Sr. Director: En relación con el interesante artículo «Actitud ante una mujer posmenopáusica que consulta por sofocos y dispareunia» de los doctores Sánchez Mariscal et al1, publicado en el número de febrero de esta Revista, quisiera añadir unos comentarios acerca de la densitometría ósea y sus indicaciones.
La definición actualmente aceptada de osteoporosis es la de una enfermedad esquelética sistémica caracterizada por una masa ósea baja y un deterioro de su microarquitectura, que aumenta la fragilidad ósea y el riesgo de fracturas. Aunque también contribuyen otros factores, esta definición implica que la masa ósea es el principal determinante para que se produzca una fractura y, de hecho, su cuantificación es la base diagnóstica de la osteoporosis2. Así, la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1994 propuso un umbral de densidad mineral ósea (DMO) con fines diagnósticos, que procede de la distribución de la masa ósea en mujeres jóvenes sanas3 Debido a que la masa ósea en la población tiene una distribución normal los valores de DMO se expresan en forma de valores absolutos (g/cm2) y en desviaciones estándar, en relación con una población de referencia, reduciendo el problema asociado a las diferencias de calibración de instrumentos.
Según la definición de la OMS, alrededor de un 30% de las mujeres posmenopáusicas tienen osteoporosis3. Estos datos coinciden con el riesgo de fractura que tiene una mujer a lo largo de su vida, que es del orden del 40%, y apoyarían el hecho de que entre un 85% y un 95% de las fracturas por fragilidad se asocian a una osteoporosis densitométrica. La baja sensibilidad de la densitometría ósea hace que no pueda recomendarse como técnica de cribado poblacional, aumentando su sensibilidad clínica cuando la masa ósea se mide en personas que presentan diversos factores de riesgo de fractura4.
Aunque la predicción del riesgo de fractura es mejor cuando se mide la DMO directamente en los huesos que se afectan con mayor frecuencia (columna vertebral y cadera), la medición en huesos periféricos es técnicamente más fácil. Múltiples estudios transversales y prospectivos, sugieren que la medición ultrasónica del hueso periférico puede ser una alternativa rápida y sin irradiación para determinar el riesgo de fractura5.
En nuestro estudio, realizado en mujeres posmenopáusicas6, se determinó la masa ósea a través de una ultrasonografía ósea cuantitativa (UOC). Ésta mostró que un 50,4% de las mujeres tenía osteoporosis. Si hubiéramos aplicado los criterios de indicación de densitometría de la Agència d'Avaluació de Tecnología Mèdica y de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, sólo estarían indicadas el 55,6% de las densitometrías. De las que no lo estaban, en un 41,2% la ultrasonografía ósea mostró osteoporosis.
Esto podría justificar la integración de la UOC entre las estrategias de cribado en atención primaria para identificar a mujeres posmenopáusicas en riesgo de sufrir facturas osteoporóticas.