INTRODUCCIÓN
La incidencia del embarazo múltiple, y especialmente de los embarazos triples, ha experimentado un notable incremento durante los últimos años. Esto no se explica sólo por factores biológicos, tales como la edad y paridad, sino que los avances en el tratamiento de la infertilidad y, sobre todo, los nuevos procedimientos de reproducción asistida han contribuido en gran manera a este espectacular aumento1.
Las gestaciones múltiples se asocian a una mayor morbilidad tanto materna como perinatal. Aunque los resultados han mejorado debido básicamente a que el control prenatal permite indicar la extracción fetal en mejores condiciones y a los avances en el campo de la perinatología, el riesgo se incrementa conforme aumenta el número de fetos2,3.
La principal causa de morbimortalidad neonatal sigue siendo el parto pretérmino4. El mayor riesgo se produce en gestaciones por debajo de las 32 semanas y fetos de menos de 1.500 g5.
En este estudio analizamos retrospectivamente nuestra experiencia con los embarazos triples en los últimos 15 años, y los factores más íntimamente relacionados con la morbimortalidad perinatal en este tipo de gestaciones.
MATERIAL Y MÉTODOS
Hemos analizado 90 embarazos triples atendidos en el Departamento de Obstetricia y Ginecología del Hospital de Cruces (Vizcaya), entre enero de 1989 y diciembre de 2003, sobre un total de 78.566 partos. Se excluyeron los casos en que se había practicado una reducción embrionaria y aquellos en los que la gestación no llegó a las 24 semanas.
La mayoría de las gestaciones fueron controladas en nuestro propio hospital, aunque, por tratarse de un centro de referencia, un pequeño número de casos se derivaron al alcanzarse la viabilidad fetal o al presentarse alguna complicación.
A pesar del tiempo que abarca el estudio, salvo los cambios realizados en el control ecográfico (más completo y exhaustivo durante los últimos años), el control clínico del embarazo múltiple se ha mantenido de una manera uniforme. Nuestro protocolo de control de los embarazos múltiples no contempla ninguna medida profiláctica (reposo en cama, cerclaje...).
Las variables analizadas han sido: edad materna, paridad, tipo de gestación (técnica de reproducción empleada), diagnóstico prenatal y semanas en el momento del parto. Con respecto al recién nacido, se han estudiado el sexo, el peso, el pH de cordón umbilical, el test de Apgar a 1 y 5 min, la necesidad de ingreso en la unidad neonatal, el índice de malformaciones y la mortalidad tanto perinatal como neonatal.
RESULTADOS
De los 15 años del estudio, durante los 7 primeros (1989-1995) tan sólo se atendieron 13 gestaciones triples. Las otras 77 tuvieron lugar durante los últimos 8 años (1996-2003) (fig. 1). Esto supone un aumen to en la incidencia de embarazos triples desde un 0,3 hasta el 1,9. Durante el primer período, el 38,5% de los embarazos fueron espontáneos frente al 15,6% de los últimos 8 años.
Fig. 1. Número de embarazos triples por año (1989-2003).
La edad media ± desviación estándar fue de 33 ± 4,8 años (rango, 23-55 años) con 29 mujeres por encima de los 35 años. Para 76 mujeres era su primera gestación y 14 eran multíparas.
De las gestaciones, 17 fueron espontáneas (19,1%), mientras que el resto se obtuvo por técnicas de reproducción asistida (80,9%). Las pacientes con gestaciones espontáneas eran más jóvenes (edad media, 30 ± 3,3 años) que el grupo de pacientes con problemas de esterilidad (edad media, 34 ± 4,8 años). Entre las técnicas de reproducción asistida, el 31,1% de los embarazos triples proceden de inseminaciones (conyugal o de donante), seguidas por un 31,1% de gestaciones obtenidas por FIVTE/ICSI. El resto de los embarazos se consiguió mediante estimulación de la ovulación y coito dirigido o donación de ovocitos (tabla I).
A 5 pacientes se les realizó una amniocentesis por razones de edad sin presentarse pérdidas fetales ni alteraciones del cariotipo.
La edad gestacional en el momento del parto se presenta en la tabla II. La media de duración de estas gestaciones fue de 34 ± 2,9 semanas (rango, 24-39 semanas). El 86,6% de los partos fueron pretérmino y el 4,4% finalizó antes de las 28 semanas.
La complicación más frecuente en estos embarazos fue la amenaza de parto pretérmino constatada por criterios clínicos o cardiotocográficos y que requirió el ingreso en 41 pacientes (45,6%), aunque sólo se instauró tocólisis en 36, y fue imposible intentar la frenación por la inminencia del parto en 5 casos. La duración media de la hospitalización fue de 12,43 ± 13,9 días (rango, 1-60 días).
El 28,9% de las pacientes (26 casos) presentaron una rotura prematura de membranas amnióticas.
En todos los casos, excepto en uno en el límite de la viabilidad (24 semanas), el parto fue por cesárea abdominal.
En la tabla III se reflejan algunas de las variables neonatales estudiadas (peso, test de Apgar, pH de cordón e ingreso en la unidad neonatal). Analizados todos los fetos en conjunto, la media de peso fue de 1.782 ± 523 g. El test de Apgar a los 5 min fue < 7 en 11 (4,07%) de los 270 fetos. Casi tres cuartas partes de los recién nacidos (72,59%) tuvieron que ingresar en la unidad neonatal.
De los 270 fetos, 132 fueron varones y 138, mujeres; 12 gestantes tuvieron los 3 fetos de sexo femenino y 10, los 3 fetos de sexo masculino.
La distribución de pesos se expone en la tabla IV. Casi las dos terceras partes de los fetos (64,8%) pesaron entre 1.500 y 2.500 g y un 6,28% pesó menos de 1.000 g.
Entre los 270 recién nacidos se registraron 4 recién nacidos con alguna malformación: un caso de labio leporino acompañado de malformaciones en las falanges de la mano, un caso de pies zambos, un caso de anencefalia en uno de los gemelos y un caso de hemimelia de la extremidad superior derecha.
La mortalidad perinatal fue del 18,5 (3 muertos intraútero y 2 fallecidos durante los 7 primeros días de vida). La mortalidad neonatal fue del 14,8 al fallecer otros 2 neonatos antes de los 28 días de vida. Todos los muertos tras el nacimiento habían pesado menos de 1.000 g. Aunque no se halla reflejado en los índices de mortalidad perinatal y neonatal, conocemos por los informes del Departamento de Pediatría que otros 3 recién nacidos ingresados fallecieron en la unidad neonatal pasados los 28 días de vida, mientras que los restantes 260 fueron dados de alta.
DISCUSIÓN
En los últimos años asistimos a un notable incremento en la incidencia de los embarazos triples6. En España faltan datos oficiales sobre los resultados perinatales de las gestaciones multifetales, por lo que se suele hacer referencia a los datos de países que tienen un buen sistema de registro y a la experiencia aportada por diferentes grupos. Las diferencias poblacionales y epidemiológicas pueden influir en algunos resultados, por lo que es importante disponer de series que reflejen los resultados del medio en el que habitualmente trabajamos.
Hasta una cuarta parte del aumento en la incidencia de los embarazos múltiples se debe al aumento de la edad materna, incluso sin la influencia de las técnicas de reproducción7. La edad avanzada se asocia a un incremento de las complicaciones obstétricas, aunque recientes estudios en gestantes de más de 50 años no encuentran un aumento significativo8.
La complicación más frecuente y que más se relaciona con un resultado perinatal adverso en estas gestaciones es la prematuridad. En términos generales, la prematuridad se presenta en el 6-10% de todos los nacimientos pero es la causa del 70-85% de morbilidad y mortalidad neonatal9. Su incidencia en las gestaciones triples varía según las series entre el 80 y el 90%5,10-13. De todos modos, es importante tener en cuenta la edad gestacional en el momento del parto. Para algunos autores, la prematuridad extrema (< 28 semanas) es la que más influye en los resultados perinatales y su incidencia es muy variable, pues llega en algunas series hasta el 25%1,14,15. Para otros autores, el límite estaría en las 32 semanas, ya que la mayoría de los que nacen antes van a precisar de cuidados intensivos y presentan mayor riesgo de secuelas, tanto a corto como a largo plazo16. También aquí los resultados publicados varían entre el 29 y el 47%1,17-19. Nuestros resultados se pueden considerar como muy buenos, con tan sólo un 4,4% de recién nacidos de menos de 28 semanas y un 16,6% de menos de 32 semanas de gestación. No obstante, el 87% de prematuridad se sitúa en el rango medio de las tasas publicadas5,10-13.
Se han propuesto distintas medidas para la prevención de la prematuridad en estas gestaciones. Entre ellas destacan la hospitalización prenatal, la monitorización domiciliaria de la dinámica uterina o el uso de betamiméticos de manera profiláctica, pero de los estudios y revisiones realizados se deduce que, hasta el momento, ninguna se ha mostrado efectiva para prevenir el parto prematuro en las gestaciones multifetales20-23.
Junto a la edad gestacional, la variable que más afecta al pronóstico y los resultados perinatales es el peso al nacimiento. La incidencia de pesos muy bajos (< 1.000 g) entre los embarazos triples es 10 veces mayor que en la población general24, y no menos del 30-35% pesará menos de 1.500 g25,26. Nosotros encontramos una incidencia de nacidos con un peso menor de 1.000 g del 6,2%, aunque la media del peso es muy similar a la referida por la mayoría de las series27-30.
La baja incidencia de recién nacidos con muy bajo peso es una de las razones que hace que en esta revisión encontremos unas tasas de mortalidad perinatal y neonatal excepcionalmente bajas. Las series más amplias encuentran que en los últimos años la tasa de mortalidad perinatal es aproximadamente del 110, tres cuartas partes de las cuales son muertes neonatales31. En algunas series recientes se citan tasas de mortalidad perinatal de hasta el 26032, una disparidad que refleja probablemente la diferencia de poblaciones y medios de los diferentes estudios.
En la morbimortalidad perinatal es determinante la alta incidencia de bajos pesos debidos sobre todo a la prematuridad, pero también a un crecimiento intrauterino restringido. Dado que el control de bienestar fetal mediante ecografía Doppler es una técnica relativamente reciente y no disponíamos de datos en todas las gestaciones, no analizamos este aspecto, aunque en los últimos 6 años basamos el control y manejo de manera primordial en esta técnica, ya que se demuestra que su uso mejora los resultados al permitir la extracción fetal en mejores condiciones2,33.
El índice de anomalías congénitas mayores es similar al que refieren otros estudios y no es mayor que el de las gestaciones simples19,34. Uno de los fetos en un embarazo triple era anencéfalo y hay comunicaciones que postulan la posible relación de esta malformación con el uso de fármacos inductores de la ovulación35,36. En nuestro caso también se habían empleado estos fármacos. No obstante, probablemente esta relación es más debida al azar que a una acción directa del fármaco.
Las gestaciones triples se asocian a un aumento de la morbilidad materna, y las complicaciones obstétricas más comunes, como la diabetes gestacional, los trastornos hipertensivos del embarazo, el parto pretérmino y el crecimiento fetal restringido, ocurren con más frecuencia en las gestaciones múltiples, aunque su manejo es el mismo que en el caso de las simples37. Al margen de la amenaza de parto pretérmino, que es la complicación más citada en todos los estudios, la complicación médica más frecuente son los trastornos hipertensivos del embarazo, con una incidencia que varía entre el 10 y el 66%28,38-40.
Respecto a la influencia de la edad y paridad maternas, aunque nosotros no encontramos diferencias en cuanto a la duración de la gestación ni a los resultados perinatales, hay estudios, algunos con un número de casos similar al nuestro, en que las nulíparas tienen una menor duración del embarazo, con la consiguiente influencia en la morbilidad perinatal11,16.
En definitiva, las gestaciones triples conllevan una morbimortalidad materno-fetal más elevada que en las gestaciones simples, por lo que requieren un mayor control gestacional y un mayor consumo de recursos, económicos y sociales. Deberían evitarse en la medida de lo posible y a eso tienden los nuevos protocolos de medicina reproductiva, cuyo final sería conseguir una gestación única y el nacimiento de un recién nacido sano18. Mientras la moderna neonatología puede salvar la vida de niños de muy bajo peso y grandes prematuros, no hay medidas seguras para prevenir, en una significativa proporción de esos niños, una potencial morbilidad neurológica. Aunque las tasas de morbimortalidad perinatal en nuestro estudio sean esperanzadoramente bajas, sabemos que no se debe perder de vista la morbilidad a medio y largo plazo, inevitablemente asociada a la prematuridad, por lo que las referencias pronósticas que se den a las parejas que lo demanden deben basarse en ambos datos, no siempre fácilmente cuantificables.