Objetivo. Determinar el nivel de conocimientos sobre alimentación/nutrición y cómo se distribuye en la población adolescente escolarizada de la ciudad de Cádiz.
Diseño. Estudio descriptivo, transversal.
Emplazamiento. Centros educativos.
Participantes. Muestra formada por 630 sujetos, seleccionados de entre la población adolescente escolarizada de la ciudad de Cádiz.
Mediciones y resultados principales. La media encontrada en el nivel de conocimientos sobre alimentación/nutrición ha sido de 6,63 (sobre escala 0-13). No hemos hallado diferencias significativas del nivel de conocimientos según la percepción de proporcionalidad entre sus pesos y tallas, grado de preocupación por la grasa corporal y por engordar, realizar régimen alimentario, evitar algún alimento, tomar algún medicamento, fibras, infusiones u otros productos para adelgazar y realizar ejercicio físico o deporte. Con el IMC se ha rozado la significancia estadística.
Conclusiones. Hemos detectado un nivel medio de conocimientos sobre alimentación/nutrición, no estando éste distribuido de manera homogénea. Creemos que debe elevarse el nivel de conocimientos, pero además debe actuarse sobre otros factores determinantes de conductas saludables, para lo cual es necesario seguir investigando y contextualizar los comportamientos alimentarios.
Objective. To determine the level of knowledge about nourishment/nutrition and how this knowledge is distributed among school adolescent population in the town of Cádiz.
Design. Descriptive and transversal study.
Setting. Schools.
Participants. Sample of 630 subjects from the school adolescent population in the town of Cádiz.
Measurements and main results. The average level of knowledge about nourishment/nutrition is 6.63 (in a 0-13 scale). No significant differences were found according to the perception of proportion or disproportion in height and weight, level of concern about body fats and getting fat, diets, avoiding some food or taking some medication, dietary fibers and infusions or any other weight-reducing products and physical exercise and fitting. The relationship between the level of knowledge and the BMI is very close to statistical significance.
Conclusions. We found a middle level of knowledge about nourishment/nutrition. We think this level of knowledge should be raised and other factors determining healthy habits should be considered. It is necesary to go on with research and contextualize nourishment habits.
Introducción
En la actualidad se reconoce la tremenda importancia que tienen los estilos de vida sobre el nivel de salud de la población. Uno de los aspectos que influyen de manera decisiva sobre la salud es la conducta alimentaria.
Diversos trabajos han puesto de manifiesto la importancia y la elevada prevalencia en la población de hábitos alimentarios inadecuados1-3 y de trastornos y alteraciones relacionadas con la alimentación como obesidad4-8, anorexia nerviosa y bulimia nerviosa9-14. Todos los grupos de edad se ven afectados por inadecuadas conductas alimentarias, pero es en los primeros estadios de la vida donde estas cuestiones adoptan una primordial relevancia, ya que en estos momentos es cuando se adquieren e instauran gran parte de los hábitos que en muchos casos permanecerán durante toda la vida. La adolescencia es una época especialmente importante, debido a que además de lo mencionado anteriormente entre otras circunstancias los jóvenes son muy susceptibles a aceptar los mensajes que reciben, siendo además blanco preferido de los mensajes publicitarios y de las modas, se les incita a consumir determinados alimentos, actuar de determinadas maneras e incluso se les impone una imagen corporal ideal a seguir por todos, cuerpos fuertes, atléticos y musculosos, y sobre todo y en las chicas cuerpos delgados y esbeltos, lo cual influye decisivamente en los hábitos alimentarios de nuestros jóvenes15-21.
Para disminuir esta problemática disponemos de la educación para la salud1,3,21,22, y más específicamente la educación alimentaria/nutricional22-26, que se puede y se debe emplear en los tres niveles de prevención27.
En muchas ocasiones se puede comprobar que las distintas actividades educativas que se realizan no consiguen los efectos esperados en la población16, y es que las conductas están determinadas por distintos factores, como el entorno familiar, el medio escolar, el entorno social, la disponibilidad alimentaria, las modas y costumbres, las creencias, los medios de comunicación, etc.28, debiéndose tener muy en cuenta que la secuencia información/conocimiento/actitudes/conducta no se produce de manera automática, determinista29-31. La mera emisión de información o existencia de conocimiento no tienen por qué conllevar forzosamente cambio de comportamiento alguno, pero en cualquier caso son factores que influyen en los comportamientos.
Debido a que las conductas alimentarias y sus trastornos tienen una génesis multifactorial1,16,20,21,23,27,28,32, y para su modificación hay que tener en cuenta todos esos factores que de una u otra forma las condicionan32, pensamos que es importante estudiar esos factores y contextualizar los comportamientos alimentarios16,19.
En este trabajo nos centramos en el nivel de conocimientos sobre alimentación/nutrición que posee la población adolescente escolarizada de la ciudad de Cádiz, y pretendemos no sólo determinar cuál es ese nivel, sino también, y principalmente, determinar cómo se distribuye en la población estudiada.
El trabajo que realizamos puede enmarcarse en el diagnóstico educacional del modelo PRECEDE de Green et al33-35, en el contexto del proceso de planificación de programas o actividades de educación para la salud. Consecuentemente con lo expuesto, se pretende que los resultados de este estudio puedan ser tenidos en cuenta en la planificación de actividades de educación nutricional en la población estudiada.
Material y métodos
Hemos estudiado la población adolescente escolarizada de Cádiz capital (de 14-18 años de edad) a través de un estudio muestral, planteándose el mismo como descriptivo y transversal, de prevalencia.
La población bajo estudio estaba formada por un total de 12.249 sujetos, habiéndose estudiado a 630 de ellos (5,14% del total), lo que supera el tamaño mínimo de la muestra necesario para la representatividad de la misma en el caso mas desfavorable, es decir, suponiendo que p=q=0,5. Ello, con un *=0,05 y una precisión del 96%.
El muestreo realizado ha sido multietápico. En una primera fase el muestreo ha sido por conglomerados (6 colegios). Posteriormente la selección se realizó de manera estratificada y proporcional a los datos que se recabaron de la Delegación de Educación y según sexo, edad (14-18 años), tipo de estudio (FP, BUP/COU y ESO) y tipo de colegio (público y privado).
La recolección de datos se realizó a través de una encuesta autoinformada. El formulario, creado para tal fin, fue pilotado y consecuentemente corregido.
Se han recogido distintos datos sobre los hábitos alimentarios y factores relacionados con la alimentación, como percepción del propio cuerpo, preocupación por el mismo, realización de dietas o regímenes, realización de ejercicio físico, etc.
Para determinar el nivel de conocimientos sobre alimentación, se creó un cuestionario con 13 ítems, transformándose en una escala en la que los individuos podían obtener una puntuación que oscilaba entre 0 y 13.
Se realizó igualmente una encuesta alimentaria de 24 horas, en la que se recogieron datos de los alimentos que los individuos consumieron el día anterior a que se les realizara la prueba. Con estos datos se elaboró una escala de «calidad alimentaria».
Además de los datos obtenidos a través de la encuesta, los sujetos estudiados fueron pesados y tallados.
Para el análisis de los datos se han utilizado distintas pruebas estadísticas según las necesidades y características de las variables; así pues se han usado, además de porcentajes, percentiles, medias, desviaciones, medianas y modas, pruebas estadísticas como t de Student, análisis de variancia (ANOVA), prueba de Kruskal-Wallis, coeficiente de correlación de Pearson e intervalos de confianza, siempre trabajándose a un nivel de confianza mínimo del 95% (p<0,05).
Resultados
Para describir la muestra, aunque sea brevemente, cabe decir que está compuesta por sujetos de 14-18 años, con una edad media de 15,9 años y una mediana (P50) de 16 años. El 56,3% de los sujetos es de sexo masculino (un 43,7% de sexo femenino). El 79,7% estudia en centros públicos y el 20,3% en privados. Y por último un 29,2% estudia FP, el 29,7% BUP/COU y el 41,1% ESO.
Hemos encontrado un nivel de conocimientos sobre alimentación/nutrición cuya media ha sido de 6,63 (Sx=2,332), con una moda de 6 y una mediana (P50) de 7. (Hay que recordar que hemos trabajado el nivel de conocimientos en forma de escala, cuyo rango oscila entre 0 y 13) [fig. 1].)
No se han encontrado diferencias estadísticamente significativas del nivel de conocimientos sobre alimentación según sexo, obteniendo el masculino una media de 6,65 (Sx=2,44) y el femenino de 6,61 (Sx=2,2) (fig. 2).
El nivel de conocimientos es superior (p<0,001) entre los sujetos que estudian en los centros privados (X=7,76) (Sx=2,24) que entre los que lo hacen en centros públicos (X=6,34) (Sx=2,27), pero hay que tener en cuenta que estos 2 grupos que se han comparado están conformados de manera distinta; así, por ejemplo, alumnos de ESO sólo se han encontrado en centros públicos, por lo que si comparamos lo realmente homogéneo (en un intento de controlar la variable tipo de estudios), es decir el nivel de conocimientos de los alumnos de BUP/COU de centros públicos (X=8,59) (Sx=2,24) con el de los alumnos de BUP/COU de centros privados (X=7,76) (Sx=2,24) encontramos que es superior en los centros públicos (p<0,026), no siendo en ninguno de los 2 casos anteriores estas relaciones o diferencias en el nivel de conocimiento atribuibles o justificadas por divergencias de edad en los grupos (fig. 2).
Es también mayor el nivel de conocimientos (p<0,001) entre los individuos que estudian BUP/COU (X=8,02) (Sx=2,42) que entre los que estudian ESO (X=6,27) (Sx=1,99) y éste, a su vez, mayor (p<0,003) que el encontrado en FP (X=5,73) (Sx=2,08). Al igual que ocurría en el caso anterior, estas divergencias no son atribuibles a diferencias de edad en los grupos (fig. 2).
El coeficiente de correlación (r) encontrado entre nivel de conocimientos y el índice de masa corporal (IMC, BMI o índice de Quetelet=peso/talla2) es de 0,08, lo cual es un valor muy bajo (IC del 95%: 0,15
Los coeficientes de correlación entre el nivel de conocimientos, por una parte, y el grado de preocupación por la grasa que se tiene en el cuerpo, y por la posibilidad de engordar, por otra, son de 0,02 (IC del 95%: 0,06 En el caso del nivel de conocimientos y la «calidad de la alimentación» (determinada en base a la encuesta alimentaria de 24 horas) el coeficiente de correlación encontrado es de 0,15, existiendo por tanto correlación directamente proporcional y estadísticamente significativa aun siendo ésta baja (IC del 95%: 0,07 No se han encontrado diferencias estadísticamente significativas entre el nivel de conocimientos de los sujetos que perciben proporción entre sus pesos y tallas (X=6,74) (Sx=2,4) y el de los que creen que su peso y su talla están desproporcionados (X=6,52) (Sx=2,26) (tabla 1). No hemos encontrado diferencias estadísticamente significativas del nivel de conocimientos de los sujetos que en el momento de ser estudiados estaban realizando régimen alimentario (X=6,52) (Sx=2,29) y de los que no lo estaban realizando (X=6,65) (Sx=2,34), y tampoco de los que evitaban algún alimento (X=6,65) (Sx=2,47) y de los que no lo evitaban (X=6,68) (Sx=2,23) (tabla 1). Tampoco se han encontrado diferencias estadísticamente significativas del nivel de conocimientos entre los sujetos que toman o han tomado medicamentos para adelgazar (X=6,3) (Sx=1,87) y los que no lo hacían (X=6,65) (Sx=2,36), ni entre los que consumen o han consumido fibras, infusiones u otros productos para adelgazar (X=6,76) (Sx=2,62) y los que no lo han hecho (X=6,66) (Sx=2,31) (tabla 1). No se ha encontrado una diferencia estadísticamente significativa del nivel de conocimientos entre los que practican algún tipo de ejercicio físico o deporte (X=6,7) (Sx=2,31) y los que no lo hacen (X=6,1) (Sx=2,48), pero hay que tener en cuenta que el valor de p hallado ha sido de 0,064 (cercano a 0,05 y, por lo tanto, a la significación) (tabla 1). Sí se han encontrado diferencias estadísticamente significativas del nivel de conocimientos según se pasen períodos de ayuno «nunca», «ocasionalmente» o «con frecuencia», siendo mayor (p<0,016) en los individuos que no lo hacen nunca (X=6,76) (Sx=2,39) que en los que lo hacen con frecuencia (X=5,71) (Sx=2,37). El nivel de conocimientos de los que los que lo realizan ocasionalmente (X=6,49) (Sx=2,06) roza la significación estadística (mayor nivel de conocimientos) respecto a los que lo hacen con frecuencia (p=0,059) (tabla 1). El nivel de conocimientos es también superior (p<0,025) entre las personas que dicen no haber sufrido nunca un apetito enorme, desmedido, a deshora y sin justificación (X=6,84) (Sx=2,38), que entre los que sí lo han presentado (X=6,41) (Sx=2,2) y entre los que dicen no haberse provocado nunca el vómito después de comer sin estar enfermos (X=6,69) (Sx=2,28) que entre los que se lo han provocado ocasionalmente (X=6,04) (Sx=2,7), encontrándose una p<0,039. Sólo 7 sujetos dicen haberse provocado el vómito con frecuencia, por lo que, al ser un número bajo de casos, es posible que esto condicione que la prueba estadística haya tenido poca potencia para detectar las eventuales diferencias (tabla 1). Discusión Hemos detectado un nivel medio de conocimientos sobre alimentación/nutrición en la población estudiada, acercándose al valor medio de la escala que se ha utilizado (6,63 sobre rango 0-13). No queremos caer en la subjetividad de calificar el nivel de conocimientos hallado como bajo o inadecuado, pero a pesar de ello, y teniendo en cuenta que el valor encontrado no se acerca a los valores máximos posibles, que sería probablemente lo ideal, pensamos que se debería mejorar la información alimentaria/nutricional que posee la población estudiada. El mayor nivel de conocimientos sobre alimentación/nutrición encontrado entre los individuos que estudiaban BUP/COU o ESO que entre los que lo hacían en FP puede tal vez estar influido o justificado entre otros factores por la mayor formación académica que generalmente se presupone en esos individuos, lo cual no creemos que sirva para justificar las diferencias encontradas entre los alumnos de BUP/COU y los de ESO, no estando tampoco justificadas por diferencias de edad en los grupos. Creemos que es de destacar el hecho de que hayamos encontrado un mayor nivel de conocimientos sobre alimentación/nutrición entre los individuos que cursaban estudios en centros públicos que entre los que lo hacían en centros privados (al comparar sólo los alumnos de BUP/COU por las razones expuestas en el apartado de resultados), centros privados donde con carácter general se supone que la formación es superior. Podría suponerse a priori que el nivel de conocimientos sobre alimentación/nutrición sería mayor entre aquellas personas que tuviesen situaciones o hábitos más saludables y viceversa, entendiéndose los conocimientos como uno de los factores predisponentes de las conductas33-35, pero no debemos pasar por alto que los conocimientos no son los únicos factores involucrados en el cambio y mantenimiento de las conductas, sino que éstas también se hallan determinadas por otros factores como las actitudes, valores, percepciones, destrezas y habilidades de las personas, recursos, etc.33-35 Otra cuestión a tener en cuenta es que aquellos individuos con trastornos relacionados con la alimentación, como obesidad, anorexia nerviosa y bulimia nerviosa, o estados y conductas relacionados con estos trastornos como rechazo a mantener un peso normal, miedo a ganar peso, alteración de la percepción del peso o la silueta corporales, presencia de atracones recurrentes y conductas compensatorias inapropiadas, etc.13,36, pudieran estar especialmente sensibilizados o motivados hacia la información nutricional, por estar relacionada con el problema que sufren y así poseer un elevado nivel de conocimientos sobre aspectos alimentarios. Todo esto es lo que tal vez justifique los resultados que hemos obtenido, siendo éstos no uniformes respecto a la relación entre el nivel de conocimientos y las situaciones y conductas (variables) estudiadas. Así, no hemos encontrado relación o diferencias significativas entre el nivel de conocimientos y diversas variables como percepción de proporción o desproporción entre sus pesos y tallas, grado de preocupación por la grasa del cuerpo, grado de preocupación por engordar, estar realizando régimen alimentario, evitar en la dieta algún alimento, tomar o haber tomado algún medicamento, fibras, infusiones u otros productos para adelgazar y realizar algún tipo de ejercicio físico o deporte. Hemos encontrado un mayor nivel de conocimientos sobre alimentación/nutrición entre aquellas personas con mayor «calidad de la alimentación» (tanto general, como la del desayuno, almuerzo y cena), entre los que nunca pasan períodos de ayuno, entre los que dicen no haber sufrido nunca un apetito enorme, desmedido, a deshora y sin justificación, y entre los que dicen no haberse provocado nunca el vómito después de comer sin estar enfermos. Y, por último, comentar que esta relación ha rozado la significación estadística (correlación directamente proporcional) en el caso del IMC. Para finalizar, nos permitimos establecer las siguientes conclusiones: El nivel de conocimientos sobre alimentación/nutrición encontrado ha obtenido un valor intermedio en la escala utilizada, no estando distribuido homogéneamente en la población estudiada, al menos, según algunas de las variables empleadas. Creemos que puede y debe aumentarse el nivel de conocimientos sobre alimentación/nutrición de la población estudiada. Pero no debe sólo hacerse hincapié en la información, sino además en otros aspectos que predispongan, faciliten y refuercen las conductas saludables relacionadas con la alimentación. Para poder realizar el punto anterior, pensamos que es necesario seguir investigando para conseguir contextualizar los comportamientos alimentarios y descubrir las relaciones e influencias que distintos factores tienen sobre estos comportamientos.