r. Director: Tras la lectura del artículo de García et al1 sobre tumores de la estroma gastrointestinal (TEG) hemos confrontado dicho artículo con nuestra serie de 12 casos y quisiéramos resaltar:
Que además de la poca utilidad de la biopsia referida por García et al, en nuestra experiencia sólo el 28,5% de las biopsias por punción estereotáxica plantearon el diagnóstico de TEG. Este hecho nos ha llevado a creer que no se debe hacer excesivo hincapié en la obtención de biopsias preoperatorias sino en la correcta tipificación de la pieza ya resecada. También en este sentido, Dodd et al2 ya advierten que, a pesar de la fiabilidad de la biopsia preoperatoria encontrada en su serie, la determinación de la agresividad del tumor sólo podrá hacerse tras la evaluación de la pieza ya resecada. A pesar de estos datos, creemos que la aplicación de marcadores inmunohistoquímicos en el cilindro o cilindros obtenidos con tru-cut podrá aumentar este porcentaje diagnóstico.
Que en nuestra experiencia, tal y como insinúan García et al1, ni el tamaño tumoral ni el número de mitosis permiten predecir el comportamiento maligno de los TEG. En nuestra serie no se encontró asociación entre tamaño (menor o mayor de 4,5 cm) o mitosis (mayor o menor de 10 por 50 campos a gran aumento [CGA]) y comportamiento clínicamente agresivo (ambas p = 0,571).
Que suscribimos totalmente la afirmación de que el tratamiento de los TEG debe ser quirúrgico y que la terapia adyuvante no es eficaz. Nosotros no encontramos asociación entre la administración o no de terapia adyuvante y comportamiento agresivo (p = 0,666). Además, queremos enfatizar que la cirugía debe ser radical (acompañada de linfadenectomía y resección de órganos vecinos afectados) ya que encontramos diferencias estadísticamente significativas (p = 0,02) entre el tratamiento mediante cirugía radical o conservadora y el comportamiento clínicamente agresivo.
Respecto al seguimiento, también nos parece aconsejable que éste sea indefinido. Franquemont et al3 consideran tan sólo 2 años como el plazo de observación para definir a un TEG como clínicamente no agresivo. En tres de nuestros 12 casos el comportamiento clínicamente agresivo se manifestó a los 3 años de evolución (metástasis hepáticas y recidivas pélvicas hasta el cuarto año postoperatorio). Por esta razón, la observación mínima para etiquetar a un TEG como clínicamente no agresivo debe ser de 3 años. Otros autores también parecen opinar en este sentido cuando afirman que incluso los TEG con diagnóstico histológico de benignidad y tratados mediante cirugía oncológica correcta, pueden metastatizar al cabo de unos años4.
Por último, y como datos epidemiológicos, también en nuestra serie encontramos una mayor frecuencia de TEG intestinales frente a la de los de localización gástrica. Además, encontramos 2 casos de TEG asociados a adenocarcinomas de colon. Esta última observación no se ha visto refrendada en la bibliografía, donde sólo hemos podido encontrar un caso de asociación de TEG con un carcinoma renal5.