Constantemente acudimos a la convocatoria de jornadas, reuniones científicas y congresos de medicina. Cada vez con mayor frecuencia surgen distintas opciones y especializaciones de estas jornadas, las cuales pretenden cada vez más ahondar en el conocimiento y capacitación de los profesionales.
Sin embargo, la deriva actual de la sociedad y la crisis económica que nos afecta, parece ser que no han hecho adaptarse a estos eventos. Las inscripciones, de forma generalizada van en descenso y cada vez es más difícil sacar a flote un evento de este tipo. Existen múltiples factores que, creo, se ven involucrados en esta situación y que debemos abordar para adaptar estos eventos a la situación actual. Quiero lanzar a modo de reflexión una serie de preguntas: ¿cuántos profesionales se pagarían de su bolsillo las inscripciones de estos eventos de entre 300 y 600€ por 1-3 días, o 600-700€ por 3 días?, ¿realmente creen los profesionales que el precio de un congreso o jornada se justifica con la programación de dicho evento? ¿Cuál es el futuro de estos eventos si falla la industria farmacéutica? Con la situación actual de crisis, ¿estamos motivados para asistir a congresos, eventos o reuniones? Desde las instituciones, y en la consulta diaria del médico de atención primaria, ¿ se apoya o ayuda a la investigación y formación?, ¿o simplemente se trabaja en ser eficiente en la consulta diaria? ¿Cuánto tiene un congreso de negocio y cuánto puramente de ciencia? ¿Son los «congresos libres de humos de la industria farmacéutica» la solución? Después de un congreso, ¿cuántas publicaciones llegan a revistas científicas?
Mi opinión, y dejo claro que como tal debe entenderse, la opinión de un médico de una zona rural, es que no nos hemos adaptado a la situación. Las trabas son cada vez mayores para asistir a estos eventos por la administración, la financiación es cada vez más escasa, la industria los está dejando de lado, y no podemos ni debemos prescindir de la industria, pues nuestros caminos van en paralelo, los precios están desorbitados y la situación actual de la investigación y formación en atención primaria es pobre.
El camino a seguir no sé bien cuál es, pero pasa por una reflexión sobre la situación actual, y conseguir adaptarnos a los tiempos económicos que estamos viviendo. Sufro cuando voy a un congreso nacional con 2.000, 4.000, 10.000 inscritos y en la sede no hay más de 500 personas, y aparecen stands de frutas o comida rápida, ¿economicista?, ¿adecuado?
Acudimos a programas que ocupan casi el 100% del tiempo, y la conclusión es que terminan vacíos. Ajustemos los programas a las personas, no ocupemos de 8.00 de la mañana a 20.00 de la tarde, pues termina no siendo funcional. Tomemos los congresos como reunión científica, pero también como reunión de personas, de opiniones, de experiencias, de relaciones personales y, por qué no decirlo, sitio de reunión donde en un ambiente distendido debe tener también cabida el ocio.
Estamos en tiempos difíciles y debemos mantener nuestras reuniones, congresos y eventos, pues es una fórmula de trabajo en equipo y colectivo muy enriquecedora. Poner cara a los compañeros, mantener debates, diálogos, sobre temas actuales, intercambiar experiencias y comunicar tus investigaciones y trabajos de la consulta diaria son sin duda objetivos de estos eventos, que deben ser nuestra seña de identidad, y a los que no debemos renunciar.