Sr. Director: Hemos leído con gran interés la réplica a nuestro artículo realizado por Ferrer et al1.
De su experiencia, podemos afirmar que, tal como nosotros defendemos, hay grupos de riesgo diana para la vacunación antigripal (VAG) necesitados de una intervención programada, que están incluidos en los grupos de riesgo para la VAG aceptados institucionalmente, y que incluso son atendidos por nosotros sin que lleguen a tener acceso a la vacuna2,3.
También se hace evidente que, con los sistemas de información disponibles, es posible diseñar intervenciones simples altamente eficientes, y que en este caso tienen una relación coste-efectividad muy favorable y una repercusión sobre la morbimortalidad evitable fuera de toda duda.
El ageísmo, discriminación por edad citado por los autores como uno de los factores a destacar en su análisis, nos parece un acertado elemento más que añadir a la relación de problemas que hay que analizar para implementar la VAG. Añadiríamos también cualquier otro grupo de pacientes que puedan ser objeto de la «ley de los cuidados inversos» descrita por Hart4, según la cual se presta mayor atención a las personas que se encuentran en menor riesgo, relegando por tanto a un segundo plano a aquéllos con mayores problemas y que, generalmente, tienen menor acceso a nuestros cuidados sanitarios.
Tal como recientemente ha comentado M. Soler Torroja, nuestro sistema sanitario está todavía en exceso centrado en un modelo curativo, y es fundamental reorientarlo hacia un modelo en el que haya un equilibrio entre la prevención y la promoción de la salud y las intervenciones curativas, para poder dar respuesta a las necesidades de salud de los ciudadanos5.
La reorganización del trabajo multidisciplinario en los equipos de atención primaria, la gestión propia de las consultas de atención primaria, junto con la implicación de la administración sanitaria para mejorar o eliminar las barreras administrativas existentes, de cara a permitir una atención más eficiente y una mayor satisfacción de los profesionales, son elementos necesarios para conseguir una intervención sanitaria de óptima calidad asistencial6. No obstante, el trabajo realizado por Ferrer et al nos demuestra una vez más que, a pesar de todo poder es querer.