El artículo «Identificación de problemas de conducta y emocionales en niños prematuros en el ámbito de atención primaria»1 realiza un interesante estudio transversal y descriptivo acerca de las alteraciones psicológicas y comportamentales de niños del Hospital Universitario Central de Asturias. El diagnóstico de problemas relacionados con el bajo peso al nacer es fundamental debido al progresivo aumento de la supervivencia de los prematuros pero, sin embargo, sigue limitado. Conviene plantear las dificultades de detección de las alteraciones emocionales y conductuales en el ámbito psicológico de la atención primaria. Como explica el artículo de Alcántara-Canabal et al., la falta de formación en trastornos de comportamiento y la poca eficacia diagnóstica suponen una limitación importante. En el estudio realizado se aplicaron los niveles 1 (educación infantil) y 2 (educación primaria) del cuestionario Sistema de Evaluación de la Conducta de Niños y Adolescentes (BASC) en la versión para padres para demostrar su utilidad2. También cabe precisar el sesgo que pueden suponer los padres en la sobrevaloración o subestimación de la conducta de sus hijos. Este cuestionario fue diseñado para ser utilizado principalmente por psicólogos, y suele acompañarse del uso de otras escalas de puntuación. Otros métodos de diagnóstico son el Conners para el TDAH, el cuestionario DSM-53 o el strengths and difficulties questionnaire (SQD)4, sensibles para identificar algunos trastornos. La importancia de la detección precoz recae en la persistencia de estos trastornos en la adolescencia y la etapa adulta. Cuanto menor es el peso al nacer, más probabilidad hay de tener problemas conductuales. Además, se observan diferencias en el tipo de problema (hiperactividad, déficit de atención, somatización, internalización, etc.) según la edad y el género, por lo que sería interesante realizar un seguimiento de los niños prematuros. Los síntomas emocionales, por ejemplo, aumentan durante la adolescencia, como explica el artículo de Linsell et al.5 y existe una alta correlación entre el cribado positivo en la niñez y resultados en adultos. También es interesante tener en cuenta que algunos perfiles psicológicos pueden complicar su detección ya que predominan síntomas poco perceptibles.
Por otra parte, nos podemos plantear la utilidad preventiva del diagnóstico precoz: ¿podría ser beneficioso o perjudicial para la familia informarles de la susceptibilidad a desarrollar trastornos psiquiátricos? A parte de un peso inferior a 1.500g, hay otros aspectos relacionados con la gestación, la crianza y el ambiente individual que se asocian a los trastornos emocionales y comportamentales. Según la OMS, una buena educación, la nutrición, el cuidado del ambiente y de la vivienda y el fortalecimiento de redes sociales pueden mejorar la salud mental.
Todos estos resultados, teniendo en cuenta las limitaciones del estudio, expresan la necesidad de mejorar la formación de los profesionales y el uso de cuestionarios u otros métodos para detectar los problemas conductuales e emocionales en la atención primaria y evaluar la posible necesidad de derivarlos a servicios psiquiátricos infantiles.