La lesión de Morel-Lavallée es una acumulación de líquido postraumático entre capas de la fascia, comúnmente tras un accidente. Su diagnóstico se basa en el historial clínico y pruebas de imagen, y el tratamiento varía desde medidas conservadoras hasta intervenciones quirúrgicas y escleroterapia, dependiendo de la antigüedad y tamaño de la lesión, siendo crucial un manejo efectivo para evitar complicaciones a largo plazo.
Se presenta el caso de un varón de 38 años que presenta contusión en la rodilla por una caída desde su motocicleta estacionada, desarrollando una masa fluctuante y dolor moderado. Inicialmente tratada con paracetamol, la lesión creció a 7 x 7 x 5,5 cm, requiriendo atención médica. Se confirmó mediante radiografía y se drenó quirúrgicamente, liberando líquido serohemático. El tratamiento incluyó reposo, elevación de la extremidad y AINE, mostrando una mejora significativa. Es importante el diagnóstico temprano y el manejo adecuado de las lesiones de Morel-Lavallée para evitar complicaciones a largo plazo.
The Morel-Lavallée lesion is a post-traumatic fluid accumulation between fascial layers, commonly following an accident. Its diagnosis is based on clinical history and imaging tests, and treatment ranges from conservative measures to surgical interventions and sclerotherapy, depending on the age and size of the lesion. Effective management is crucial to prevent long-term complications. This report presents a 38-year-old male who suffered a knee contusion from falling off his parked motorcycle, developing a fluctuating mass and moderate pain. Initially treated with paracetamol, the lesion grew to 7 x 7 x 5.5 cm, requiring medical attention. It was confirmed by radiography and surgically drained, releasing serohematic fluid. The treatment included rest, limb elevation, and NSAIDs, showing significant improvement. This case underscores the importance of early diagnosis and proper management of Morel-Lavallée lesions to prevent long-term complications.
Se presenta un paciente varón de 38 años que acude a consulta refiriendo antecedente de caída desde su motocicleta estacionada, aproximadamente 3 semanas antes de la consulta. En la anamnesis el paciente refiere que, durante el accidente, recibió un impacto de considerable intensidad sobre su rodilla derecha. Inicialmente, el área del trauma presentó eritema leve y dolor moderado 5/10 (EVA), pero con el paso de los días, la tumefacción creció notablemente. A pesar de automedicarse con paracetamol las primeras 48 horas posaccidente con 500 mg cada 8 horas, el cuadro no mostró signos de remisión, por lo que decidió consultar tras observar la progresiva expansión de la lesión.
Exploración y pruebas complementariasEn el examen físico, la rodilla derecha evidenciaba una masa fluctuante, levemente dolorosa a la palpación, con cambios de coloración, tornándose ligeramente amoratada y con un leve aumento de la temperatura local. La piel que recubría la zona mostraba una lesión cicatricial en la zona superior, la cual el paciente refirió que se originó en un accidente previo hace 10 años, estando la piel tensa y al intentar desplazarla sobre planos profundos, se evidenciaba fijación, sugiriendo una acumulación líquida subyacente. Aunque el paciente podía mover la articulación y no había limitación del rango articular, lo hacía con dificultad y leve dolor debido a la tensión ejercida por el seroma, dificultando la marcha. Las dimensiones de la lesión en la rodilla derecha eran de 8 cm de altura x 9 cm de largo x 5,5 cm de ancho (fig. 1). Adicionalmente, se indicó una radiografía de la rodilla (fig. 2), pues se contaba con dicho equipo en el establecimiento, la cual mostró una imagen radiolúcida sin evidencia de fracturas óseas ni calcificaciones. La capa de grasa subcutánea se encontraba desplazada, y se apreciaba una claridad entre el tejido subcutáneo y la fascia, indicativo de un espacio creado por la acumulación de líquido.
Juicio clínicoSeroma de Morel-Lavallée.
Diagnóstico diferencialNecrosis cutánea, hematoma secundario a coagulopatías, bursitis primaria, sarcoma de partes blandas.
Manejo y tratamientoComo parte del manejo, el paciente recibió un procedimiento bajo anestesia local con lidocaína. Se seleccionó el punto más prominente de la tumefacción para realizar una incisión de aproximadamente 0,5 cm. Al realizar la incisión, se liberó un líquido serohemático de consistencia viscosa, confirmando el diagnóstico. Una vez drenado completamente, se irrigó con solución salina estéril y se introdujo un drenaje tipo Penrose para evitar acumulaciones posteriores. La herida fue suturada y se vendó compresivamente. Se indicó reposo relativo y elevación de la extremidad.
SeguimientoEn la revisión de la rodilla al día siguiente, el paciente mostró una disminución marcada de la tumefacción. El drenaje presentaba escasa salida de líquido seroso, por lo que se retiró. Se prescribieron AINE para manejar la inflamación y el dolor. Se añadió una terapia antibiótica profiláctica para reducir el riesgo de infecciones secundarias. Se recomendó mantener la extremidad en reposo y elevada, limitando el apoyo durante una semana.
Perspectiva del pacienteEl paciente expresó una combinación de preocupación y alivio. Relató su frustración inicial al notar que, pese a sus esfuerzos por mitigar el dolor y la inflamación, el cuadro empeoraba. Sin embargo, tras el procedimiento, mostró gratitud por el alivio casi inmediato y el detallado plan de seguimiento. Subrayó la importancia de no ignorar síntomas persistentes y de buscar atención médica adecuada en futuras ocasiones.
Comentario finalSe trata de un adulto afecto de un seroma de Morel-Lavallée, una entidad patológica que surge de un trauma por cizallamiento, a menudo subestimado en su gravedad inicial, cuya presentación clínica evolucionó a una condición más seria, requiriendo intervención médica. La lesión de Morel-Lavallée resulta de un trauma cerrado que provoca una separación entre la fascia epidérmica superficial e hipodérmica profunda, ocasionado por impactos de alta energía o lesiones por cizallamiento, llevando a la acumulación de linfa, sangre y tejido necrótico en el plano entre estas1–4,. Esta condición se manifiesta de manera variable, desde seromas hasta hematomas, dependiendo de la severidad del trauma. La formación de estas colecciones líquidas es un proceso complejo influenciado por la interrupción de los vasos sanguíneos y linfáticos y la creación de un espacio muerto que facilita la acumulación de fluidos1. Con el tiempo, la lesión puede evolucionar, reabsorbiéndose la sangre y siendo sustituida por un fluido serosanguíneo1. La fase final de la lesión se caracteriza por una reacción inflamatoria que conduce a la formación de una cápsula fibrosa alrededor del derrame, conocida como seudocápsula, formada por el depósito de hemosiderina1,3,4. Aunque inicialmente estéril, el líquido acumulado puede infectarse, complicando el cuadro con un seroma infectado o un absceso, especialmente en el contexto de lesiones ortopédicas, aumentando así el riesgo de infecciones perioperatorias3,4. Estas lesiones pueden ser identificadas poco después del trauma o manifestarse meses o años más tarde, siendo posible su asociación con fracturas subyacentes. Típicamente presentan dolor, hinchazón y una deformidad blanda y fluctuante en el examen físico, pudiendo variar ampliamente su presentación clínica1,3,4. La distinción entre las presentaciones traumáticas en adultos y niños indica diferencias en la localización y frecuencia de las lesiones, subrayando la necesidad de un enfoque diagnóstico y terapéutico adaptado al paciente4. La resonancia magnética es el examen de elección para describir la efusión y determinar el tipo y la cronicidad de la lesión, ofreciendo una imagen detallada del tamaño, la forma y el contenido de la lesión. En comparación, la ecografía puede apoyar la sospecha clínica al confirmar la localización de la lesión y evaluar su compresibilidad3,4, y la tomografía puede ser de elección si no se cuenta con resonancia. Las clasificaciones existentes, basadas en la antigüedad de la lesión, la presencia de seudocápsula y las características en imágenes médicas, ayudan a estructurar el plan de tratamiento, aunque ninguna ha sido estandarizada4. El manejo de la lesión varía desde métodos conservadores hasta intervenciones quirúrgicas y el uso de agentes esclerosantes, dependiendo de la etapa de detección y las características de la lesión, con un enfoque en la prevención y el manejo adecuado. La experiencia de la Clínica Mayo identificó una tasa más alta de recurrencia en el grupo de aspiración percutánea comparado con los grupos de manejo conservador y quirúrgico, recomendando la intervención quirúrgica cuando la aspiración es de más de 50 ml de líquido5.
Consentimiento informadoSe obtuvo el consentimiento informado del paciente, y además se ha garantizado la confidencialidad de la información.
FinanciaciónEl autor declara que no recibió ayudas del sector público ni privado.
Conflicto de interesesEl autor declara que no hay conflictos de intereses.