Sr. Director: El artículo de Revisión recientemente publicado en Gastroenterología y Hepatología por Bruguera y Sánchez Tapias1 resulta muy atractivo, ya que los autores vierten su densa experiencia y ponderación crítica al analizar un tema especialmente amplio, a pesar de que año tras año el porcentaje de hepatopatías que siguen siendo criptogenéticas va quedando más menguado. Revisan y ponderan el largo número de causas que no deberían quedar sin una adecuada detección.
En el apartado sobre «Esteatohepatitis no alcohólica» centran, a mi juicio, en exceso en las mujeres (obesas y diabéticas) la posible causa esteatósica de su afección hepática: abundan hoy día los hombres con dicha afección y quizás haya retrogradado en las mujeres, actualmente más que preocupadas, casi obsesionadas muchas de ellas, por perder peso. Efectivamente todos pensamos en este trastorno en nuestro medio cuando una afección hepática no se debe a las causas más comunes (viriasis, etanol). Muchos de estos pacientes no pasan de tener una intolerancia hidrocarbonada (asociada o no a una hiperlipemia), que sólo con el tiempo a veces años quedará como diabetes explícita (clínica).
Seguramente, de añadir otras posibles causas, como las que aportamos, aunque menos frecuentes, el porcentaje de criptogenéticas se redujera más, en un tema difícil de agotar. Referimos, en parte basados en nuestra experiencia, las siguientes:
1. La hepatopatía inducida por el abuso, hoy frecuente, esporádico o repetitivo, de la cocaína2,3.
2. La lesión hepática atribuible a tóxicos profesionales4, de tipo agrícola, como los pesticidas5, o de carácter industrial4, en especial los disolventes.
3. Los trastornos, cada vez mejor conocidos y tenidos en cuenta en la medicina científica6,7, derivados del empleo «alegre» de las denominadas hierbas medicinales, algunas de ellas responsables de algunas hepatopatías bien documentadas8-10.
4. Trastornos genéticos del metabolismo; uno de ellos, el déficit de alfa-1-antiquimotripsina11, próximo al de alfa-1-antitripsina; entre otras, en este grupo, quizás la enfermedad de Wolman deba ser contemplada más a menudo por los clínicos12,13.
Seguramente, a pesar de todo, todavía pasen años sin que podamos dar un apellido sostenible a cada hepatopatía crónica que estudiemos.