Sr. Director: En lo que a nosotros respecta, agradecemos a los autores de la anterior carta al director el interés mostrado por nuestro artículo1, además de mostrar nuestro agradecimiento por el sentido constructivo y la expresión amable de su carta.
Indudablemente estos comentarios enriquecen y completan nuestra propuesta en el sentido de que los «mapas» no pueden sustituir la actitud reflexiva del «aventurero», más aún si además va seguido por una acción consecuente.
Como se puede comprobar, aunque probablemente no destacado lo suficiente, sí mencionamos el método reflexivo, que reconocemos como fundamental a la hora de formar residentes, aunque completado y acompañado de otros métodos docentes.
Al hilo de su reflexión se nos ocurre, como visión, que el navegador GPS no puede sustituir a la capacidad de reflexionar y tomar decisiones (tal como demuestra la realidad), incluso en contra de las indicaciones que nos haga. Pero esto es sentido común, y el mapa se debe entender como una ayuda para saber por dónde caminar en una dirección, a falta de otra orientación mejor; y aunque el mapa por sí solo no consiga llevarnos al destino deseado.
Modestamente (como primer autor del artículo), he intentado aplicar el proceso reflexión-acción en mi actividad formativa con residentes2-10. Y estas iniciativas me han reportado muchas satisfacciones formativas, profesionales y personales. Pero a pesar de ello no veo incompatibilidad, sino complementariedad en ambos enfoques.
No completar el aprendizaje de un cierto contenido formativo (no llegar a un destino) no es un fracaso, pero tras el ciclo de reflexión-acción, quizá un mapa nos podría servir de ayuda. Si no es así, como con gran sentido de la realidad solemos hacer los médicos de familia, guárdese el mapa o el GPS para mejor ocasión.
De nuevo, gracias por la oportunidad de participar en este enriquecedor cambio de opiniones.