en la radiografía de las articulaciones sacroilíacas una sacroileítis de grado III. Se estableció el diagnóstico de EA, pues según los criterios de New York la sacroileítis radiográfica más un criterio clínico (en este caso presentaba dos: limitación de los movimientos de la columna lumbar y disminución de las excursiones respiratorias) son suficientes para establecer el diagnóstico.
El paciente inició tratamiento con 50 mg de indometacina cada 8 h, desapareció la fiebre y se normalizaron los reactantes de fase aguda.
Caso 2. Mujer de 39 años de edad, sin antecedentes de interés salvo una alopecia areata universal juvenil. Es atendida en urgencias de su centro de salud por presentar un cuadro de malestar general y fiebre de 39,5 ºC de unas 3 semanas de evolución, con moderada pérdida de peso y anorexia. No se acompañaba de ningún otro dato salvo un discreto dolor en el costado izquierdo. En las pruebas complementarias que se solicitaron se apreció una elevación de los reactantes de fase aguda (VSG, 73; PCR, 139), y el resto de las pruebas (urocultivo, Mantoux y radiografía de tórax) fue normal.
Posteriormente, la paciente presentó dolores articulares de predominio inicial en los tobillos, los codos y las rodillas, y después en la región lumbar, persistiendo la fiebre, por lo que fue remitida al hospital de referencia. Durante su ingreso se apreció una importante elevación de VSG y PCR. Se realizó una tomografía computarizada de abdomen y pelvis, donde se observó una afección bilateral de ambas articulaciones sacroilíacas, por lo que se diagnosticó de EA de inicio.
La paciente inició tratamiento con piroxicam y mejoró clínica y analíticamente.
Discusión y conclusiones. La fiebre (intermitente o de larga evolución) puede ser debida a numerosas causas, como los procesos infecciosos y neoplásicos. Los procesos inflamatorios reumatológicos pueden ser igualmente causa de fiebre. Entre ellos, la EA raramente se asocia a manifestaciones sistémicas graves, pero tras revisar la bibliografía hallamos casos similares a los descritos, en los que la EA se inició con un síndrome febril asociándose con un curso más agresivo de la enfermedad. Por ello, algunos autores sugieren la inclusión de la EA entre las causas de fiebre de origen desconocido. Nuestro primer caso parece corresponder a una EA en evolución, dadas las limitaciones que ya presentaba el paciente en el momento del diagnóstico, pero llama la atención la buena respuesta al tratamiento con indometacina y la desaparición de la fiebre.