Sr. Director:
Los tumores retroperitoneales son neoplasias que ocupan el espacio retroperitoneal potencial, siendo excluidos aquellos que se originan a partir de los órganos sólidos de dicho espacio1.
Presentamos el caso de un tumor incluido inicialmente en el grupo de tumores retroperitoneales, aunque después de la intervención quirúrgica se demostrase que su origen fuese renal, no sólo por la peculiaridad de las extraordinarias dimensiones del mismo, sino también con el objetivo de llamar la atención sobre este tipo de tumores, de difícil diagnóstico, circunstancia que se puede evitar con un adecuado manejo.
Paciente de 71 años diagnosticado de tumoración retroperitoneal hacía 6 años y clasificado como sarcoma mediante TAC abdominal, en el que por la edad, la situación basal del paciente y la teórica irresecabilidad de la masa se decidió realizar tratamiento sintomático. Acudió por primera vez a nuestro centro por dolor abdominal, vómitos, disnea y pérdida de conciencia. Como antecedentes destacaban EPOC severa con cor pulmonale crónico e insuficiencia venosa crónica de miembros inferiores.
En la exploración se encontraba desorientado, disártrico, y en el abdomen se apreció una masa de grandes proporciones, de consistencia mixta, sólido-quística. En la analítica sólo destacaba leucocitosis. La radiografía de abdomen presentaba una ocupación total por una masa tumoral. Se llevó a cabo TAC abdominal, que demostró la referida masa de predominio quístico y de localización retroperitoneal, sin visualizarse riñón derecho, y sin signos de metástasis (fig. 1).
Se decidió tratamiento quirúrgico, descubriendo tumoración de 50 * 45 cm de diámetro y 16 kg de peso, de posible origen renal derecho, aunque el riñón parecía estar desintegrado, y con compresión de órganos vecinos. Se realizó extirpación en bloque de la masa. La anatomía patológica informó de carcinoma papilar de bajo grado de origen renal.
Dos años después de la cirugía, el paciente está asintomático con revisiones normales.
El diagnóstico de los tumores retroperitoneales conlleva grandes dificultades, por lo que suele realizarse de manera tardía. Muchas veces es el estudio histopatológico de la pieza el que termina por hacerlo, siendo entonces la cirugía una herramienta necesaria no sólo desde el punto de vista terapéutico curativo o paliativo, sino como diagnóstico definitivo. Así sucedió en el caso que presentamos, al llegar a ser un instrumento que recondujo de forma adecuada la terapéutica del paciente. Esta dificultad diagnóstica se ve agravada por el largo tiempo que pueden permanecer estos tumores sin expresarse clínicamente, agravando el pronóstico de los enfermos y llegando a transformar un tratamiento curativo en paliativo; esto es debido, entre otros factores, a la naturaleza laxa del tejido del espacio retroperitoneal2.
Por otro lado, señalaremos que el tumor que ahora presentamos, un tumor renal, como todo tumor diagnosticado inicialmente como retroperitoneal, aunque posteriormente no lo sea, ha de recibir un inmediato manejo diagnóstico y terapéutico, siendo la cirugía una opción de primer orden en este sentido, ya que es la más eficaz y la que proporciona las mayores posibilidades de curación; de la misma manera, es el mejor método para precisar la irresecabilidad de estos tumores, en mayor medida que el estudio radiológico o el tamaño aproximado de la masa. Continuando con el tratamiento de los tumores retroperitoneales, y refiriéndonos a los malignos, la quimioterapia sólo se reserva para los linfomas, y la radioterapia proporciona un alivio del dolor y la obstrucción que el tumor puede provocar. Esta última se asocia a la cirugía en algunos casos de tumores de estirpe maligna, como neuroblastomas, liposarcomas, rabdomiosarcomas y sarcomas anaplásicos, pudiendo asociarse en ocasiones a la quimioterapia en el caso de los linfomas malignos1,3,4. También la radioterapia intraoperatoria se utiliza en casos de recidiva local y en tumores de pequeño tamaño.