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Vol. 34. Núm. 6.
Páginas 330-338 (noviembre - diciembre 2022)
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Vol. 34. Núm. 6.
Páginas 330-338 (noviembre - diciembre 2022)
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Actualización sobre las nuevas formas de consumo de tabaco
Update on new forms of tobacco use
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Jorge Francisco Gómez Cerezoa,
Autor para correspondencia
jfrancisco.gomez@salud.madrid.org

Autor para correspondencia.
, José Enrique López Pazb, Jacinto Fernández Pardoc
a Servicio de Medicina Interna, Hospital Universitario Infanta Sofía, Madrid, España
b Presidente de la Sociedad Gallega de Hipertensión Arterial (SOGAHTA), A Coruña, España
c Servicio de Medicina Interna, Hospital Universitario Reina Sofía, Murcia, España
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Resumen

El tabaquismo sigue siendo la principal causa de morbimortalidad a nivel mundial. Por su clara influencia en las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, es un factor importante en la consulta de medicina interna. Aunque la tasa de abandono del hábito tabáquico está ascendiendo en los últimos años, existe un porcentaje de pacientes que continúan fumando porque no pueden o no quieren cesar el hábito, a pesar de haber probado las terapias farmacológicas y no farmacológicas existentes. Para este grupo de paciente existen unas estrategias que se basan en intervenciones destinadas a reducir los efectos negativos del tabaco sin la necesidad de extinguir por completo su consumo. En esta revisión se contempla como gracias a la ausencia de combustión de la materia orgánica que se da en el cigarrillo convencional, en snus, cigarrillo electrónico y productos de tabaco calentado se genera un nivel significativamente inferior de sustancias tóxicas.

Palabras clave:
Tabaquismo
Estrategia
Tabaco calentado
Cigarrillo electrónico
Snus
Abstract

Smoking remains the leading cause of morbidity and mortality worldwide. Because of its clear influence on cardiovascular and respiratory diseases, it is an important factor in internal medicine consultations. Although the rate of smoking cessation has been increasing in recent years, there is a percentage of patients who continue to smoke because they are unable or unwilling to quit, despite having tried existing pharmacological and non-pharmacological therapies. For this group of patients there are strategies based on interventions aimed at reducing the negative effects of smoking without the need for complete cessation. In this review it is shown that due to the absence of combustion of organic matter in conventional cigarettes, snus, e-cigarettes and heated tobacco products generate significantly lower levels of toxic substances.

Keywords:
Tobacco use
Strategy
Heat-not-burn tobacco
E-cigarette
Snus
Texto completo
Introducción

El último informe de la OMS indica que entre los años 2000 y 2015 se produjo un descenso del consumo de tabaco, con el porcentaje de fumadores a nivel global descendiendo desde el 33,3% hasta el 24,9%. Así mismo, en ese mismo informe se señaló que las estimaciones para el año 2025 se situaban en el 20,9% de la población mundial1. A pesar de esta reducción, el tabaquismo sigue siendo la principal causa de morbimortalidad a nivel global2. Pese a la implementación de medidas legislativas en materia de tabaquismo, siendo estas coercitivas en muchos de los casos, a día de hoy existe un importante porcentaje de personas, enfermas o sanas, que siguen consumiendo tabaco. Sin embargo, aunque España se encuentre entre los países con menores tasas de pacientes fumadores con riesgo cardiovascular alto o muy alto, datos del estudio Euroaspire V indican que el 34% de estos enfermos continúan con este hábito (fig. 1)3.

Figura 1.

Prevalencia del tabaquismo en pacientes que fumaban el mes anterior a una hospitalización por evento cardiovascular3.

(0.43MB).

Las variaciones en la prevalencia del tabaquismo en la población vienen marcadas por las tasas de iniciación, abandono y recaída. Por tanto, conviene tener en cuenta estos índices a la hora de evaluar y planificar tanto políticas de control del tabaco como futuras estrategias4. Al margen de la preocupación que pueden suscitar la alta prevalencia del hábito tabáquico y los bajos ratios de abandono, cabe destacar el impacto en la salud individual y colectiva (fumadores activos y pasivos) que tiene el tabaquismo5.

El tabaco juega un papel fundamental en el aumento de la incidencia de enfermedades cardiovasculares, por lo que su tratamiento debería ser una prioridad en los planes de prevención de estas patologías6. De hecho, su consumo se sitúa entre las causas prevenibles más importantes de morbimortalidad, así como uno de los factores que aumentan el riesgo de padecerlas7. Sin embargo, en muchas ocasiones el impacto de este hábito en las enfermedades cardiovasculares se encuentra infraestimado. Esto lleva a que los tratamientos se centren en la propia patología, dejando de lado la implementación de medidas que promuevan el abandono del consumo de tabaco por parte del paciente. Se ha demostrado que dejar de fumar conlleva un rápido beneficio cardiovascular importante en los consumidores, lo que lo convierte en la intervención con mejor ratio coste/efectividad en la prevención de estas enfermedades8. En el caso de los pacientes de alto riesgo cardiovascular, esta medida tiene una mayor eficacia en comparación con la prescripción de estatinas, ácido acetilsalicílico, inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina o betabloqueantes, fármacos cuya eficacia está respaldada por una amplia evidencia científica. Por último, existe el perjuicio que el consumo de tabaco supone a los fumadores pasivos, siendo esta una práctica que incrementa el riesgo cardiovascular en estos individuos.

La combustión del cigarrillo es la base en la que se fundamenta principalmente el daño que produce el tabaco. Este proceso provoca la emisión de más de 7.000 sustancias, de entre las cuales aproximadamente 100 de ellas han sido catalogadas como componentes dañinos o potencialmente dañinos para la salud. La ignición del tabaco se produce a temperaturas de 800°C aproximadamente. Los datos demuestran que, con el aumento de la temperatura, la producción de componentes dañinos se incrementa con ella. Por otra parte, a temperaturas inferiores a 400°C la formación de este tipo de compuestos disminuye notablemente.

Ensayos clínicos en los que se evaluaba la eficacia de diferentes intervenciones centradas en la cesación tabáquica demuestran que la combinación de medidas farmacológicas y no farmacológicas es la más eficaz. Mientras que los tratamientos del primer grupo incluyen terapias de sustitución de nicotina, vareniclina, bupropión, nortriptilina o citisina, las del segundo comprenden aproximaciones que van desde un breve asesoramiento hasta un apoyo conductual9.

Las tasas de abandono del hábito tabáquico se fundamentan principalmente en tres indicadores: 1) los intentos de cese en el último año, 2) los abandonos recientes y 3) la ratio de abandono (o abandonos exitosos). Durante el periodo 2009-2018, todos estos índices han experimentado un incremento estadísticamente significativo (p<0,001). Mientras que el número de intentos de abandono del consumo durante el último año aumentó del 52,8% al 55,1% durante el tiempo que abarcó el estudio, los abandonos recientes en fumadores con al menos 2 años de hábito tabáquico se incrementaron del 6,3% al 7,5%. Por último, la ratio de abandono tabáquico en fumadores que habían consumido más de 100 cigarrillos aumentó del 51,7% al 61,7% entre esos mismos años (fig. 2)10.

Figura 2.

Variaciones en los indicadores de abandono. Adaptada de Creamer et al. 201810.

(0.21MB).

Muchos fumadores tratan de dejar este hábito confiando en su propia fuerza de voluntad o acudiendo a los distintos recursos a disposición de fumadores y profesionales sanitarios11. No obstante, las tasas de éxitos en cuanto a la cesación tabáquica sin recaídas subsecuentes indican que este no es un proceso exento de contratiempos. Los datos de EE.UU. indican que, aunque el número de personas exfumadoras es mayor que el de nuevos fumadores desde el año 2002, menos del 10% lo consiguen dejar definitivamente12.

El consumo de tabaco afecta a diversos sistemas del cuerpo humano, tales como el cardiovascular o el respiratorio, convirtiéndose en el factor más agravante de numerosas enfermedades o biomarcadores clínicos. En el caso de los pacientes atendidos en los servicios de Medicina Interna, con perfiles que incluyen una edad avanzada, pluripatología (hipertensión arterial, diabetes, EPOC…) y un alto riesgo cardiovascular13, que no han conseguido dejar de fumar, es necesaria la exploración de otras intervenciones. Mediante estas aproximaciones alternativas, se intenta reducir el daño producido por el tabaco, intentando proporcionarles un mejor pronóstico y una mejor calidad de vida en coexistencia con sus patologías.

Estrategias emergentes en el abordaje del tabaquismo

El proceso de deshabituación se compone normalmente de la combinación de las aproximaciones farmacológicas y no farmacológicas. El problema se presenta cuando dichas herramientas no consiguen la función que persiguen, dado que no existe ningún escalón terapéutico adicional. En este momento se acude a las estrategias de reducción del daño, las cuales se aplican a pacientes que no consiguen o, directamente, no quieren abandonar el consumo de tabaco.

Estas estrategias se basan en intervenciones destinadas a reducir los efectos negativos del tabaco sin la necesidad de extinguir por completo su consumo14. Esta reducción se basa en la ausencia de combustión, la cual es la causante de la mayor parte de la producción de componentes nocivos para la salud. Para ello, existen distintos productos que no generan estas sustancias tóxicas, los cuales se agrupan en tres categorías diferentes: productos de tabaco sin humo o de consumo oral (siendo el más conocido y usado el denominado snus), cigarrillos electrónicos y productos de tabaco calentado.

Snus

El snus es un producto de tabaco exclusivo de países nórdicos, con medias de consumo en los géneros masculino y femenino superiores y similares a los promedios europeos respectivamente15. Se trata de un preparado de tabaco que se coloca al lado de las encías dentro de la cavidad oral donde, por difusión, se absorbe la nicotina que contiene16. El uso de snus se considera un producto menos tóxico en comparación con el uso del cigarrillo convencional (CC) en ciertos aspectos, los cuales se resumen en la tabla 115–19.

Tabla 1.

Diferencias generadas por el cambio del consumo del cigarrillo de combustión a snus

Patología sobre la que influye  Snus (vs. tabaco convencional) 
Diabetes  Disminuye el riesgo17 
Cáncer  No más del 1%, si existe18,19 
Enfermedad cardiovascular  Disminuye el riesgo de enfermedad cardiovascular15–17 

Los riesgos de sufrir cáncer o algún tipo de enfermedad circulatoria por el consumo de snus no son superiores al 1%. Por otro lado, el cambio desde el CC a este producto mejora las perspectivas de salud de los consumidores, dado que no existe evidencia científica de que este fomente el inicio del tabaquismo o desaliente el abandono del mismo18. Así mismo, no se ha establecido ninguna relación con el cáncer colorrectal o de páncreas, mientras que su efecto sobre la incidencia del cáncer oral es mucho menor que el asociado al tabaquismo en general19.

La liberación de nicotina generada por el consumo de snus podría, teóricamente, contribuir a la aparición de efectos hemodinámicos y diversos eventos cardiovasculares, como la cardiopatía isquémica o el infarto agudo de miocardio (IAM). Sin embargo, el estudio de Hansson et al.20 no encontró ninguna relación entre el consumo y el riesgo de sufrir patologías cardiovasculares. Así mismo, no se ha demostrado ninguna asociación entre el uso del snus y efectos sobre la presión arterial o la elevación de cualquiera de los factores de riesgo relevantes para estas patologías21.

En conclusión, los datos indican que el cambio del consumo del tabaco convencional al snus provoca un riesgo de enfermedad vascular y cáncer muy similares en pacientes que cesan su consumo, teniendo una repercusión mínima sobre la salud de los consumidores22. Por ello, la FDA aprobó en octubre de 2019 el snus como un producto de tabaco modificador del riesgo ya que el cambio a su consumo puede tener un menor riesgo de cáncer de boca, enfermedad cardíaca, cáncer de pulmón, ictus, enfisema y bronquitis crónica23.

Cigarrillo electrónico

Los cigarrillos electrónicos (CE) o vapeadores son dispositivos electrónicos que suministran la nicotina mediante la inhalación del vapor producido tras el calentamiento del líquido que contienen, generando un aerosol24. Los componentes principales del líquido son saborizantes como el mentol o edulcorantes; propilenglicol; glicerina vegetal; una cantidad variable de etanol; concentraciones de nicotina en torno al 28% (1,6-19mg/cartucho)25; y un pH determinado que permite la biodisponibilidad de la nicotina, dado que su forma no ionizada es mucho más sencilla y rápida de absorber26. Adicionalmente, también existen cigarrillos electrónicos que no llevan nicotina.

El humo resultante de la combustión del CC es el que contiene la mayor parte de los productos tóxicos. Sin embargo, en este caso, con la producción del aerosol se evita la combustión, disminuyendo el daño al no poseer tantos tóxicos en suspensión. En la tabla 2 se agrupan las principales ventajas del consumo de CE frente al del CC.

Tabla 2.

Ventajas del consumo del cigarrillo electrónico frente al cigarrillo de combustión

Afectación sobre la que influye  Cigarrillo electrónico (vs. tabaco convencional) 
Enfermedad o funcionalidad respiratoria  No se ha encontrado mayor riesgo por su consumo28,29 
Asma  Mejora el control de la enfermedad y la función pulmonar30 
Enfermedad cardiovascular  Menor afectación que la ocasionada por el cigarrillo de combustión30,31 

El estudio de Polosa et al.27 demostró que el consumo de CE provocaba una disminución del consumo de tabaco, aunque no se observaron variaciones en la función pulmonar tras 3 años de seguimiento. Adicionalmente, se percibieron mejoras significativas en cuanto a exacerbaciones de enfermedad pulmonar, puntuación CAT (Test de Evaluación de EPOC) y prueba de la marcha de 6 minutos (6MWD). Estas mejorías también se observaron en el caso de los fumadores duales. Por último, este estudio demostró que el uso a largo plazo del CE revierte cierto daño producido por el tabaco.

En seguimientos más prolongados en el tiempo, no se observaron cambios en los índices espirométricos ni en los marcadores de inflamación pulmonar en el aire exhalado. Así mismo, los sujetos no desarrollaron síntomas respiratorios ni se reportaron hallazgos de daño pulmonar temprano. La exposición a este dispositivo no generó cambios significativos en términos funcionales o de inflamación pulmonar28. De hecho, se percibieron mejorías en los síntomas respiratorios en pacientes con asma o EPOC al cambiar el CC por el CE29, conllevando una ausencia de cambios en la presión arterial y en la actividad cardíaca28.

En el caso de los pacientes con asma, con una prevalencia del tabaquismo similar a la de la población general, el cambio de CC a CE aumenta el flujo espiratorio forzado y la hiperrespuesta de vías aéreas, mejorando y estabilizando el control de la enfermedad y la tolerancia a corticosteroides. A pesar de que no se aprecian cambios significativos en el número de exacerbaciones de la enfermedad, el CE se muestra como una alternativa que consigue una reducción del daño y una mejora notable de la función pulmonar. Sin embargo, dado que se trata de resultados preliminares, se requiere la realización de estudios con mayores cohortes para confirmar estas observaciones30.

Estudios previos han determinado que el tabaquismo afecta a nivel cardiovascular, provocando cambios en el perfil de los biomarcadores de estrés oxidativo, la activación plaquetaria, la función endotelial, la respuesta inflamatoria y las modificaciones lipídicas, así como un aumento de las moléculas de adhesión proaterogénicas31. El consumo de CE revierte parcialmente estas alteraciones, convirtiendo este producto en una opción para la reducción del daño ocasionado por el CC30. Además, a diferencia del snus, la relación entre el consumo de CE y el desarrollo de IAM varía en función del historial de tabaquismo del paciente. Mientras que en fumadores la aparición de esta enfermedad puede estar asociada al tabaco, no existe evidencia científica de que en usuarios de CE exista una relación entre ambas32.

Los datos reflejan que, a pesar de no estar exento de riesgo, el CE no es más peligroso que el CC. Así mismo, a pesar de la falta de regulaciones en torno al CE, el cambio de CC a este producto es beneficioso, sobre todo en fumadores que no han logrado dejar de fumar33. Dado que el CE podría estar asociado a un mayor riesgo de iniciación en el tabaquismo, esta regulación ha de ser estricta, intentando frenar su uso entre los no fumadores y los jóvenes. El objetivo sería reducir el consumo de CC a nivel poblacional, disminuyendo con él el número de personas fumadoras34.

De todos modos, la sustitución del CC por CE podría ser una alternativa en la cesación tabáquica24. Estudios han indicado que las ratios de abandono son mayores en usuarios de CE que en aquellos que usaban la terapia de reemplazo con nicotina (riesgo relativo de 1,69, intervalo de confianza 95%: 1,25-2,27). Así mismo, no se detectaron evidencias claras de que los CE afectaran a los usuarios. Por ello, Canadá ha aprobado un programa para usar el CE como una alternativa efectiva y de menor riesgo para los consumidores de tabaco convencional35. Por otra parte, a pesar de que la FDA permite la venta de CE, algunas organizaciones americanas como la American Heart Association están a favor de su prohibición. En el caso de Europa, tanto el National Health Service como la British Heart Foundation de Reino Unido apoyan el uso de los CE como herramienta para fomentar el abandono del tabaco. Sin embargo, la European Society of Cardiology no ha emitido su posicionamiento oficial33. En conclusión, a día de hoy no existe una postura consensuada por parte de las distintas autoridades y organizaciones.

Para terminar, hay que recalcar que este tipo de dispositivos y productos no están exentos de riesgo. Aunque sea en menor cantidad en comparación con el CC, el CE sigue produciendo sustancias tóxicas. Este hecho, junto con la necesidad de realizar estudios a largo plazo para evaluar el efecto en salud de estos componentes, son factores que no pueden dejarse de lado a la hora de valorar estos dispositivos como alternativa al tabaco tradicional. Sin embargo, aunque estos productos no sean inocuos, son una buena opción para aquellos casos en los que los consumidores no hayan podido dejar de fumar.

Productos de tabaco calentado

Por último, entre las alternativas al CC se encuentran los productos de tabaco calentado (PTC). Estos provocan la liberación de la nicotina calentando el preparado de tabaco que contienen, presentándose como una opción para aquellos fumadores que no han conseguido o no quieren dejar de fumar36. Aparte de que los PTC proporcionan una mayor satisfacción al usuario que los CE37, sus efectos en el daño en la salud son menores.

La tabla 3 muestra una comparativa en la emisión de los tóxicos en los PTC y el tabaco convencional, demostrándose una reducción en la emisión de diversos productos cancerígenos por parte de los primeros. Esto se debe en gran parte a la diferencia entre la temperatura a la que se somete el PTC y el CC, que disminuye el riesgo de exposición a carbonilos, debido a que su generación es mucho menor. Entre esas sustancias se encuentran importantes cancerígenos y tóxicos como el benceno, acetaldehído, formaldehído, acrilonitrilo y 1,3-butadieno38. En el estudio de Rodrigo et al.39 se evaluaron estos marcadores de exposición junto a otros como la N-nitrosonornicotina, cadmio, arsénico, benzopireno, etc. A pesar de que no se deben considerar como productos inocuos, los PTC mostraron una reducción de varios órdenes de magnitud en los biomarcadores de cáncer y de otras enfermedades.

Tabla 3.

Variaciones en la emisión de los tóxicos en los productos de tabaco calentado (PTC) frente a tabaco convencional

Tóxico  Tabaco convencional (μg/mL)  PTC (μg/mL) 
Benceno38  1,57×10−1  9,32×10−4 
Acetaldehído38  2,55×10−0  3,33×10−1 
Formaldehído38  1,54×10−1  1,06×10−2 
Acrilonitrilo38  4,59×10−2  2,96×10−4 
1,3-Butadieno38  1,83×10−1  3,94×10−4 
N-nitrosonornicotina39  1,40×10–1  3,92×10–3 
Cadmio39  5,01×10–2  3,64×10–5 
Arsénico39  3,21×10–3  1,82×10–4 
Benzopireno39  5,69×10–3  1,42×10–4 

Se ha observado que el uso de PTC provoca cambios en el sistema respiratorio. La patología respiratoria más importante en términos de mortalidad y de afectación a la calidad de vida es la EPOC. En pacientes con esta enfermedad los estudios demuestran que el cambio de tabaco convencional a PTC provoca una mejora significativa de la puntuación CAT (Test de evaluación de la EPOC) en un 40% de los consumidores. Así mismo, se observaron mejores valores en el FEV1 (flujo espiratorio forzado) antes y después del uso de broncodilatadores en el caso del preparado. En cuanto al efecto de PTC en pacientes con síndromes metabólicos, un estudio de cohortes con 801 fumadores de CC y 400 usuarios de PTC demostró que el uso de este producto redujo en un 29,3% de los participantes el síndrome metabólico, la obesidad en un 18,8%, los triglicéridos en un 14,4% y la presión arterial en un 16,1%. Adicionalmente, se observaron unas reducciones medias de 17,92 y 9,62m en la 6MWT en los consumidores de PTC y tabaco convencional, respectivamente. Por último, se calculó un aumento del colesterol HDL de un 63,3% respecto al CC40.

Un estudio retrospectivo de pacientes ambulatorios con EPOC de 4 hospitales italianos concluyó que se producía una reducción del número de exacerbaciones anuales desde 2,2 a 1,3 con el uso de estos nuevos productos tras un seguimiento de 3 años. Así mismo, se observó una disminución estadísticamente significativa en la puntuación del CAT y una mejoría en la prueba de la marcha (6MWD), con un incremento medio de 69m. Cerca del 60% de los pacientes analizados en el estudio que utilizaron PTC se abstuvieron completamente del uso de los CC, con una reducción del consumo diario de cigarrillos del 70% en el caso de los fumadores duales41. La reducción de las exacerbaciones se observó en un estudio de real world evidence en Japón, en el que se demuestra que, tras el lanzamiento al mercado a nivel nacional de los PTC, la ratio de hospitalizaciones por exacerbaciones de pacientes con EPOC disminuyó de forma significativa42.

En cuanto a las afecciones cardiovasculares, los PTC también se presentan como una opción en la reducción del daño. Anteriormente se ha indicado que los marcadores de exposición correspondientes al benceno, 1,3-butadieno o el formaldehído se reducen significativamente con el consumo de PTC en comparación con el CC. La reducción de estos coadyuvantes del riesgo cardiovascular produciría, teóricamente, una disminución de los indicadores de toxicidad cardiovascular. Sin embargo, son necesarios más estudios que confirmen estos hechos43. Por otra parte, respecto a los biomarcadores vinculados al riesgo cardiovascular, el cambio de consumo de los CC a los PTC conlleva cambios de los niveles de péptido derivado de Nox-2, óxido nítrico, H2O2, 8-iso-prostaglandina2α, sCD40L, P-selectina, presión arterial y cotininas (tabla 4)37.

Tabla 4.

Diferencias en los niveles de biomarcadores con el consumo de productos de tabaco calentado (PTC) frente a cigarrillo convencional37

Biomarcador  Tabaco convencional  PTC 
Péptido Nox-2, pg/mL  44,1±17,1  29,9±5,0 
8-iso-prostaglandina2α, pmol/L  276±29  207±36 
sCD40L, pg/mL  5,26±1,97  4,18±1,56 
P-selectina, ng/mL  11,58±3,56  8,03±1,40 
Óxido nítrico, μmol/L  12,7±6,6  19,8±6,6 

Estudios comparativos preliminares, como el estudio SURVAPES2, demuestran un menor impacto del PTC y CE en el estrés oxidativo, la función plaquetaria y la presión arterial. El estudio obtuvo mejores resultados en el caso del PTC en algunas de las variables analizadas, tales como el péptido soluble derivado de Nox2 (un marcador de la actividad de la enzima NADPH; fig. 3), el 8-iso-PGF2a-III (un isoprostano) y la vitamina E37.

Figura 3.

Impacto del cigarrillo electrónico (EVC), cigarrillo convencional (TC) y tabaco calentado (HNBC) en los niveles del péptido soluble derivado de Nox2 en sangre37.

(0.21MB).

Se puede observar, por tanto, cómo el cambio de consumo del tabaco convencional a los PTC conlleva una reducción de daño en aspectos importantes de la salud de los consumidores. El cambio de CC a PTC trae una reducción de la producción de sustancias cancerígenas y tóxicas como el benceno, acetaldehído y formaldehídos; una reducción del CAT, obesidad y triglicéridos, un aumento de colesterol HDL y una mejoría del FEV1; y una disminución del estrés oxidativo, la activación plaquetaria y mejora de la disfunción endotelial. Debido a ello, sociedades científicas como la Sociedad Americana de Cardiología (ACC) han incluido este producto entre aquellos tratamientos para la cesación tabáquica en caso de que el paciente no quiera adherirse a una terapia farmacológica44. En el caso de la FDA, esta estrategia se considera como una alternativa que podría generar una reducción de los riesgos asociados al hábito tabáquico, por lo que ha autorizado su comercialización como herramienta modificadora de la exposición a sustancias tóxicas45.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que es necesario realizar estudios a largo plazo con los PTC que confirmen que la reducción en la exposición a sustancias tóxicas se traduce en beneficios en los usuarios.

Conclusión

El tabaquismo es la primera causa de morbimortalidad tanto en nuestro país como a nivel mundial, siendo uno de los principales factores de riesgo tanto a nivel respiratorio como cardiovascular. Los nuevos productos de reducción del daño son estrategias emergentes que, sin llegar a ser completamente inocuas, consiguen una reducción de los tóxicos generados en comparación con el consumo de CC. Esta reducción se fundamenta en la ausencia de combustión de la materia orgánica o del líquido del dispositivo en el caso del PTC y del CE respectivamente. De esta manera se evita la formación de humo y en su lugar se produce un aerosol que contiene un nivel significativamente inferior de sustancias tóxicas respecto al humo del CC.

Tal y como sustenta la evidencia científica expuesta en este artículo, estas alternativas de consumo de tabaco podrían constituir una opción válida para la reducción del daño en la salud de los pacientes que no pueden o no quieren abandonar el uso del CC. De esta manera, estas herramientas se muestran como una alternativa que podría prevenir un empeoramiento de la salud individual y colectiva. Potencialmente, con estas herramientas podrían disminuirse los costes al sistema sanitario debido a la reducción de enfermedades asociadas al consumo de tabaco. Sería importante que las futuras regulaciones que se fueran a implementar en el área del tabaquismo tuvieran en cuenta la evidencia científica existente. De esta manera, los fumadores tendrían alternativas que disminuyan el riesgo para su salud (como es el caso de los pacientes de Medicina Interna) e impediría que los no fumadores, y en especial los jóvenes, se iniciaran en el uso de estos dispositivos.

Aún no existe evidencia a largo plazo, pero con la disponible se dispone de una base suficiente para que estas herramientas puedan ser consideradas en aquellos pacientes que no pueden o no quieren abandonar el hábito tabáquico. Más aun teniendo en cuenta que el riesgo de que los fumadores sigan consumiendo cigarrillos convencionales es superior a la incertidumbre que se genera con el uso a largo plazo de este tipo de alternativas.

Financiación

La presente investigación no ha recibido ayudas específicas provenientes de agencias del sector público, sector comercial o entidades sin ánimo de lucro.

Contribución de los autores

Todos los autores han participado por igual en la concepción y diseño del manuscrito, análisis e interpretación de los datos y redacción, revisión y aprobación del manuscrito remitido.

Conflicto de intereses

Ninguno.

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