La diverticulosis de intestino delgado es una entidad infrecuente y generalmente asintomática. Suele constituir un diagnóstico casual en los estudios de imagen o durante la cirugía, sin embargo, en ocasiones puede ser responsable de complicaciones como sangrado intestinal, diverticulitis, o de forma más rara aún malabsorción y desnutrición.
Varón de 84 años remitido a la consulta de digestivo por cuadro de diarrea de 18 meses de evolución, consistente en 6 deposiciones diarias blandas, sin productos patológicos, sin respeto del descanso nocturno. Asocia una pérdida ponderal de 12kg en un año. En la exploración física estado caquéctico, abdomen anodino, edemas maleolares y pretibiales bilaterales con fóvea. La analítica muestra una anemia leve normocítica (Hb 12g/dl), hipoalbuminemia (albúmina 2,9g/dl) y bajo nivel de colesterol; el estudio en heces con coprocultivos, parásitos y toxina C. difficile fueron negativos. Se realiza una colonoscopia con biopsias por tramos que resultó normal; una gastroscopia con biopsias duodenales para despistaje de celiaquía que tampoco mostró ningún hallazgo reseñable; y una tomografía axial computarizada (TAC) abdominal que insinuó la presencia de divertículos en intestino delgado. La realización de un tránsito intestinal confirmó la existencia de múltiples divertículos, de entre 8-16mm, en yeyuno proximal e íleon distal (figs. 1 y 2). El estudio complementario de péptidos vasoactivos fue también normal. Con la sospecha de un síndrome de sobrecrecimiento bacteriano asociado a una diverticulosis intestinal masiva se inició tratamiento con metronidazol durante un mes, suplementos dietéticos y posteriormente rifaximina, recuperando el paciente peso y desapareciendo la diarrea. Un año después se mantiene estable con ciclos de rifaximina.
La diverticulosis de colon es una condición común en pacientes ancianos, sin embargo, la diverticulosis masiva de intestino delgado es una rara entidad con una prevalencia de 0,5-2,3%, que aumenta con la edad, siendo máxima entre la sexta y la séptima década de la vida, y con un ligero predominio en varones1.
El 80% de los divertículos de intestino delgado se desarrollan en el yeyuno, seguido del íleon (15%), y en ambos (5%)2. Pueden ser congénitos o adquiridos. Los trastornos de la motilidad intestinal asociados a un incremento de la presión intraluminal se consideran el principal factor etiológico para su desarrollo. Generalmente, son múltiples, al contrario que el divertículo congénito de Meckel, y tienden a ser más grandes y numerosos en el yeyuno proximal, y más pequeños y menos caudalmente.
En la mayoría de los casos, los divertículos del intestino delgado se diagnostican de forma casual durante un estudio de imagen o una cirugía en pacientes asintomáticos. La enteroclisis o enteroscopia constituyen el gold standard para su detección. Cuando dan síntomas, estos son inespecíficos, manifestándose como dolor abdominal crónico, distensión o sensación de flatulencia o diarrea3. Lo que resulta más inusual es su asociación con complicaciones agudas más severas que incluyen la perforación intestinal, hemorragia, formación de enterolitos, diverticulitis, u obstrucción intestinal, y que ocurren en el 10-20% según las series3,4. La malabsorción intestinal asociada al estasis bacteriano en los divertículos supone una asociación infrecuente, más aún en el extremo responsable de la malnutrición como en este caso, escasamente descrita en la literatura5.
Los divertículos asintomáticos diagnosticados de rutina en estudios con contraste o laparotomía no necesitan tratamiento. El abordaje de las complicaciones puede ser realizado de forma conservadora o en algunos casos requerir la resección intestinal urgente, por ejemplo, en una hemorragia que no cede. En el caso del síndrome de malabsorción intestinal suelen ser útiles el uso de antibióticos, aunque en ocasiones, el desarrollo de resistencias puede hacer necesaria la resección del tramo intestinal afecto.
En resumen, aunque la diverticulosis yeyunal es infrecuente y generalmente asintomática, esta puede ser responsable de síntomas crónicos inespecíficos o complicaciones agudas. El síndrome de malabsorción intestinal asociado puede beneficiarse de un ensayo con antibióticos y probióticos, reservando la cirugía para los casos en los que no se obtiene respuesta.
Los autores declaran que han seguido los protocolos de su centro de trabajo sobre la publicación de datos de pacientes.