Sr. Director: Hemos leído con gran interés el original publicado en su Revista con el título «Efectividad de la prevención cardiovascular en atención primaria» de Antón García et al1.
Nos parece muy acertada la afirmación de que los programas multifactoriales son más útiles en la búsqueda activa de pacientes con alto riesgo para intervenir sobre ellos de forma prioritaria; sin embargo, no estaríamos de acuerdo cuando se asevera que la reducción del riesgo coronario en la población total estudiada ha sido escasa.
La utilización de la variación del riesgo cardiovascular como medida de efectividad de la prevención1-5 presenta, a nuestro juicio, ciertas limitaciones. En primer lugar, dado que la población general es en su mayoría de bajo riesgo, los efectos sobre la población de alto riesgo quedan difuminados. En segundo lugar, al hacer el cálculo del riesgo cardiovascular a los 5 años, hay que tener en cuenta el factor edad, que ya por sí mismo varía el riesgo y puede distorsionar los resultados.
El efecto poblacional comentado también es aplicable a factores de riesgo individual como, por ejemplo, en el caso de la presión arterial. ¿Qué utilidad tiene valorar una reducción de la presión arterial en una persona ya normotensa? Parece más útil conocer la prevalencia y el grado de control de la hipertensión para cuantificar posteriormente su repercusión en el descenso del riesgo cardiovascular.
Por otra parte, aunque las actuaciones sobre los estilos de vida parecen poco efectivas cuando se evalúan períodos cortos de tiempo, su impacto a largo plazo es importante. No hay que olvidar que las actuaciones sobre el hábito tabáquico, el consumo excesivo de alcohol y, en menor grado, sobre la obesidad son actividades con muy buen perfil de coste(efectividad porque, además de incidir en el riesgo cardiovascular, tienen un gran impacto sobre otras situaciones como los accidentes de tráfico, el cáncer, la bronquitis crónica y la artrosis.