Presentamos el caso de una mujer de 45 años, con una tumoración en la pared vaginal anterior que no afectaba al aparato urinario y de leve sintomatología. Se realizó escisión simple. El análisis anatomopatológico la identificó como leiomioma. Esta localización no es frecuente, la probabilidad de recurrencia es mínima y no se han descrito metástasis. La etiología es fuente de controversia.
We present the case of a 45-year-old woman, with a vaginal wall mass, no urinary system involvement, and only mild symptoms. Local excision was performed. Morphological analysis revealed a leiomyoma. This location is unusual. Local recurrences are exceptional and no cases of metastasis have been described. The etiology has not been clearly established.
Los miomas vaginales son extremadamente raros y siguen un curso benigno1. Su incidencia es máxima en las edades extremas de la vida2,3.
Habitualmente se trata de un hallazgo casual al ser por lo general asintomáticos4. De forma infrecuente, las pacientes refieren malestar, dolor local, sensación de peso, erosión y sangrado e incluso sintomalogía urinaria: urgencia, tenesmo, polaquiuria, disuria e incontinencia5.
El procedimiento de escisión y enucleación por vía vaginal es curativo, aunque la proximidad a las anastomosis de las arterias vaginales puede provocar sangrado profuso6. Sólo se ha descrito un caso de recurrencia local tras cuatro años de la cirugía7. No se han publicado casos de metástasis.
Caso clínicoSe trata de una paciente de 45 años que presentaba una tumoración sólida en la vagina. No refería molestia local, sensación de peso ni otros síntomas. No tenía antecedentes médicos de relevancia, a excepción de ansiedad en tratamiento con alprazolam, hábito tabáquico de veinte cigarrillos/día y un parto eutócico tres años antes.
En la exploración ginecológica se encontró una formación en la pared vaginal anterior de unos 6,5×4,5×4cm, recubierta de mucosa de aspecto sano, sin signos de erosión ni ulceración. No era dolorosa y no sangraba al contacto (fig. 1).
Mediante sondaje vesical sin dificultad de paso, se observó orina clara. Se solicitó una cistoscopia, en la que no se objetivó afectación de la uretra ni de la mucosa vesical. Mediante ecografía transvaginal tampoco se observaron lesiones ocupantes de espacio.
Se programó resección quirúrgica. Mediante acceso vaginal e incisión en la mucosa, se realizó disección por planos y escisión simple sin incidencias. El postoperatorio transcurrió sin complicaciones y la paciente fue dada de alta al día siguiente.
El estudio de la pieza describió una formación blanquecina, elástica, formada por fibras arremolinadas de tejido muscular liso organizado en haces (fig. 2), sin atipias, con escasas mitosis y sin necrosis. Fue diagnosticada de leiomioma. Un fragmento extirpado de vagina suprayacente a la lesión era sano y presentaba áreas de hiperqueratosis.
DiscusiónAlgunos autores proponen que los miomas de pared vaginal no poseen un origen neoplásico sino hamartomatoso2,8. Los hamartomas son malformaciones focales por diferenciación mesenquimal anormal. Están formados por células sin atipia, semejantes a las del tejido sano circundante, que crecen de forma desordenada pero a ritmo normal. Raramente comprimen estructuras vecinas, pero según su localización pueden provocar deformidad.
Dada la baja incidencia de miomas vaginales, es frecuente el error diagnóstico preoperatorio. Por su localización y forma esférica puede aparentar un cistocele que aumenta con maniobras de Valsalva, aunque la manipulación digital permite identificar la base de implantación en la pared vaginal anterior. Pueden resultar de ayuda pruebas complementarias, como resonancia nuclear magnética, ecografía, cistouretrografía con presión positiva y cistouretroscopia5. Debe realizarse diagnóstico diferencial con divertículos de uretra, quistes y abscesos vaginales, pólipos vaginales y neoplasias malignas, como el rabdomiosarcoma botrioides, de predominio en la infancia y que presenta un aspecto polipoide, único o múltiple (“en racimo de uvas”).