Sr. Director: La clorpromacina es el neuroléptico más estudiado1 usado para diferentes afecciones (manía, trastornos de ansiedad, estados de agitación, etc.), y también como antiemético y en el hipo rebelde. Entre los múltiples efectos secundarios descritos de la clorpromacina, cabe destacar la hepatitis colostásica, que puede cursar o no con eosinofilia. La incidencia de colostasis tras la toma de clorpromacina es del 1-2%2.
Varón de 78 años de edad, que acude al servicio de urgencias por hipo persistente. La exploración y las pruebas complementarias fueron normales y se le pautó clorpromacina, un comprimido cada 8 h durante 12 días. Un mes después acude a su médico de cabecera por presentar apatía, letargia, coluria, prurito y subictericia, síntomas que se iniciaron a la semana del inicio del tratamiento con la siguiente analítica: GOT 68 U/l, GPT 222 U/l, GGT 1.371 U/l, FA 291 U/l, ferritina 829 mg/ml, saturación de transferrina 51,4%, bilirrubina 2,8 mg/dl y ecografía hepática normal (sin eosinofilia). En el momento en el que el paciente fue derivado a nuestra consulta, pasados 2 meses desde el inicio del tratamiento, presentaba los siguientes valores analíticos: GOT 29 U/l, GPT 35 U/l, GGT 183 U/l, FA 74 U/l, ferritina 475 ng/ml, saturación transferrina 37,5%, bilirrubina total 1,3 mg/dl. Tras descartar las alteraciones hepatobiliares en la ecografía, las enfermedades autoinmunitarias, las enfermedades por depósitos de hierro y cobre, la infección reciente por virus de las hepatitis A, B, C y otros virus (Epstein-Barr, citomegalovirus) y porfirinas en orina de 24 h, nos planteamos el diagnóstico de hepatitis tóxica tras el tratamiento con clorpromacina apoyados por las escalas diagnósticas de hepatotoxicidad por fármacos de María y Victorino3, y Danan y Bénichou4. Finalizadas las pruebas, se hace una nueva analítica que resulta normal.
Las manifestaciones clínicas de la hepatitis inducida por clorpromacina varían desde el estado asintomático con analítica anormal en un 20-50% de los casos1, hasta un cuadro semejante a hepatitis viral, que comienza en 1-6 semanas tras el inicio del tratamiento, con pródromos de apatía, fiebre, letargia, síntomas gastrointestinales, ictericia, prurito y elevación más tardía de enzimas colostásicas, con o sin eosinofilia.
Tras la retirada del fármaco, los pacientes retornan normalmente a la normalidad en aproximadamente 8 semanas, pero se han descrito casos en los que no ha habido remisión en 6 meses, incluso con el consiguiente desarrollo de cirrosis biliar primaria y ductopenia idiopática del adulto5,6, con probable necesidad de trasplante hepático.
El mecanismo por el cual la clorpromacina produce hepatotoxicidad es normalmente por falta de inactivación de sus metabolitos o por hipersensibilidad, por lo que se añaden a lo antes descrito la eosinofilia y la reacción eritematosa.
Aunque la clorpromacina haya quedado en desuso por la introducción de nuevos neurolépticos, en la práctica clínica cabe destacar aún su indiscutible papel en el tratamiento del hipo incoercible, para lo cual es el fármaco de elección.