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Vol. 32. Núm. 4.
Páginas 169-171 (octubre - diciembre 2011)
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Una nueva Enfermería Nefrológica para el siglo XXI
New Nephrology Nursing for the XXI C entury
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Ma Jesús Rollán-de-Sota
Unidad de Nefrología, Hospital Clínico de Valladolid, Valladolid, España
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Si volvemos la vista atrás podemos contemplar la larga trayectoria de la humanidad, y observar su evolución, a nivel físico, económico, social e intelectual.

El deseo de perfeccionamiento, innato en el hombre, lo lleva a un avance continuo hacia metas cada vez más elevadas. En el campo concreto de las Ciencias de la Salud, los conceptos han variado enormemente adaptándose a cada momento.

La Enfermería, es una ciencia social, ya que la salud es un bien social imprescindible para el desarrollo integral del ser humano que como tal, se supera día a día y en un amplio abanico de posibilidades. Para ello ha ido ajustando sus conocimientos a las necesidades de cada situación, desde los tratamientos ancestrales a base de hierbas y productos naturales que se prestaban en los primeros hospitales asistidos por religiosos, hasta las sofisticadas técnicas de la actualidad aplicadas en los hospitales.

En una breve revisión histórica de la evolución de la Enfermería, observamos que en un principio, los cuidados más especializados y que no podía dar la familia eran impartidos por religiosos. Con las guerras y las necesidades de hospitalización que las acompañan, se empiezan a organizar los hospitales, apareciendo tímidamente aun, la imagen de la enfermera; ésta ya no necesariamente religiosa, presta sus cuidados tras un aprendizaje básico en el mismo lugar de trabajo.

En el año 1880 se abre la primera Escuela de Enfermeras de España, donde se imparten estudios y se exige la superación de exámenes para ejercer como enfermera. Estas escuelas nacen independientes de las de practicantes y matronas, con lo que desde las raíces de la profesión, se observa una intención de agruparse según campos de actuación diferenciados. Mas tarde, en respuesta a la necesidad de crear colectivos fuertes y operativos aparecen los colegios profesionales. A partir de ese momento, la enfermería ha ido avanzando a pasos agigantados, asimilando técnicas y cuidados cada vez más sofisticados y exigiendo cono cimientos más profundos sobre las mismas.

Hemos avanzado mucho:

  • gozamos de un mayor prestigio,

  • estamos reconocidos como universitarios

  • y recientemente, como recompensa al esfuerzo realizado por parte de los profesionales, un conjunto de normas legales marcarán un hito histórico en nuestro desarrollo profesional. No está mal ¿verdad?

La Enfermería tiene ahora una función específica, lejos de esa dependencia jerárquica a la Medicina. Tenemos una misión: la de “prestar atención de salud a los individuos, las familias y las comunidades en todas las etapas del ciclo vital y en sus procesos de desarrollo”. Este cometido se debe valorar y evaluar científicamente, basar sus intervenciones en principios de carácter humanístico, científicos y éticos y obtener resultados mediante la evidencia científica y utilizando recursos clínicos y tecnológicos adecuados.

Hoy se reconocen funciones propias de la Enfermería en términos asistenciales, investigadores, docentes y de gestión.

La nueva ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS) establece como función de los enfermeros “la dirección, evaluación y prestación de los cuidados de Enfermería orientados a la promoción, mantenimiento y recuperación de la salud, así como a la prevención de las enfermedades y discapacidades”.

¿En que beneficia la Ley de Ordenación de las Profesiones sanitarias a los enfermeros?. Podemos asegurar que la aprobación de la LOPS significa un importante impulso, reconocimiento y mejora de la profesión, ya que dota de identidad, autonomía y personalidad propia junto al resto de las profesiones sanitarias. Gracias a esta ley tenemos definidas por fin las competencias de todas las profesiones sanitarias, la previsión del desarrollo de la carrera profesional y el establecimiento de las bases de las especialidades en ciencias de la Salud.

Centrándonos en el paciente renal crónico, sabemos que en la actualidad, la ERC es un problema de salud pública mundial y cada año según datos de la Sociedad Española de Nefrología se registra un aumento de entre el 4%- 5%. Según el registro nacional de pacientes renales que coordina la Organización Nacional de Trasplantes, en España hay 45.000 pacientes en tratamiento renal sustitutivo, de los que casi la mitad están trasplantados. Esta cifra se duplicará en los próximos 10 años debido al envejecimiento progresivo de la población y al aumento en la prevalencia de otros procesos crónicos como la diabetes y la hipertensión.

Reflexionando y analizando los datos sobre la situación actual de salud renal de la población española, creo que es vital intervenir en varios frentes:

  • La educación de la población en hábitos saludables.

  • La prevención de la enfermedad renal crónica en grupos de riesgo.

  • La formación de los profesionales, incidiendo en la prevención y detección precoz de esta enfermedad.

Todo indica que es preciso intervenir con un programa de salud renal que implique a todas las estructuras y niveles sanitarios. Realizar un programa de salud renal requiere recursos humanos y económicos suficientes para llevarlo a cabo, y el compromiso de los profesionales junto a su coordinación y formación, tanto en atención primaria como especializada.

En la actualidad, las enfermeras que trabajamos en Nefrología somos conscientes de que nuestros pacientes son enfermos crónicos, de edad cada vez más avanzada, con una importante comorbilidad y con muchos problemas sociales. Desde esa realidad hay que proporcionarlos la mejor calidad de vida posible.

La dotación del personal de enfermería debería ser suficiente, para satisfacer las necesidades de cuidado de estos pacientes y garantizar la seguridad del tratamiento.

La calidad de los cuidados aplicados depende de las competencias adquiridas del personal que los aplica. Por ello, es necesaria la experiencia en este campo del cuidado y requiere una formación previa.

Adiestrar a una enfermera nefrológica exige tiempo, pero muchas veces a pesar de tener formación, no se contempla la cualificación del personal en la contratación.

Actualmente, no existe formación suficiente en las Escuelas Universitarias de Enfermería, como para que un diplomado entre a formar parte de un Servicio de Nefrología, es obvio que se precisa de un perfil profesional, determinado con unos conocimientos específicos y unas destrezas y habilidades concretas y desde luego unas actitudes encaminadas a captar las necesidades del paciente renal, que entiendan sus limitaciones y alcancen un gran desarrollo de la empatía.

Esta es la razón para que independientemente de retos comunes a otras áreas de Enfermería, en este momento, el principal reto de la Enfermería en estos servicios y por supuesto desde la SEDEN, sea obtener la Especialidad1–5.

Bibliografía
[1]
Gil Gómez C, Guillen i Serra A., Liesa i Torre-Martin A., Rius i Almoyner N., Ronda Garcia M.J., Sanjuán i Ortega P., Andres i Casamiquela J., Marco de Funciones de Enfermería Nefrológica. Sociedad Española de Enfermería Nefrológica.
[2]
M.V. Miranda Camarero.
Situación de la Enfermería Nefrológica en España.
Sociedad Española de Diálisis y trasplante, (2007), pp. 165
[3]
Tribuna Sanitaria, n 161, julio y agosto 2003.
[4]
LLetget R. Nueva Enfermería. Una nueva Enfermería para el siglo XXI.
[5]
Lapreta I. Enfermería facultativa. Construyendo la nueva Enfermería del siglo XXI.

Presentado XXXIII Congreso Anual de la SEDYT. Granada, 13 de mayo de 2011.

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