Varón de 25años, natural de Rumania y residente en España desde hace 3años. Como único antecedente de interés refirió contacto con ganado ovino. Ingresó para estudio de patología vertebral, ya que desde hace un año refiere dolor lumbociático izquierdo con pérdida de sensibilidad en dicho miembro inferior. Durante este tiempo se le realizó tomografía axial computarizada (TAC) de columna lumbosacra y de tórax. En la TAC de columna se observó lisis del tercio anterior del cuerpo de L4 con colección de partes blandas localizada a nivel prevertebral compatibles con proceso infeccioso granulomatoso crónico, a descartar tuberculosis vertebral. En la TAC de tórax se buscaron lesiones sugerentes de tuberculosis pero no se apreciaron alteraciones pulmonares significativas. Además, se le tomó biopsia de hueso mediante punción con aguja gruesa para estudio de micobacterias y bacterias habituales. Ambos estudios fueron negativos. Un mes más tarde se le volvió a realizar TAC de columna junto con punción por aspiración para la toma de biopsia de hueso y se confirmó la presencia de lesión osteolítica con focos de calcificación y/o hueso destruido y con componente de partes blandas prevertebral. Se extrajeron cilindros óseos para estudio patológico y microbiológico. El informe de anatomía patológica indicó presencia de acumulaciones de histiocitos que constituían granulomas en empalizada de probable etiología infecciosa. El informe de microbiología fue negativo para PCR Mycobacterium tuberculosis complex, cultivo de bacterias habituales y cultivo de micobacterias. Siete meses más tarde, ante la persistencia de la clínica y la ausencia de diagnóstico, se decidió intervención quirúrgica. En el control prequirúrgico se realizó resonancia magnética de columna, persistiendo la afectación vertebral de L4 con destrucción del cuerpo y presencia de masa multiquística con extensión prevertebral interaortocava y epidural intracanal. La biopsia intraoperatoria se remitió al Laboratorio de Microbiología para su estudio.
El análisis del líquido de lavado de la biopsia tras fijación con acetato sódico formol, centrifugación diferencial y visualización del sedimento en fresco reveló la presencia de escólices (arenilla hidatítica, figs. 1 y 2). Las pruebas serológicas para Echinococcus granulosus fueron negativas. El paciente fue diagnosticado de hidatidosis lumbar L4. Fue sometido a intervención quirúrgica-diagnóstica-terapéutica precedida de tratamiento con albendazol a dosis de 400mg/12h por vía oral durante 10días, debido a la ausencia de un diagnóstico previo, y posteriormente durante un mes tras la intervención. La cirugía consistió en una doble vía secuencial: primero un desbridamiento de la lesión por vía anterior retroperitoneal izquierda con colocación de un autoinjerto tricortical de cresta ilíaca para rellenar el defecto fusionando los cuerpos desde L3 a L5, y posteriormente una vía posterior con resección de un gran quiste intracanal, que era el responsable de la ciatalgia izquierda y la hipoestesia, pues estaba comprimiendo el saco dural y las raíces L4 y L5 izquierdas, y posterior artrodesis posterolateral desde L2 a S1 sin colocar instrumentación en la vértebra lesionada. En la actualidad se encuentra asintomático, habiendo mejorado completamente de la sintomatología dolorosa lumbociatálgica y sin evidencia clínica ni radiológica de recidiva.
E.granulosus, de distribución mundial, es el agente causal de la hidatidosis quística en nuestro medio. En España existe una tendencia descendente de los casos de hidatidosis desde el año 20061.
Los quistes de E.granulosus se presentan de forma individual, aunque menos frecuentemente pueden presentarse de forma múltiple, rellenos de fluido quístico, con un diámetro de 1 a 15cm y protoescólices2.
La afectación ósea de la hidatidosis es muy infrecuente (1-2% de los casos), y una de las formas más graves. Dentro de estas, la columna vertebral es una ubicación excepcional3,4.
El diagnóstico de la hidatidosis se basa en datos epidemiológicos, clínicos, radiológicos y de laboratorio. El diagnóstico de laboratorio se realiza por visualización directa de protoescólices, ganchos sueltos o membrana hidatídica y/o la determinación de anticuerpos en suero. En este último caso cabe decir que la respuesta inmunológica en la hidatidosis puede variar según la localización y el estado anatomofuncional de los quistes hidatíticos5, no descartando la enfermedad en caso de seronegatividad. Así, entre el 10 y el 20% de los pacientes con quistes hepáticos y aproximadamente el 40% de los pacientes con quistes pulmonares no presentan niveles significativos de anticuerpos IgG específicos6. Del mismo modo, quistes alojados en el riñón, el bazo, el cerebro o el hueso inducen una baja o nula respuesta de anticuerpos contra el parásito7.
El abordaje médico-quirúrgico de la hidatidosis vertebral es complejo al ser un proceso de tipo infiltrativo a nivel del hueso, y es necesario el tratamiento de forma pre y postoperatoria con albendazol a dosis de 400mg/día durante 1 y 3meses, y un seguimiento estrecho del paciente, ya que las recurrencias se sitúan en torno al 20-30%8-10.
En resumen, se trata de un caso de hidatidosis vertebral cuyo interés radica no solo en la rareza del mismo, sino en las dificultades que presenta la curación de esta localización de la hidatidosis.