40 s de duración explicando qué es una EFG. Seguidamente se completó un cuestionario de 18 preguntas. Se analizó de forma descriptiva la muestra calculando frecuencias y aplicando un análisis bivariante relacionando la variable «aceptación del cambio» con las demás. Resultados. El 71% de los participantes aceptó el cambio a EFG. El 29% que no lo hizo alegó en un 67,4% que prefería consultarlo con el médico que lo prescribió, en un 45,1% que no iba a tener el mismo efecto, un 16,1% creyó que al ser más barato sería peor y otro 16,1% refirió que en caso de que le supusiera más gasto cambiaría. El médico percibió malestar en el paciente en un 23,4%, y se sintió él mismo satisfecho con la entrevista en un 83,9%, indiferente en un 12,9% e insatisfecho en un 3,2%. Conclusiones. Proporcionar información al paciente y permitirle participar en la decisión del cambio de medicación resulta muy ventajoso, ya que así se consigue el cambio en casi tres cuartas partes de los casos con un mínimo desgaste profesional
y manteniendo una buena relación médico-paciente.
Introducción
Es conocida la política de promoción de medicamentos genéricos que se viene desarrollando en los países de nuestro entorno en los últimos años, dentro del contexto de contención del gasto sanitario y de un uso racional del medicamento1.
En España, desde que en 1996 se introdujo legalmente el concepto de especialidad farmacéutica genérica (EFG)2, se han aplicado diferentes medidas estructurales para fomentar la implantación de EFG en el mercado, teniendo en cuenta todos los ámbitos: el marco legal, las compañías farmacéuticas y las oficinas de farmacia, los ciudadanos y los profesionales sanitarios3.
Entre las medidas legales destaca el Real Decreto 1035/19994, mediante el que se establece el sistema de precios de referencia. Éste ha supuesto la reducción de los precios de los productos de marca y la incorporación al mercado de numerosas EFG. Desde septiembre de 1999 a septiembre de 2001 el número de principios activos existentes como genéricos ha pasado de 57 a 86, que traducido a especialidades genéricas supone un aumento de 307 a 9945.
Se han adoptado acuerdos con las oficinas de farmacia, incrementando sus márgenes comerciales del 27,9 al 33% para las EFG y se han realizado campañas de información ciudadana desde el Ministerio de Sanidad5.
Entre las medidas adoptadas con los médicos en algunos servicios de salud debemos resaltar dos, la implantación de un sistema de información periódica al médico sobre su prescripción (incluyendo gasto y porcentaje de genéricos6) y el establecimiento de incentivos (introduciendo conceptos de productividad variable asociada con la prescripción de genéricos).
La calidad, seguridad y eficacia de las EFG están aseguradas7,8 al depender su autorización de una rigurosa aplicación de la legislación2. Éstas aportan, por tanto, las mismas garantías que el medicamento original9 y se ofrecen al prescriptor y al sistema como una alternativa más coste/efectiva, siempre y cuando la indicación del principio activo sea correcta10.
Los médicos están cada vez más sensibilizados11 con el uso de los genéricos. En diciembre de 2000 ya se había superado el objetivo del 5% de cuota de mercado marcado por la Administración Sanitaria para 2002, aunque cabe señalar que existen diferencias territoriales; es superior al 7,6% en el territorio INSALUD5.
A su vez los pacientes están más informados de las ventajas de utilizar genéricos. Diversas encuestas señalan que el 50% de los usuarios sabe qué es un genérico y que más del 80% de los pacientes conoce que es igual de eficaz que un medicamento de marca5.
Sin embargo, en la práctica diaria de la consulta de atención primaria puede parecer difícil la sustitución de la medicación crónica que un paciente viene tomando habitualmente por su correspondiente EFG12. Esta situación es un ejemplo más del papel bisagra del médico de familia13, que en su labor directa de cara al público hace de mediador entre la Administración y los pacientes ante la implantación de nuevas estrategias.
De forma progresiva se va tomando mayor conciencia de la importancia del consentimiento informado14 como proceso en la relación médico-paciente. Por esta razón en este estudio se pretende facilitar una información comprensible y en cantidad suficiente para que el paciente pueda decidir si le conviene el cambio15. Ir dando pasos desde actitudes paternalistas a otras más participativas es hoy día un criterio de calidad que viene de la mano del cambio de paradigma en las relaciones entre sanitarios y usuarios del sistema sanitario16.
El objetivo principal del presente trabajo es determinar la proporción de pacientes que, tras una explicación adecuada, se muestran partidarios del cambio a medicación genérica y en qué medida este planteamiento de sustitución ocasiona malestar en el paciente17 y desgaste en el médico. Los objetivos secundarios son determinar si existe relación entre la aceptación del cambio a EFG y determinadas características del paciente, la medicación y el médico, y analizar algunas de las causas de la resistencia al cambio.
Material y métodos
Estudio descriptivo transversal realizado entre los meses de julio a octubre de 2000 en el Centro de Salud de Boadilla del Monte y el consultorio local de Alpedrete, ambos pertenecientes al Área Sanitaria 6 de Madrid.
Se incluyó a todos los pacientes que acudieron a la consulta y fueron susceptibles de cambiar alguno de los medicamentos que precisaban habitualmente por su correspondiente genérico (113 casos). Se excluyeron los casos en que existió dificultad importante de comunicación (por problemas de idioma o de audición) y aquellos en los que el paciente no estuvo presente y el familiar declinó la responsabilidad del cambio. Los 6 casos excluidos lo fueron por esta segunda razón.
Participaron tres médicos de familia, dos de ellos atendiendo su consulta habitual y el tercero a las personas desplazadas durante el período vacacional. El número de casos incluidos en la muestra fue de 107. A todos los pacientes se les administró la misma información verbal sobre medicamentos genéricos, de una duración aproximada entre 40 y 60 s (tabla 1). A continuación se realizó un cuestionario oral, que se recoge en la figura 1.
Figura 1. Ficha de recogida de datos.
Para analizar los datos se empleó el paquete estadístico SPSS. Se realizó, en primer lugar, un análisis descriptivo de la muestra calculando frecuencias. A continuación, mediante los tests de hipótesis de la χ2 y de la t de Student se aplicó un análisis bivariante, en que se relacionaba la variable aceptación del cambio con el resto de variables recogidas.
Resultados
El 71% de los pacientes (76 sobre los 107 de la muestra) aceptó el cambio a medicación genérica. El médico percibió malestar en el paciente en un 23,4% de los casos. Él mismo se sintió satisfecho con la entrevista en un 83,9%, indiferente en un 12,9% e insatisfecho en un 3,2%.
Un 51% de los pacientes sabía qué es un medicamento genérico y un 12,1% lo consumía o lo había consumido previamente. En el 73% de los casos el paciente se encontraba físicamente en la consulta. La edad media era de 66,5 años, y había un 56,1% de varones y un 43,9% de mujeres. El 77,6% eran pensionistas y el 22,4%, activos. Un 67,3% estaba polimedicado y consumía dos o más fármacos. El médico que planteó el cambio a EFG fue el habitual en el 24% de los casos. El fármaco sobre el que se planteó el cambio fue prescrito inicialmente por el médico habitual de atención primaria en el 41,1% de los casos, por un especialista en el 54,2% y por otro profesional en el 2,8%. El nivel de estudios de los pacientes era el siguiente: analfabetos, 2%; estudios primarios, 25%; estudios secundarios, bachillerato o formación profesional, 42%, y diplomados y licenciados, 31%.
Del 29% de los pacientes que no aceptaron el cambio, un 67,4% prefería consultarlo con el médico que se lo prescribió inicialmente, un 45,1% opinaba que el medicamento no iba a tener el mismo efecto, un 16,1% creía que, al ser más barato, sería peor, y un 16,1% refería que en caso de que le supusiera más gasto sí cambiaría.
No se ha encontrado asociación estadísticamente significativa entre la aceptación del cambio a genéricos y alguna de las variables estudiadas.
Discusión
La medicina es el arte de producir pequeños cambios en el paciente, que beneficien tanto a éste como a la comunidad. Con este estudio se pretende valorar la dificultad de un cambio en el tratamiento habitual de distintas personas, cambio que se consigue únicamente proporcionando información al paciente y permitiéndole participar en la decisión, sin forzar ni imponer el criterio de autoridad. Actuar de esta forma produce poco desgaste en el profesional, y ayuda a mantener una buena relación médico-paciente basada en la confianza y la capacidad de decisión de este último. El consentimiento informado como proceso longitudinal a lo largo del tiempo aporta calidad a la actuación médica y fortalece la relación con el usuario. En los últimos años la bioética ha puesto claramente de manifiesto la necesidad de transformar actitudes de asistencia sanitaria desde posturas paternalistas a otras más participativas.
El hecho de que el 75% fuesen pensionistas da más relevancia al elevado porcentaje de pacientes que aceptan cambiar su tratamiento, ya que a priori esta población podría parecer menos susceptible a los cambios.
Por otra parte, este estudio no ha permitido encontrar ninguna característica del paciente, la medicación en sí misma o el médico que se asocie con una mayor facilidad o dificultad para el cambio a medicación genérica. Probablemente, utilizando una muestra de mayor tamaño sí hallaríamos alguna asociación estadísticamente significativa con alguna de las variables estudiadas.
Respecto al análisis de las causas que alegan los pacientes que no aceptan el cambio destacan como principales las dudas sobre su eficacia y la preferencia de que sea el prescriptor inicial el que proponga el cambio. Estas dos reticencias se pueden paliar con más campañas de información y con un mayor uso de genéricos en la atención especializada. El precio no es un factor favorecedor del cambio, puesto que no se piensa que el fármaco sea de peor calidad por ser más barato. Esto puede explicarse porque la muestra está mayoritariamente constituida por pensionistas y porque probablemente tenga mayor relevancia el consejo de un profesional sanitario que el supuesto ahorro. La limitación de estos resultados está en el hecho de haber sido obtenidos mediante un cuestionario cerrado con cuatro opciones, de las que el paciente podía elegir una o más, ya que se corre el riesgo de inducir las respuestas. Sin embargo, un cuestionario abierto hubiera dificultado mucho el análisis.
Una observación que aporta verosimilitud al estudio es el hecho de que el porcentaje de pacientes de la muestra que conoce qué es un medicamento genérico (51%) coincide con los datos del Ministerio de Sanidad y Consumo.
Por último, llama la atención el alto porcentaje de pacientes que consumen de forma crónica dos o más medicamentos (67,3%). Esta población se beneficia especialmente del cambio a medicación genérica, ya que precisamente una de sus ventajas es evitar la duplicidad de los tratamientos, muchas veces inducida por la gran variedad de nombres comerciales aplicados al mismo principio activo.
Consideramos como valor añadido al estudio el hecho de seguir escrupulosamente los criterios de consentimiento informado, lo que dota a la actuación médica de mayor grado de calidad y permite que el proceso relacional médico-paciente continúe de forma positiva.
En conclusión, con los datos expuestos, consideramos que resulta muy ventajoso invertir menos de un minuto del tiempo de consulta en proporcionar al paciente una mínima información sobre EFG, que permitirá un cambio de medicación habitual a genérica en casi tres cuartas partes de los casos.
Correspondencia: Salvador S. Casado Buendía. C/ Rosalía de Castro, 3. 28420 La Navata. Madrid. España. Correo electrónico: scasadob@papps.org
Manuscrito aceptado para su publicación el 8-IV-2002.