De todos es conocido que el tabaquismo representa la primera causa evitable de muerte en Es-paña, muy lejos en número de víctimas de otros elementos que causan hasta doce veces menos mortalidad, como los accidentes de tráfico, aunque en el acervo popular no se tenga tal percepción. El hecho tan cotidiano de fumar causa más decesos cada año que los que producen los incendios, las drogas ilegales, la tuberculosis, los accidentes domésticos y el sida juntos y por ello, ante tal pandemia todos hemos de actuar, nadie puede ser ajeno al control de una fuente inagotable de sufrimientos y costes sociales.
Controlar el tabaco y sus consecuencia para los fumadores activos y pasivos es tarea de políticos sanitarios y económicos, de agentes mediáticos, de la sociedad civil y, cómo no, de forma muy directa, de los profesionales de la salud. Éstos no deben limitarse sólo a ofrecer ayuda a quienes la solicitan, para abandonar el tabaco, sino también a quienes todavía no están suficientemente concienciados del problema que supone la adicción. En líneas generales, los pacientes que se dejan aconsejar por el profesional de salud acerca de la conveniencia del abandono del tabaco tienen más probabilidad de dejarlo que los que ya están convencidos y deciden por sí mismos entrar a formar parte en programas de deshabituación1. Una cuarta parte de los fumadores que están en fase de precontemplación (es decir, que no se plantean el abandono del tabaco) abandonan el hábito si su médico les invita a hacerlo, lo que viene a corroborar que el consejo médico no debe quedar limitado a los fumadores que se plantean dejar de fumar, sino que se debe ofrecer a todo fumador2. No obstante, conociendo la limitación del tiempo de que disponemos en nuestras consultas, siempre es preferible dedicar 1 minuto a cada uno de los 20 pacientes que quieren dejar de fumar para terminar de convencerles, que 20 minutos a 1 sólo fumador que no se lo plantea.
La ayuda de enfermería en el control del tabaquismo es fundamental por la proximidad y el conocimiento del paciente fumador. Un problema importante es que en España aún hay un porcentaje muy elevado de mujeres fumadoras de este colectivo, pero su rol modélico, educador, social y asistencial puede generar la concienciación de los pacientes y permitir la conducción y consolidación de los cambios que deseamos3. La anterior directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Gro Harlem Brundtland, ya expuso durante el Consejo Internacional de Enfermeras la importante contribución de este colectivo en la batalla librada contra el tabaco. Lo expresó del siguiente modo: "Las enfermeras tienen muchas oportunidades de desempeñar una función de liderazgo en la lucha contra la epidemia del tabaco. Tienen acceso a todos los niveles del sistema de acción de salud y gozan de un alto grado de confianza entre el público"4.
Los más receptivos ante el consejo de dejar de fumar son los fumadores mayores de 50 años y a mayor edad, más posibilidad de éxito; en cambio, los más jóvenes son los menos sensibles a esta estrategia5. Los pacientes con alguna enfermedad también están más predispuestos a dejar el tabaco, pero de forma menos llamativa de lo que cabría esperar6.
En el original de este número titulado "Prevalencia de tabaquismo en una población general y valoración de la actitud ante el cambio. ¿Están preparados nuestros pacientes para abandonar el hábito?", se analizan aspectos de crucial interés en relación con el tabaquismo, tales como el descenso de su prevalencia observado en los últimos años con relación a la Encuesta Nacional de Salud de 1997, así como el mayor número de fumadores varones en comparación con las mujeres, aunque se aprecia una evolución hacia la equiparación entre sexos en los grupos poblacionales de menor edad. También se debe destacar que el inicio del hábito tabáquico se asocia con el tabaquismo de los padres, hecho constatado en otras publicaciones y que les confiere una alta responsabilidad en materia de orientación hacia los hábitos de vida saludables de sus hijos. Una vez más se demuestra que los ejemplos son más determinantes que las palabras. Los análisis que se muestran en este trabajo, realizado en Consultorio de Colloto, son muy variados, y les invito a leerlo con detenimiento.
Los profesionales sanitarios se encuentran en una situación de privilegio para tratar el tabaquismo, ya que los pacientes acuden a ellos porque les preocupa su salud. Por tanto, aconsejar a alguien que deje de fumar no es una intromisión en su vida o en su escala de valores. Para un médico o un diplomado de enfermería, no hacerlo sería una negligencia profesional del mismo tamaño que no tomar la tensión en un hipertenso o no disminuir el colesterol en un hiperlipémico7.
Afortunadamente, la conciencia profesional en este sentido va en aumento y atrás quedaron los años en los que los sanitarios de ambos sexos eran más fumadores que la población general. Hoy día existen especialidades (neumología, cardiología) cuyos colectivos médicos se encuentran con un grado de tabaquismo similar al de la media de sus colegas europeos8.
En España hemos sufrido lustros de auténtica atonía y pasividad, especialmente por parte de nuestras autoridades sanitarias, en la gestión de la prevención y el tratamiento del tabaquismo; de hecho, aún el pasado año nos encontrábamos en el puesto 25 de 28 de la escala de la European Network for Smoking Prevention, que valora las actividades realizadas en cada estado miembro de la Unión Europea en materia de control de tabaquismo. Aun así, desde hace poco se comienza a vislumbrar luz en el túnel con la firma de adhesión de España al Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco y, sobre todo, con el anteproyecto de Ley reguladora de la venta, suministro, consumo y publicidad de los productos de tabaco para la protección de la salud que incorpora a nuestra sociedad la Directiva 2003/33/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, en cuyo borrador nuestra sociedad científica ha participado sugiriendo y modificando determinados puntos para que, cuando entre en vigor en los próximos meses, la ley se cumpla y sea de verdadera utilidad. Algunos políticos profesionales dicen que las promesas y leyes están para no cumplirlas, pero conociendo en profundidad la ley de referencia y la voluntad política de que llegue a buen puerto, estamos convencidos de que los próximos años avanzaremos más que en los últimos decenios en el control del tabaquismo.