Hemos leído con interés el trabajo de Ferreras et al.1 sobre la implementación de un sistema de alarmas para la detección precoz de los pacientes con sepsis, que muestra que su utilización conlleva a un mejor cumplimiento de las medidas terapéuticas protocolizadas para estos pacientes, y a una disminución de la estancia y mortalidad hospitalarias. Se conoce desde hace tiempo la importancia que tiene el tratamiento precoz de este perfil de pacientes en términos de supervivencia2, pero indudablemente el primer paso para llevarlo a cabo es la identificación adecuada y temprana de los pacientes con sepsis a su llega a los servicios de urgencias (SU).
Últimamente se ha venido discutiendo en la literatura sobre la idoneidad de los criterios establecidos de sepsis para la adecuada identificación y estratificación de los pacientes infectados que acuden a los SU, especialmente en poblaciones más susceptibles a no presentar una adecuada respuesta inflamatoria a la infección, como son los pacientes de edad avanzada y los inmunodeprimidos. Un trabajo reciente mostró estos problemas de sensibilidad, que se traducían en la ausencia de identificación correcta en un 12% de los pacientes estudiados3. También se ha publicado que estos criterios no son útiles en población de 75 o más años4, hecho cada más transcendente ya que la afluencia a los SU de la población de edad avanzada por cuadros infecciosos es cada vez más habitual5. Algunos autores incluso han realizado recientemente una propuesta para realizar un triaje específico adaptado al paciente anciano con sospecha de infección6,7.
Considerando los datos anteriormente expuestos, nos ha llamado la atención la elevada sensibilidad (87% [IC 95%: 81,93-91,66%]) y especificidad (94,56% [IC 95%: 93,64-95,32%]) que comunican Ferreras et al. Es probable que estos datos sean consecuencia de haber realizado una muy buena formación del personal de enfermería en la identificación del paciente con infección, y en la adecuada selección de los criterios establecidos para la alarma, que tienen en cuenta no únicamente de los datos de respuesta inflamatoria sistémica, sino también otros como la alteración del nivel de consciencia, la saturación de oxígeno o la hiperglucemia en el paciente no diabético.
Por último, queremos resaltar el hecho de que la infección es un proceso dinámico y, por tanto, un paciente puede no presenta un cuadro de sepsis grave a su llegada al SU, pero podría evolucionar a él durante su estancia en el SU. Por este motivo, sería muy importante que el programa informático utilizado en el SU fuera también «dinámico» y pudiera realizar evaluaciones continuas o periódicas de los datos de las constantes del paciente y de determinados parámetros analíticos, con el fin de activar el sistema de alarma en el momento en que el paciente cumpliera los criterios de sepsis grave o shock séptico.