Sr. Director: Presentamos el caso clínico de un paciente varón de 49 años, que consultó por notar molestias en la región torácica anterior izquierda desde hacía 15 días, en relación con los movimientos del brazo, apareciendo posteriormente una induración a ese nivel, sin referir calor ni eritema, ni cuadro constitucional previo. No recordaba ningún traumatismo ni proceso infeccioso previos.
Entre sus antecedentes personales destacaban: trombosis retiniana (rama hemisférica superior del ojo derecho) y varias recurrencias posteriores, gastritis crónica superficial asociada a Helicobacter pylori (se realizó tratamiento erradicador) y hepatitis A en la infancia. Ex-fumador desde hacía 11 años. No tomaba medicación concomitantemente.
La exploración física general fue normal, salvo la presencia de un cordón lineal con aspecto de horquilla, indurado, sobreelevado, de 10 cm de longitud 1 cm de grosor, sin modificación de la piel supraadyacente, doloroso a la palpación y con los movimientos del brazo ipsilateral, localizado en la región torácica anterior-izquierda (fig. 1).
Figura 1. Cordón lineal en forma de horquilla en la región torácica anterior-izquierda.
Se realizaron al paciente las siguientes pruebas: un hemograma, bioquímica sérica y urinaria, coagulación, proteinograma, estudio de trombofilia, estudio inmunológico, antígeno específico prostático (PSA), radiografía de tórax, ecografía abdominal y tomografía axial computarizada (TAC) de abdomen, estando dentro de los rangos de la normalidad.
Se estableció el diagnóstico de flebitis esclerosante de la pared torácica o enfermedad de Mondor. Se instauró tratamiento con diclofenaco oral y heparinoides tópicos, evolucionando satisfactoriamente, con resolución del proceso y sin apreciarse recidivas tras 2 años de seguimiento.
La enfermedad de Mondor es una tromboflebitis superficial de la pared torácica ántero-lateral, caracterizada por la aparición súbita de un dolor localizado en el tórax, seguido por el desarrollo de una induración subcutánea, lineal y dolorosa, tanto visible como palpable en la región mamaria y pared abdominal, si bien se ha referido en localizaciones extratorácicas1,2.
La etiopatogenia en muchas ocasiones es desconocida3. Se ha descrito asociada a traumatismos, ejercicio físico excesivo, yatrogenia (intervenciones quirúrgicas en la mama, biopsias, punción aspiración con aguja fina [PAAF]), patología mamaria, procesos infecciosos e inflamatorios, picaduras de artrópodos4, neoplasias5 (especialmente cáncer de mama y de pulmón), arteritis de células gigantes6 y más raramente a estados de hipercoagulabilidad7.
El diagnóstico se basa en la anamnesis, la exploración física y técnicas de imagen8 como la ecografía doppler.
El tratamiento se establecerá en función de la etiología, cuando ésta se conoce1. Generalmente suele responder a heparinoides tópicos y antiinflamatorios sistémicos, desapareciendo espontáneamente en algunas semanas. En los casos rebeldes o con gran sintomatología puede estar indicada la extirpación quirúrgica del vaso o de los vasos afectados.