INTRODUCCION
La incontinencia urinaria (IU) es un problema social e higiénico para el paciente que la padece. En la actualidad se dispone de un gran número de publicaciones referentes a esta afección, pero en pocas se aportan datos concluyentes de su prevalencia. La IU muestra una amplia variabilidad dependiendo de la población estudiada y de los métodos diagnósticos utilizados; está influida también por la subestimación de la afección1-5. Diferentes estudios muestran una mayor frecuencia en mujeres, y en España se estima una prevalencia de incontinencia unrinaria femenina (IUF) del 40,6%6-8.
Este estudio se realizó con el objetivo de conocer la prevalencia de la IUF, la severidad y el impacto en la calidad de vida de las mujeres del área sanitaria de Alicante.
PACIENTES Y MÉTODO
Estudio transversal realizado en las consultas de ginecología de 2 centros de especialidades y consultorios especializados del Área 18 de Alicante. Para ello se realizó una encuesta autocumplimentada que estaba disponible en las salas de espera, de libre acceso para las mujeres que voluntariamente consintieron en cumplimentarla y la entregaron al ginecólogo cuando entraban en la consulta. Las encuestas garantizaban el total anonimato de las pacientes mediante la asignación de un código numérico; los datos fueron objeto de tratamiento disociado.
El estudio se llevó a cabo durante el mes de diciembre de 2003 y participó un total de 639 mujeres mayores de 15 años que acudieron al especialista por cualquier motivo ginecológico.
La encuesta registraba datos sobre edad, tipo de consulta (urgente o programada) y eventual tratamiento de la IU. Además, incluía el International Consultation on Incontinence Questionnaire (ICIQ-SF) en su versión validada en español9. Éste, en su versión reducida, contiene 3 ítems (frecuencia, cantidad y afectación) que permiten una puntuación global sobre la calidad de vida, y añade otro ítem con 8 respuestas que sólo tienen una finalidad descriptiva y orientadora sobre el tipo de IU que presenta la paciente.
Se consideró IU si la mujer respondió afirmativamente a la pregunta «Aunque acuda por otro problema, ¿puede decirnos si además tiene pérdidas molestas de orina?». En ausencia de respuesta a ésta, se recurrió al ICIQ-SF y se consideró positiva cualquier respuesta diferente de nulo para los ítems de frecuencia, cantidad o afectación.
El tipo de IU se estableció por el ICIQ-SF; se consideró IU de esfuerzo (IUE) cuando se especificaba pérdidas de orina «al toser o estornudar», o «con los esfuerzos o ejercicio físico»; IU de urgencia (IUU) cuando se especificaba pérdidas «antes de llegar al WC», y mixta (IUM) cuando se daban ambas situaciones a la vez.
La gravedad de la IU se evaluó según puntuación del ICIQ-SF recogida mediante una escala en la que «1» era la puntuación mínima y «21», la máxima. Posteriormente, se categorizó la gravedad según la categorización realizada en la publicación de Espuña et al9: se consideró gravedad baja en los casos con puntuación de ICIQ-F inferior a 10,5, gravedad media si era de 10,5 a 13,5 y alta cuando la puntuación superaba 13,5.
Se compararon las variables cualitativas mediante la prueba de la *2, y se compararon las medias en variables continuas utilizando tests no paramétricos (Mann-Whitney y Kruskall-Wallis), para un nivel de significación estadística de 0,05. Se analizó la correlación entre las respuestas obtenidas en las preguntas realizadas (edad, tipo de consulta, tipo de IU, tratamiento de la IU) y la puntuación del ICIQ-SF mediante un modelo de regresión lineal.
RESULTADOS
Se recogió un total de 639 encuestas cumplimentadas, de las cuales 583 fueron evaluables (91,24%); 56 encuestas se excluyeron por respuestas contradictorias o ausencia de respuesta en algún ítem del ICIQ-SF que no permitía estudiar la IU.
El 14,58% (n = 85) de las mujeres encuestadas tenía entre 16 y 35 años; el 62,60% (n = 365), entre 36 y 55 años, y el 22,82% (n = 133), más de 55 años.
El 39,97% (n = 233) reconocía tener problemas de IU, observándose un aumento significativo de la prevalencia de IU con la edad (prueba de la *2, p < 0,05), que fue del 47,71% para el grupo de pacientes de mayor edad (> 45 años) (tabla I).
El tipo de IU más frecuente fue la IUE, presente en el 72,53% de las mujeres; se observó un porcentaje muy similar para la IUM y la IUU (el 9,87 y el 10,30%, respectivamente).
La distribución de IUU e IUM era similar para los 3 grupos de edad; sin embargo, la IUE fue más frecuente en el grupo de mujeres de mayor edad (< 36 años, el 10,59%; entre 36 y 45 años, el 27,56%, y > 45 el 33,69%; p < 0,0001).
Las mujeres con IU presentaron una puntuación media del ICIQ-SF de 6,9 puntos (desviación estándar, 5,13); las medias fueron más elevadas en la puntuación global y en los ítems de frecuencia, cantidad y afectación para el grupo de mujeres de mayor edad, aunque no se observó significación estadística (test Kruskall-Wallis, p > 0,05) (tabla II). Las mujeres más jovenes refirieron con mayor frecuencia impacto en su calidad de vida, aunque tampoco se observó diferencias estadísticamente significativas (fig. 1).
Fig. 1. Puntuación del ICIQ-SF por dimensiones según grupos de edad.
La mayoría de las mujeres con IU (77,25%) presentaba una gravedad leve (tabla II). En cuanto al apartado «cantidad», el 63,95% respondió que perdía «poca cantidad» de orina. Las pérdidas de orina en la mayoría de las pacientes se producían al «toser o estornudar» (78,97%) y en aproximadamente el 20%, al realizar «esfuerzos físicos» y «antes de llegar al servicio» (el 21,03 y el 20,17%, respectivamente). El 8,58% refería pérdidas sin motivo evidente y el 4,72%, pérdidas después de orinar y vestirse.
Hubo 44 mujeres (el 18,88% de las que reconocieron tener IU) que respondieron que «nunca tenían pérdidas» y que «no se le escapaba nada de orina» a los ítems de frecuencia y cantidad de ICIQ-SF, respectivamente. A pesar de estas respuestas negativas, 38 de ellas indicaron perder orina «al toser o estornudar» y 4 de ellas refirieron «pérdidas antes de llegar al WC». Hubo 10 mujeres (4,29%) que, aun reconociendo tener pérdidas molestas, no registraron ningún síntoma. Ninguno de estos paradójicos casos refirió la instauración de tratamiento para la IU.
El análisis del impacto de la IU en la calidad de vida de las pacientes mostró un 32% al que no afectaba a su vida cotidiana.
Finalmente, en cuanto a la instauración de medidas terapéuticas, sólo el 15,88% de las mujeres con IU había recibido algún tratamiento por este motivo; el más frecuentetemente reportado fue la fisioterapia (tabla III).
El análisis de regresión lineal de las variables que podrían influir en la gravedad de la IU (según el ICIQ-SF) mostró una correlación positiva con respuestas como «pierde orina al realizar esfuerzos», «pierde orina sin motivo evidente», «pierde orina de forma continua» y con IUU e IUM (regresión lineal, p < 0,001).
DISCUSION
En esta área se visitan 117.245 mujeres anualmente, de las cuales 101.540 son mayores de 15 años. Con la presente encuesta se obtuvo una muestra de 583 pacientes valorables, de las que el 39,97% presentaba IU, porcentaje muy similar al publicado en población española3.
El diagnóstico de IU se obtuvo a partir de la declaración de la paciente, sujeta a su valoración subjetiva mediante la versión reducida del cuestionario para la detección de IU (ICIQ-SF) por su gran flexibilidad en cuanto a ámbitos de aplicación10 y por su factibilidad, validez, fiabilidad y poder diagnóstico constatados en su versión española9. El uso de este tipo de cuestionarios autocumplimentados tiene la ventaja de la detección de IU no declarada por la paciente al personal sanitario gracias a su anonimato.
El libre acceso a las encuestas facilitó la participación voluntaria de las pacientes, evitando el sesgo del médico en la selección de pacientes, aunque, por otro lado, quizá hizo que contestaran mujeres con mayor predisposición a afecciones y mujeres que no hubieran respondido en caso de no ser anónima. En este sentido, se trataría de un sesgo positivo, puesto que el motivo de acudir a consulta era totalmente diferente de la IU, que explicaría una prevalencia mayor que la obtenida por Pascual et al7 del 25,7% y semejante a la presentada en la revisión de Rebollo et al8 del 40,6% en mujeres mayores de 20 años.
La IU fue más frecuente en mujeres de mayor edad, en consonancia con lo descrito por otros autores1,2,11,12, lo que apunta a la necesidad de que se contemple una anamnesis dirigida a la detección de IU protocolariamente en mujeres mayores de 45 años, ya que muchas de ellas consideran erróneamente que la IU es una consecuencia inevitable del envejecimiento13.
La severidad de la IU no se relacionó con la edad, en términos de frecuencia y cantidad, aunque los resultados señalan un mayor impacto en la calidad de vida en la población más joven, y aunque no alcanzó significación estadística, otros estudios avalan esta suposición14.
Se observó una mayor puntuación en el cuestionario ICIQ-SF (afectación en la calidad de vida) en las pacientes con IUU e IUM (cuadros relacionados con hiperactividad del detrusor). Ello está en la línea de los resultados obtenidos en la validación al español del cuestionario de calidad de vida King's Health en mujeres con IU, que también mostraba que las pacientes con IUU e IUM percibían más problemas con relación a los síntomas15.
También las pérdidas «al realizar esfuerzos», de «forma continua» y «sin motivo aparente» (estos dos últimos, expresión de hiperactividad del detrusor) determinaron una mayor percepción de gravedad, según ICIQ-SF. Por otro lado, la IUE (pérdida cuando «tose o estornuda»), que fue la más frecuente, no tuvo impacto en la gravedad de la IU.
El hecho de que casi el 20% de las mujeres que reconocieron pérdidas molestas de orina no respondiera como estaba previsto al cuestionario y que, además, se excluyera un 8,8% de los cuestionarios por cumplimentación incoherente o por falta de respuestas en algún ítem, mostró una discordancia en la factibilidad del cuestionario respecto del estudio de Espuña et al9, en el que ninguna de las mujeres encuestadas dejó de contestar algún ítem. En ambos, el cuestionario era autocumplimentado en la sala de espera, aunque en el presente estudio la mujer podía acudir por cualquier motivo ginecológico, mientras que en el de Espuña eran mujeres ya seleccionadas por presentar IU. Se precisan, por tanto, nuevos estudios que evalúen la factibilidad del cuestionario según el ámbito de aplicación.
Se comprobó también una baja adopción de medidas terapéuticas, lo cual redunda en la idea de que la IU aún sigue siendo un problema insuficientemente declarado y, en consecuencia, escasamente abordado por los médicos desde diversos ámbitos (atención primaria, urología y ginecología). Gran parte de ellas no había consultado nunca a los profesionales de la salud, quizá por el desconocimiento de posibles medidas terapéuticas disponibles para esta afección16.
Con los resultados obtenidos (una prevalencia aproximada del 40% de las mujeres que acuden al ginecólogo por cualquier motivo presentan IU) puede concluirse que la IU sigue siendo una afección infradeclarada, a pesar de ser un problema social e higiénico para la paciente. Hasta el 20% de las que reconocen tener pérdidas luego no lo registran como afección en el ICIQ-SF. Es necesario realizar una anamnesis dirigida a su detección, especialmente en las mujeres de edad superior a 45 años, e identificar las deficiencias de información que puedan tener, y establecer planes de salud en nuestro entorno con intervenciones educativas sobre la IU, lo que permitirá su correcto abordaje terapéutico y mejorará la calidad de vida de las pacientes que la padecen. No obstante, tan sólo el 11% se percibe como severa, y no se relaciona con la edad y sí con el tipo de IU (IUU e IUM).