Métodos. Se analiza de modo retrospectivo la presencia de factores de riesgo cardiovascular a los 3, 12 y 24 meses de seguimiento y la mortalidad a los 3 años en 3.365 trasplantados de riñón realizados en España en 1990, 1994 y 1998, con función renal conservada al año del injerto. Se han considerado 3 grupos de pacientes:
1. Diabetes mellitus desarrollada después del trasplante: n = 251 (PTDM).
2. Diabetes mellitus primaria: n = 156 (DM).
3. Control, constituido por los 2.958 pacientes restantes (control).
Resultados. En el grupo PTDM la edad del receptro, el peso y el índice de masa corporal fueron más altos que en los otros 2 grupos (p < 0,003). Los pacientes PTDM presentaron valores de colesterol más altos que los controles a los 12 (p < 0,001) y 24 meses (p < 0,005), y niveles de triglicéridos más altos que el resto de los grupos durante todo el seguimiento (p < 0,002). El estudio de la presión arterial mostró que los pacientes del grupo PTDM presentaban presiones sistólicas más altas que los controles a los 12 (p < 0,001) y 24 meses (p < 0,005). La presión diastólica fue mayor en los pacientes PTDM y controles (p < 0,001), y la presión del pulso fue mayor en PTDM y DM (p < 0,0001). Usando el análisis de supervivencia de Cox, los pacientes con PTDM presentaban un riesgo de mortalidad significativamente mayor que los demás (riesgo relativo = 1,55; rango 1,05-2,3; p < 0,02) pero no de mortalidad cardiovascular.
Conclusión. En España, en la población de receptores de un trasplante renal con función renal conservada al año de vida, la aparición de diabetes mellitus de novo se asocia con un perfil de riesgo cardiovascular clásico más alto, y una mayor mortalidad de cualquier causa. Aunque la mortalidad cardiovascular a los 3 años es similar a la del resto de pacientes trasplantados, es preciso llevar a cabo un mejor control de los factores cardiovasculares de riesgo en esta población para prevenir la mortalidad cardiovascular a largo plazo.
Clinical Transplantation. 2006;20:650-8.
COMENTARIO
La DMPT se reconoce desde hace tiempo como una complicación habitual en trasplante renal, capaz de empeorar el pronóstico funcional del injerto, aumentar la incidencia de episodios cardiovasculares y reducir la supervivencia del paciente. Aunque el uso de esteroides ha sido habitualmente el factor implicado en la DMPT, comienza a ser evidente la elevada prevalencia de factores predisponentes en la población que recibe el trasplante renal1. Tan sólo el 30% de los pacientes en diálisis incluidos en lista de espera de trasplante tienen un peso adecuado: el 37% tienen sobrepeso y el 32% son obesos2. En los últimos 2 grupos el riesgo de hiperlipemia está aumentado2. En otras 2 series de trasplantados renales seguidos desde el inicio, el 11 y el 16% eran obesos en el momento del trasplante, y el 46 y el 38% tenían sobrepeso3,4. En este último grupo la incidencia de DMPT, la hipercolesterolemia, la hipertrigliceridemia y la proteinuria fue significativamente mayor, con peores cifras de creatinina a los 6 meses3. El síndrome metabólico (SM) es asimismo inusual-mente alto en el momento del trasplante (22%)5, y aumenta hasta un 38% en los 18 meses siguientes5. La presencia de SM al inicio se asocia con una mayor incidencia de DMPT; la reducción del filtrado, de la supervivencia del sujeto y del injerto5, y una mayor incidencia de morbilidad cardiovascular6.
Cuando receptores de un trasplante renal, con condiciones previas favorecedoras de la desregulación de los hidratos de carbono, se enfrentan a las condiciones diabetogénicas del trasplante, es fácil que aparezca la hiperglucemia postransplante y la DMPT. Entre los primeros, es interesante hacer notar la elevada incidencia de DMPT en el primer año (3 veces mayor) para los portadores de enfermedad poliquística del adulto7, asociación aún no explicada. Las consecuencias pronósticas son tan deletéreas que algunos autores proponen evaluaciones agresivas de daño cardiovascular en pacientes obesos antes del trasplante, y sugieren retrasar el trasplante hasta que se haya producido reducción ponderal en caso de encontrar resultados cardiovasculares positivos8. En el trabajo de González-Posada, se detectó una prevalencia de DMPT a los 3 años del trasplante de un 7,5%. La presencia de DMPT se asoció a peor perfil cardiovascular, con mayor hiperlipemia, hipertensión sistólica y diastólica, y mayor moralidad global. Concluyen una vez más la necesidad de controlar estrechamente los factores de riesgo cardiovascular antes, durante y después del trasplante renal.