Justificación: La ceftarolina es una oximino-cefalosporina que presenta una alta afinidad por las PBP presentes en S.aureus resistente a oxacilina (SAOR) y S.pneumoniae no sensible a penicilina, convirtiéndose en el primer betaláctamico con papel protagonista en las infecciones producidas por SAOR y otros microorganismos grampositivos multirresistentes.
Objetivos: Describir las características y evolución de los pacientes con endocarditis tratados con ceftarolina en el Hospital 12 de Octubre entre septiembre de 2017 y agosto de 2019.
Material y Métodos: Se seleccionaron todos los pacientes con endocarditis infecciosa confirmada o posible sin evidencia de foco infeccioso alternativo. Se recogieron las variables de la historia clínica electrónica. Las principales características de los pacientes se describen en la tabla 1. El procesamiento de datos se realizó con Microsoft Excel y Stata v15.1.
Resultados: Se encontraron 8 pacientes con las características descritas, siendo el 75% varones, con media de edad de 77 años. Ninguno de los pacientes presentaba valvulopatía significativa. El 62,5% eran portadores de material protésico. En todos los casos el patógeno responsable fue Staphylococcus aureus, el 50% eran resistentes a oxacilina. Todas las endocarditis protésicas fueron tardías. Solo en el 25% de los casos se identificaron vegetaciones valvulares. Fueron intervenidos quirúrgicamente el 12,5% de los pacientes a pesar de que el 33% tenían indicación de cirugía. Previa administración de ceftarolina, todos los pacientes recibieron daptomicina, el 71% de los casos en combinación con betalactámicos antiestafilocócicos. El tiempo promedio hasta la introducción de ceftarolina fue 4 días. En todos los casos se combinó con daptomicina. El motivo de inicio de ceftarolina fue la constatación de bacteriemia de brecha en la mitad de los casos. La media de tiempo hasta aclaramiento de la misma fue de 3 días tras su inicio. La media de tiempo de tratamiento con ceftarolina fue de 8 días. Sólo un paciente (12,5%) presentó complicaciones (trombopenia). La mortalidad fue muy elevada (62,5%), siendo en su mayoría (80%) debido a la propia endocarditis. Todos los pacientes con indicación quirúrgica que no se intervinieron fallecieron. De los que fueron operados falleció el 50%, lo que supone una odds ratio de 2 entre ambos grupos. La mortalidad de los pacientes sin indicación quirúrgica fue también del 50%.
Conclusión: Los resultados de nuestra serie reflejan el complejo perfil de los pacientes en los que se utiliza la ceftarolina. En su mayoría son bacteriemias persistentes por S.aureus a pesar de antibioterapia dirigida o con contraindicaciones para el manejo quirúrgico, representando un subgrupo de mal pronóstico, lo cual se refleja en una mortalidad mayor de lo habitual de nuestra cohorte. El uso de ceftarolina en combinación con daptomicina fue efectivo para lograr el aclaramiento del 75% de las bacteriemias de brecha a pesar de tratamiento previo con daptomicina (en monoterapia o combinada con betalactámicos antiestafolocócicos). La ausencia de pacientes tratados en monoterapia con ceftarolina impide extraer conclusiones sobre si esto se debe al efecto del antibiótico en sí o de su sinergia con la daptomicina. Este resultado es prometedor, a pesar de la alta mortalidad de la cohorte.