Gardnerella vaginalis (G. vaginalis), anteriormente conocida como Haemophilus vaginalis o Corynebacterium vaginale, es una bacteria anaerobia que coloniza la superficie del epitelio vaginal y está frecuentemente asociada a vaginosis1,2. Este microorganismo se ha descrito como patógeno en las mujeres después del parto o tras cirugía pélvica, pudiendo llegar a producir complicaciones durante el parto1,3. Sin embargo, G. vaginalis también puede desempeñar un papel importante en las infecciones urinarias tanto en varones como en mujeres2.
Presentamos el caso de una paciente de 48 años con antecedentes personales de cólicos nefríticos y urolitiasis no expulsada, que acudió al servicio de urgencias de nuestro hospital por presentar fiebre y clínica compatible con un cólico nefrítico derecho. A la exploración se observó una temperatura corporal de 39,6°C, tensión arterial 231/132, frecuencia cardiaca 131lpm y percusión renal derecha positiva. El resto de la exploración fue normal. Analíticamente destacaba la presencia de leucocitosis con neutrofilia (13,1×109/l, 92,5% de neutrófilos), urea 54mg/dl, creatinina=1,66mg/dl, ácido láctico=2,6mmol/l y PCR de 15,79. En orina el sedimento mostró un pH de 5, leucocitos 100μl (++), sangre 250μl (++++), proteínas 25mg/dl (+), cuerpos cetónicos 5mg/dl (+), siendo el resto normal o negativo.
Se extrajeron 2 hemocultivos, se recogió una muestra de orina para cultivo y se administró ceftriaxona iv 2g en urgencias dejándola pautada posteriormente cada 24h. En la radiografía simple abdominal se observó una litiasis ureteral izquierda y en la ecografía una ureteropielocaliectasia derecha grado 2. Tras evaluación por el urólogo de guardia se realizó una ureterorrenoscopia derecha y un cateterismo ureteral con catéter doble J derecho, ingresando la paciente con el diagnóstico de sepsis urológica por urolitiasis obstructiva (cólico renal complicado) de origen comunitario.
El urocultivo fue negativo y a las 48h de incubación la botella anaerobia del primer hemocultivo fue positiva, observándose pequeños bacilos y cocobacilos gramvariables. En el subcultivo de las placas incubadas en atmósfera de aerobiosis no se apreció crecimiento, sin embargo, en las incubadas en anaerobiosis se observó a las 24h la presencia de unas colonias pequeñas puntiformes. Mediante la técnica de proteómica MALDI-TOF se identificaron estas colonias como G. vaginalis. A pesar de que no existen puntos de corte de sensibilidad para este microorganismo, se realizó estudio de sensibilidad mediante disco-difusión. Los resultados fueron interpretados según CLSI utilizando los puntos de corte para Streptococcus spp. G. vaginalis se mostró sensible a antibióticos utilizados para su tratamiento (ß-lactámicos, metronidazol, clindamicina y vancomicina).
A los 3 días del ingreso, antes de que se confirmara la identificación microbiológica, y ante la buena evolución de la paciente se decidió darle el alta, con terapia secuencial con cefixima oral 400mg/24h durante 14 días. La paciente fue sometida a tratamiento con litotricia extracorpórea a los 3 meses posteriores al alta, retirándose en ese momento el catéter doble J. Desde entonces permanece asintomática.
La bacteria G. vaginalis puede desempeñar un papel importante en infecciones urinarias complicadas y no complicadas. Se ha aislado tanto de las vías urinarias altas (uréteres, pelvis renal y cálices) como bajas (vejiga), y tanto en pacientes sintomáticos como asintomáticos4,5. La piuria aparece rara vez asociada a infecciones urinarias producidas por G. vaginalis y puede estar ausente aun en presencia de enfermedad grave de las vías urinarias altas4,6. La mayoría de las bacteriemias producidas por G. vaginalis descritas en la literatura están relacionadas con enfermedades obstétricas, ginecológicas o con el embarazo. En los casos en los que este microorganismo es recuperado en sangre, hay que tener especial cuidado y elaborar una historia clínica exhaustiva, teniendo en cuenta su posible asociación con la endocarditis7.
G. vaginalis se ha aislado en cuadros graves como osteomielitis, discitis o infecciones de prótesis, lo que probablemente traduzca que la diseminación hematógena de esta bacteria es mayor de lo que pensamos8,9. Examinada la historia previa de la paciente, se encontró que hacía 13 años tuvo un episodio de amniorrexis espontánea que no tuvo consecuencias en el periodo puerperal y 3 episodios de urolitiasis complicada en los últimos 5 años, precisando todos ellos de ingreso hospitalario y colocación de catéter doble J. La paciente no presentaba factores predisponentes para infección sistémica, pero sí los presentaba a nivel local (numerosos episodios de urolitiasis). El origen de la infección pudo deberse a una infección hematógena diseminada desde la vía urinaria obstruida. A este respecto es interesante resaltar que G. vaginalis coloniza habitualmente la orina de mujeres —embarazadas y no embarazadas— con enfermedad urológica, tanto alta como baja2,7.
En cuanto al tratamiento, G. vaginalis, por lo general es sensible a penicilina, ampicilina, eritromicina, clindamicina, trimetoprima y vancomicina10. Se ha observado que en la mayoría de los pacientes con sepsis por G. vaginalis la recuperación fue completa independientemente de si se había iniciado o no tratamiento antibiótico o de cual fuera el antimicrobiano elegido2. Aunque el tratamiento de elección para la infección sistémica o urinaria es ampicilina o amoxicilina, el tratamiento con cefalosporinas resultó ser efectivo en nuestro caso, aunque probablemente, lo más eficaz fue la intervención urológica que resolvió la obstrucción.
Este caso nos demuestra que aunque G. vaginalis se asocia generalmente a infecciones vaginales locales, puede, en determinadas ocasiones, causar enfermedad sistémica significativa. Es importante para los microbiólogos ser conscientes de que G. vaginalis puede encontrarse en diferentes localizaciones a las acostumbradas y, especialmente, como patógeno urológico, ya que este microorganismo es fastidioso y su identificación es dificultosa si no se sospecha.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.