Las pruebas de la asociación de marcadores serológicos (MS) con el comportamiento y fenotipo de la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) han crecido de forma importante en los últimos años, pero es notable que haya diferencias entre las distintas poblaciones, especialmente cuando se trata de Latinoamérica.
Hasta este momento, los anticuerpos anti-Saccharomyces cerevisiae (ASCA) y los anticuerpos anti-citoplasma del neutrófilo de patrón perinuclear (p-ANCA) son los MS mejor estudiados en EII. La certeza diagnóstica del estudio independiente de estos MS ha sido superada por la combinación de sus resultados, permitiendo una mejor diferenciación entre la enfermedad de Crohn (EC) y la colitis ulcerosa (CU). El fenotipo ASCA+/p-ANCA– es característico de la EC, mientras que el fenotipo ASCA–/p-ANCA+ es característico de CU. Recientemente, y desde que se reconoce el patrón atípico de los p-ANCA (x-ANCA), su interés está aumentando, ya que puede ser una herramienta útil para la distinción entre las formas de EII. Con la mejor distinción de los patrones de ANCA la prevalencia de p-ANCA, y probablemente su utilidad, es menor que la de x-ANCA. Antes de que se iniciara la distinción entre p-ANCA y x-ANCA se conocía que la prevalencia de los p-ANCA en pacientes mexicanos con CU era del 51%. Recientemente analizamos y queremos reportar que, como parte de un proyecto piloto, se estudió a un grupo de 60 pacientes con CU en el que observamos que la prevalencia de p-ANCA y de x-ANCA fue del 32 y del 40%, respectivamente. Parece haber diferencias entre poblaciones porque Desplat-Jégo et al recientemente reportaron en un estudio multicéntrico francés que la prevalencia de x-ANCA en pacientes con CU es del 71,8%1. Estos resultados han motivado a que iniciemos el estudio de una cohorte de pacientes más grande para determinar su utilidad clínica, la que aún no es bien conocida.
Ahora se tienen a disposición marcadores derivados de componentes de varias especies microbianas del intestino (anticuerpos contra la porina tipo C de la membrana externa de la Escherichia coli, anticuerpos contra la secuencia I2 asociada a Pseudomonas fluorescens, anticuerpos contra flagelina, anticuerpos contra los hidratos de carbono chitobioside, laminaribioside y mannobioside) que permiten nuevas formas de estratificar a los pacientes con EII. Estos marcadores pueden actuar como indicadores pronósticos y de comportamiento de la enfermedad; además, como en los ASCA y en los ANCA, al combinar sus resultados se obtiene una mejor certeza diagnóstica.
A pesar del descubrimiento de estos nuevos MS, aún estamos lejos de disponer de un MS perfecto. El clínico debe conocer la utilidad de los MS e interpretarlos con cautela, brindando mayor importancia al juicio clínico porque no hay mejor herramienta que el análisis detallado de cada caso. Si bien los MS apoyan el diagnóstico de un fenotipo de EII, su sensibilidad y especificidad no son suficientes para ser útiles como pruebas de escrutinio o de uso habitual2,3. Por último, el uso indiscriminado de los MS puede llevar a que se trate erróneamente a pacientes que no tienen EII o a que se retrase el diagnóstico en aquellos con pruebas negativas, especialmente cuando no se conoce la prevalencia de los MS en las distintas poblaciones.
Autor para correspondencia.
Josué Barahona-Garrido
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