Sr. Editor: En relación al artículo publicado recientemente en su revista sobre la variabilidad de la prescripción antibiótica en dos países de Europa (España y Dinamarca) 1, quería agradecer a los autores su contribución al conocimiento del tema y a la sensibilización respecto a la necesidad de utilizar mejor los antibióticos en nuestro medio, así como aportar algunos comentarios al respecto.
En España se consumen 2,85 veces más antibióticos por habitante que en Dinamarca, principalmente a expensas del mayor consumo de penicilinas de amplio espectro 2. A nivel nacional también existen importantes diferencias entre comunidades autónomas 3. Esta variabilidad no parece deberse a diferencias importantes en la morbilidad por enfermedades infecciosas, y se debería principalmente a variaciones en las actitudes y comportamientos de la población 4, el farmacéutico y el médico.
La mayor parte de la prescripción de antibióticos se realiza en las infecciones respiratorias, sobre todo en faringoamigdalitis y bronquitis (la mayoría de origen viral) y en menor medida en el catarro y en la gripe 5. Entre las causas que contribuyen a una mayor utilización de antibióticos en España puede estar la infraestimación de la etiología viral de las infecciones respiratorias 6 y en el uso de antibióticos distintos de la penicilina en la faringoamigdalitis la sobreestimación de la resistencia de Streptococcus pyogenes a penicilina 7, motivada por una cierta confusión y generalización del problema de las resistencias, a menudo relacionada con los intereses en la introducción de nuevos antibióticos activos frente a los principales patógenos respiratorios (en general con buena aportación frente a neumococos resistentes o con sensibilidad disminuida a la penicilina y frente a microorganismos productores de betalactamasas, pero sin mejor actividad que penicilina frente S. pyogenes).
Para mejorar el uso de los antibióticos conviene detectar las situaciones deficitarias, identificar y analizar las posibles causas y establecer las estrategias de mejora más oportunas. En nuestro entorno, la mejora en el uso de los antibióticos debe pasar en general por una disminución de su consumo y una utilización del antibiótico más adecuado para cada infección y paciente. Considero que la utilización de medios diagnósticos como la determinación antigénica para confirmar amigdalitis estreptocócica o la proteína C reactiva en el caso de infecciones respiratorias bacterianas de vías bajas pueden contribuir poco actualmente a mejorar el uso de antibióticos en nuestra práctica cotidiana, siendo más partidario de evitar su prescripción en caso de catarro común o gripe y de una actitud más restrictiva a la hora de prescribirlos en los procesos faringoamigdalares de presumible origen viral, y en la mayoría de casos de bronquitis aguda. En caso de duda o incertidumbre por parte del médico (o elevada expectativa/presión del paciente para recibirlos), la prescripción diferida de antibióticos (realización de la prescripción y la receta, con la indicación/información de que no se inicie su toma a menos que se empeore o no se mejore en 24-72 h) se ha mostrado útil en nuestro entorno como medio de evitar parte del consumo 8. Además, debemos contribuir a disminuir la automedicación con antibióticos por parte de la población y a disminuir sus expectativas de recibirlos en la farmacia o en la consulta médica, así como evitar la dispensación de antibióticos sin receta.
En cuanto a las guías de práctica clínica, no creo que hagan falta muchas más en relación a las enfermedades infecciosas, sino seguir las recomendaciones de las que tenemos, en las que por ejemplo se recomienda claramente el tratamiento sintomático en caso de bronquitis aguda, o amoxicilina o penicilina en faringoamigdalitis aguda 9; en el consenso sobre tratamiento antimicrobiano de la faringoamigdalitis, además de señalar que cerca del 80% son de etiología viral, se indica que el tratamiento de elección en caso de sospecha de etiología bacteriana es la penicilina 10. Un mejor conocimiento del tratamiento antimicrobiano, junto a una actitud más restrictiva en la prescripción de antibióticos y el seguimiento de las recomendaciones de las guías contribuirían mucho a disminuir la variabilidad y disminuir el consumo de antibióticos.