Sr. Director:
La cualidad de las pruebas derivadas de los estudios diagnósticos ha sido y es, en líneas generales, de moderada a baja1. La conclusión del artículo de Llor et al2 de recomendar el uso de la técnica antigénica rápida (TAR) para estreptococo betahemolítico del grupo A (EBHGA) en población (mayoritariamente adulta) con odinofagia y 2 o más de los criterios Centor en las consultas de atención primaria no está justificada debido, fundamentalmente, a la falta de resultados de salud de la población estudiada, a saber: duración de los síntomas, uso de antibióticos, costes (coste-efectividad), preferencias o satisfacción de los pacientes, reacciones adversas a los medicamentos, complicaciones a corto plazo de la enfermedad, etc.
Las limitaciones que se deben destacar de su estudio son el espectro de la enfermedad (un 65% de los pacientes incluidos presenta 3 o más criterios de Centor) y la inclusión de pacientes de entre 14 y 15 años (número no cuantificado), limitaciones que podrían explicar la alta incidencia de faringitis por EBHGA (el 22 frente al 5–15% de otros estudios o guías3,4), y la alta sensibilidad estimada (el 95 frente al 80–90% de otros estudios o guías3,4). Otros posibles sesgos podrían resultar de la época de realización del estudio, de la falta de constatación de estudio a ciegas por parte de los médicos encargados de las muestras y de la dificultad de procedimiento técnico inherente tanto en las TAR como en el cultivo.
La evaluación indirecta derivada de los parámetros de exactitud diagnóstica tampoco aporta suficiente cualidad de las pruebas o fuerza de recomendación para la aplicación de las TAR. Si consideramos una prevalencia de faringitis por EBHGA del 10% con la sensibilidad y la especificidad halladas en el estudio (95 y 93%, respectivamente), la probabilidad posprueba de un resultado positivo a la TAR, sin considerar los probables portadores (del 2,4 al 3,7%)5, es sólo de un 60%. Si bien la probabilidad posprueba de un resultado negativo es casi del 99%, habría que tener en cuenta su aplicación en el 100% de los pacientes, la dudosa presunción de no haber consecuencias médicas por la infección de otros estreptococos, los posibles problemas en consulta al tratar paliativamente entre un 10 y un 30% de infecciones supuestamente no víricas y también la probable «medicalización» en que derivaría con el transcurso del tiempo la odinofagia como simple problema de salud.
Antes de recomendar la introducción de las TAR en la práctica clínica diaria, proponemos, de acuerdo con las actuales directrices de estudios diagnósticos6, evaluar las consecuencias clínicas del uso de las TAR por medio del ensayo aleatorizado controlado y analizar sus efectos en la práctica diaria a través de estudios de cohortes.
Autor para correspondencia. jdomenech.bnm.ics@gencat.cat