Introducción. El aumento de la población anciana es consecuencia del incremento de la esperanza de vida, presentando una elevada prevalencia de enfermedades crónicas e invalidantes, con la consiguiente demanda de ayuda médica, social y familiar. Llamamos cuidador principal (CP) a la persona que asume la responsabilidad total en la atención y el apoyo diario a este tipo de pacientes1. La tarea de cuidar conlleva una amplia variedad de problemas de orden físico, psíquico y sociofamiliar que es necesario conocer, diagnosticar precozmente y tratar de prevenir2.
Objetivo. Conocer el perfil del CP de nuestro programa de atención domiciliaria, así como las consecuencias para su propia salud y posibles factores de riesgo asociados.
Diseño. Estudio observacional transversal.
Emplazamiento. Área básica de salud urbana (ABS) y docente que atiende a 20.000 habitantes aproximadamente.
Participantes. Muestra consecutiva de 58 pacientes adscritos al programa de atención domiciliaria de nuestro ABS. Rechazamos aquellos pacientes institucionalizados o aquellos cuyo CP era un profesional contratado.
Medidas e intervenciones. Mediante encuesta telefónica recogemos las variables del cuidador: edad, sexo, estado civil, parentesco, tiempo que lleva ejerciendo como CP, la ayuda que recibe y si presentaba problemas de insomnio. Se administra la escala de ansiedad-depresión de Golberg (EADG)3, que permite clasificar a los sujetos en normal, probable ansiedad (>= 4 en la subescala ansiedad), probable depresión (>= 2 en la subescala depresión) y probable caso de malestar psíquico cuando puntúa por encima del umbral en cualquiera de las dos subescalas. Se recogen también los datos del paciente a su cuidado: edad, sexo, patología crónica, años desde el inicio de los cuidados y grado de deterioro (según escala Barthel).
Resultados. Los 58 CP estudiados tenían una edad media de 57,3 años (DE, 13,4) siendo el 89,3% mujeres y el 10,8% varones. El CP era el cónyuge del enfermo en un 34,5% (16 mujeres y 4 varones), un hijo/a en un 58,6% (32 mujeres y 2 varones) y en un 6,9% era un hijo/a político (4 mujeres). El tiempo medio que llevaban ejerciendo de CP fue de 6,8 años (intervalo, 2 meses a 30 años). Un 72,2% de cuidadores declaraba no recibir ninguna ayuda en el cuidado del paciente. Sólo un 16% trabajaba fuera de casa. Un 31% tenía problemas de insomnio. La edad media del paciente que tenía a su cuidado era de 79,7 (DE, 12,04). La escala de dependencia de Barthel fue: el 14,2% independientes, el 44,6% tenían una dependencia leve-moderada y el 41,1% tenía dependencia grave-total.
En 31 sujetos se detectó una probable ansiedad mediante la EADG, 32 presentaban una probable depresión y 23 sujetos tenían ansiedad y depresión simultáneamente. En un total de 41 CP se diagnosticó un probable malestar psíquico.
Conclusiones. El rol de cuidador principal puede ser estresante, destacando que un 71,4% de cuidadores principales está en situación de malestar psíquico. Por su alta vulnerabilidad, el médico de familia debe encaminar sus esfuerzos a una detección precoz para detectar cualquier situación de riesgo4. Así, en caso de confirmarse, aportar los consejos y recursos necesarios para aliviar esta situación; en definitiva, cuidar al cuidador.