1) Conocer la prevalencia de violencia de pareja (VP) en las pacientes que consultan a urgencias por dolor torácico. 2)Analizar la posible asociación entre VP y presencia/control de factores de riesgo vascular (FRV), manifestaciones psíquicas de estrés, demora en la solicitud de atención, manejo del episodio y pronóstico.
MétodosSe incluyó a 125 mujeres. Se realizó entrevista dirigida, test del Partner Violence Screen (PVS), seguimiento telefónico a los 30días y revisión del historial clínico al año.
ResultadosVeintisiete pacientes (21,6%) tenían historia de VP, que era vigente en 4 de ellas. Las mujeres que habían sufrido VP eran más jóvenes (53,7±15,0 vs 64,0±18,4; p=0,020), presentaban más frecuentemente síndrome ansioso-depresivo (57,7% vs 13,5%; p<0,001) y tardaron más en consultar (35,0±65,2días vs 7,9±25,0días; p=0,047). Entre las mujeres mayores (≥65años) existía más dislipidemia (100% vs 60,4%; p=0,039) y peor control de la presión arterial (buen control 20% vs 78,4%; p=0,007) en las que tenían historia de VP. No hubo diferencias en los diagnósticos, pruebas, tiempo de estancia, ingresos o evolución entre las pacientes con historia de VP o sin ella, ni hubo diferencias según la vigencia de la VP.
ConclusionesLa existencia actual o previa de VP en las pacientes que consultan por dolor torácico en urgencias es elevada. La existencia de VP va asociada a un retraso en la consulta y a mayor ansiedad, y puede contribuir a un mal control de los FRV, pero no afecta la evolución a medio plazo.
1) To determine the prevalence of intimate partner violence (IPV) in patients seen in the emergency department with chest pain. 2)To analyse the possible association between IPV and presence/control of vascular risk factors (VRF), psychic manifestations of stress, delay in requesting care, care received, and prognosis.
MethodsThe study was conducted on 125 women, and included a targeted interview, the Partner Violence Screen (PVS) test, a 30-day follow-up telephone interview, and a one-year follow-up clinical history review.
ResultsA total of 27 patients (21.6%) had a history of IPV, which was present in 4 of them. Women with a history of IPV were younger (53.7±15.0 vs. 64.0±18.4; P=.020), had more anxiety or a depressive syndrome (57.7% vs 13.5%; P<0.001), and consulted later (35.0±65.2days vs 7.9±25.0days; P=.047). Among older women (≥65years), there was more dyslipidaemia (100% vs 60.4%; P=.039) and worse blood pressure control (good control 20% vs 78.4%; P=.007) in those with a history of IPV. There were no differences in the diagnoses, tests, length of stay, admissions or prognosis among patients with or without a history of IPV, and there were no differences according to chronology of IPV.
ConclusionsThe current or previous existence of IPV in patients who consult for chest pain in the emergency department is high. The existence of IPV is associated with a delay in consultation and greater anxiety, and may contribute to poor control of VRF, but does not affect the prognosis in the medium term.
La violencia de pareja (VP) es un hecho grave presente en todo el mundo. La prevalencia de VP a lo largo de la vida es superior al 20% en la mayoría de estudios1,2. En España, según una macroencuesta realizada por el Instituto de la Mujer en 2015, esta cifra supera el 25%3. La cifra de homicidios y suicidios atribuidos a la VP es alarmante, y es la primera causa de muerte en mujeres embarazadas4-6.
Un número cada vez mayor de estudios vinculan la VP a una amplia gama de conductas de riesgo y de resultados adversos para la salud de las personas afectadas, incluyendo una mayor incidencia de factores de riesgo vascular7-11. Se han proporcionado varias teorías para explicar esta asociación, que se centran principalmente en alteraciones neurobiológicas en los circuitos implicados en la respuesta al estrés y que intervienen en las manifestaciones clínicas de ansiedad y depresión12,13.
Las mujeres que sufren una situación de violencia consultan frecuentemente a los servicios sanitarios, entre los que destacan los servicios de urgencias14,15. Estos servicios también son ámbitos esenciales en el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad coronaria, puesto que es allí donde consultan la mayoría de los pacientes cuando aparecen los síntomas por primera vez y/o cuando aparecen complicaciones. Por otro lado, el síntoma principal de la enfermedad coronaria, el dolor torácico, es uno de los motivos de consulta más frecuentes en urgencias y puede corresponder a otras patologías, la mayoría de ellas menos graves que la enfermedad coronaria.
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de morbimortalidad en todo el mundo, y la enfermedad coronaria es la más prevalente y grave de ellas16,17. Algunos estudios sugieren que la enfermedad coronaria tiene un peor pronóstico en las mujeres en comparación con los hombres18-20. La existencia de violencia, junto con la incapacidad de detectarla en ambientes médicos, podría ayudar a explicar los síntomas mal controlados, la mala adherencia al tratamiento o el resultado adverso en mujeres con VP. La relación entre VP y enfermedad coronaria en las mujeres ha sido poco estudiada. Hasta la fecha, solamente 4 artículos la han tratado tangencialmente21-24. Todos ellos muestran una mayor prevalencia de enfermedad coronaria en mujeres que sufren VP respecto a las que no la sufren. Sin embargo, se trata de estudios descriptivos no controlados ni diseñados para evaluar dicha asociación. No existen estudios que analicen la relación más allá de la prevalencia, es decir, la relación con la presentación clínica, el pronóstico o el tratamiento.
El presente estudio intenta objetivar la prevalencia de VP en las pacientes que consultan a urgencias por dolor torácico y dilucidar si la existencia de una situación de violencia se asocia a ansiedad, a un peor control de los factores de riesgo vascular, o a un distinto tratamiento y/o pronóstico en estas pacientes.
MétodosSe realizó un estudio prospectivo en el que se incluyó a las mujeres que consultaron por dolor torácico al servicio de urgencias de un hospital de tercer nivel, en días y horas preseleccionadas, entre el 1 de junio del 2014 y el 31 de mayo del 2015. Para la selección de los días y horas se tuvo en cuenta tanto la disponibilidad de los miembros del equipo investigador como la distribución equitativa en horas del día, días de la semana y estación del año. Para ello, se utilizó el calendario de asistencia predefinido de cada miembro del equipo investigador, sobre el cual se añadieron días correspondientes a fines de semana por no estar suficientemente representados previamente.
A todas las mujeres incluidas se les realizó una entrevista estandarizada, el test del Partner Violence Screen (PVS), versión española (PVSe, anexo 1)25, y una revisión de la historia clínica. Se preguntó por datos sociodemográficos, factores de riesgo vascular, antecedentes de cardiopatía isquémica, existencia de ansiedad y/o síndrome depresivo, enfermedad actual y existencia o no de situación de violencia.
La edad se cuantificó de forma continua y de forma categórica, estratificando en dos grupos de edad tomando como límite entre los grupos los 65años. Se escogió esta cifra de edad por ser la edad en que se considera que empieza la adultez tardía y la jubilación en caso de trabajo remunerado previo. Respecto a los factores de riesgo vascular, se evaluó el hábito de fumar (no fumadora vs fumadora actual o reciente), el peso (sobrepeso o no) y la existencia de dislipidemia, diabetes mellitus e hipertensión arterial. Respecto a los tres últimos ítems, también se preguntó por el tratamiento (sí o no, y tipo de tratamiento), el cumplimiento del mismo (nunca/ocasional/a menudo/siempre), la frecuencia de los controles médicos (nunca/ocasional/mensual/semanal/diario) y el grado de logro de control del factor de riesgo (bueno, regular o malo) de acuerdo al conocimiento de la paciente.
Se consideró que existía ansiedad y/o depresión cuando la paciente había sido diagnosticada como tal por un facultativo y/o recibía tratamiento para ello.
Respecto a la enfermedad actual, se preguntó por el tiempo transcurrido desde el inicio de los síntomas hasta la consulta a urgencias, el tipo de dolor según la primera evaluación del médico responsable (síndrome coronario agudo, dolor posiblemente coronario o dolor no coronario), las pruebas complementarias realizadas y sus resultados, y el diagnóstico final a la salida del servicio de urgencias, ya fuera por ser dada de alta la paciente o por ingreso hospitalario.
La existencia de una situación de violencia se evaluó mediante la entrevista y el PVSe. Para conocer la posible situación de violencia mediante la entrevista se realizaron dos tipos de abordaje: directo e indirecto. En todos los casos se explicaba a la paciente el motivo de la entrevista y la posibilidad de que un factor estresante continuo (existencia de violencia, además de otros ejemplos según criterio de la entrevistadora) pudiera afectar a la salud en general o a su motivo de consulta en particular. En el abordaje indirecto se preguntaba por ítems de la vida personal relacionados con los temas de la entrevista que pudieran estar relacionados con una situación de violencia (coartación de libertad para acudir al centro de salud, dificultad para seguir un tratamiento correcto, situaciones favorecedoras del hábito de fumar y otros ejemplos, según el criterio de la entrevistadora). El abordaje directo se realizó siempre al final de la entrevista para asegurar un mayor grado de confianza de la paciente con la persona que entrevistaba, y consistía en preguntar a la paciente si se sentía maltratada actualmente por la pareja íntima o lo había estado en el pasado. En los casos en los que las pacientes reconocían una situación de violencia se les preguntaba por la cronología de la misma (situación únicamente sucedida en el pasado o situación vigente en el momento de la entrevista) y por la persona responsable del maltrato.
El PVS es un instrumento diseñado para la detección del maltrato de pareja en los servicios de urgencias hospitalarias. Consta de tres preguntas autoaplicadas o heteroaplicadas de valoración dicotómica (sí/no) sobre dos aspectos: violencia física (1ítem) y percepción de seguridad (2ítems), con un valor de un punto cada una. En el caso de una puntuación superior a 0, se debe considerar la posibilidad de una situación de violencia actual o reciente.
Para los fines del estudio se consideró que existía violencia cuando el test puntuó y/o cuando durante la entrevista la paciente manifestó estar o haber estado en una situación de violencia. Se incluyó solamente a las mujeres que presentaban o habían presentado VP, es decir, violencia de género producida en el contexto de una relación íntima26,27. Para evitar un sesgo en la interpretación de los resultados, se excluyó a las pacientes que sufrían o habían sufrido otro tipo de violencia, a las pacientes en las que había dudas sobre la presencia o no de VP, y a las pacientes que habían sufrido violencia por parte de una pareja íntima femenina.
A todas las pacientes se les ofrecía atención por parte de trabajo social. En el caso de duda o discordancia entre la percepción de la entrevistadora y la información aportada por la paciente, también se contactaba con el/la trabajador/a social para una valoración inicial y, en caso de considerarlo necesario, un seguimiento mediante contacto con el personal de trabajo social del centro de salud. A los 30días del alta de urgencias se realizó un seguimiento del historial de trabajo social y una entrevista telefónica a todas las pacientes por parte de la misma entrevistadora para confirmar o descartar el criterio inicial.
Al año del alta de urgencias se realizó un seguimiento mediante una revisión de la historia clínica del hospital y de la comunidad autónoma. En dicho seguimiento se investigó sobre mortalidad, reconsultas a urgencias, reingresos y los motivos de cada uno de estos eventos.
Todas las personas del equipo investigador que realizaron las entrevistas tenían experiencia en atención a mujeres en situación de violencia y habían asistido al menos a un curso, congreso o jornada de formación sobre el tema. Además, recibieron curso práctico individualizado de 4horas por parte de una enfermera especializada en violencia de género y una formación específica tanto sobre el objetivo y la metodología del estudio como para la realización concreta de la entrevista.
Todas las pacientes firmaron el consentimiento informado y el estudio fue aprobado por el Comité de Ética en Investigación del hospital.
Variables principalesNúmero y control de los factores de riesgo vascular.
Variables secundariasTiempo hasta la consulta, orientación diagnóstica inicial, diagnóstico tras la visita, pruebas complementarias realizadas, ingresos, reingresos y reconsultas a urgencias.
Análisis estadísticoTodos los análisis se realizaron con el paquete de software estadístico SPSS 18.0, aceptando un umbral de riesgo para un error de tipoI de 2lados del 5%. Las diferencias en los perfiles de pacientes con o sin VP fueron evaluadas mediante la prueba de la ji al cuadrado (χ2) o la prueba t para grupos independientes para variables cualitativas o cuantitativas, respectivamente.
Posteriormente se realizó un análisis estratificado, ajustando por los factores demográficos que pudieran interferir en los resultados.
ResultadosSe entrevistó a 132 mujeres, 5 de las cuáles fueron excluidas por haber sufrido otro tipo de violencia (1maltrato infantil, 2por miembros familiares femeninos, 2abusos sexuales por varones distintos de la pareja íntima), y 2 más fueron excluidas por ser una sospecha alta y no confirmada de VP. Así, finalmente se incluyó a 125 mujeres de edad media 62,1±18,1años. Los datos sociodemográficos y clínicos se detallan en la tabla 1.
Características sociodemográficas y clínicas de las pacientes incluidas
Característica | Total (n=125) n (%) | VP (n=27) n (%) | No VP (n=98) n (%) | p |
---|---|---|---|---|
Edad (media±DE) | 62,1±18,1 | 54,9±14,2 | 64,0±18,6 | 0,020 |
Edad ≥ 65 años | 60 (48,0) | 7 (25,9) | 53 (54,1) | 0,010 |
Estudios secundarios o superiores | 66 (48,0) | 18 (66,7) | 48 (49,0) | 0,103 |
Trabajo activo | 44 (35,2) | 17 (63,0) | 27 (27,6) | 0,001 |
Tabaquismo actual o reciente | 25 (20,0) | 8 (29,6) | 17 (17,3) | 0,158 |
Consumo habitual de alcohol | 36 (28,8) | 8 (29,6) | 28 (28,6) | 0,897 |
HTA | 61 (48,8) | 11 (40,7) | 50 (51,0) | 0,344 |
DM | 22 (176) | 2 (7,4) | 20 (20,4) | 0,116 |
Sobrepeso/obesidad | 57 (45,6) | 14 (51,8) | 43 (43,9) | 0,461 |
Dislipidemia | 56 (44,8) | 10 (37,0) | 46 (46,9) | 0,360 |
Sedentarismo | 10 (8,0) | 1 (3,7) | 9 (9,2) | 0,353 |
Ansiedad/depresión | 28 (22,4) | 15 (55,5) | 13 (13,3) | < 0,001 |
Resultado positivo del PVSe | 10 (8) | 10 (37,0) | 0 (0) | < 0,001 |
DE: desviación estándar; DM: diabetes mellitus; HTA: hipertensión arterial; PVSe: test del Partner Violence Screen, versión española; VP: violencia de pareja.
Veintisiete pacientes (21,6%) refirieron haber vivido alguna situación de VP a lo largo de en su vida. De ellas, 4 la estaban viviendo en el momento de la entrevista. El diagnóstico de VP se realizó mediante la entrevista en todos los casos. El test de PVSe solamente fue positivo en 10 (37,3%) de estas pacientes.
Las mujeres que sufrían o habían sufrido VP eran significativamente más jóvenes (53,7±15,0 frente a 64,0±18,4años; p=0,020) y con mayor proporción de trabajo activo (63,0% vs 27,6%; p=0,001) que las mujeres sin antecedentes de violencia. No hubo diferencias sociodemográficas entre las pacientes que habían padecido VP previamente y las que la estaban padeciendo en la actualidad.
Factores de riesgo cardiovascularLa mayoría de pacientes (81,6%) tenían al menos un factor de riesgo vascular. El más frecuente fue la hipertensión arterial (48,8%). La mayoría de pacientes con factores de riesgo vascular cumplían con el tratamiento y las visitas recomendadas y referían un buen control de los mismos. Al estratificar por el factor edad, en el grupo de mayor edad (≥65años) se observó una mayor prevalencia de dislipidemia (100% vs 60,4%; p=0,039) y un peor control de la presión arterial (buen control 20% vs 78,4%; p=0,007) en las pacientes con historia de VP. No hubo diferencias entre las pacientes que habían padecido VP previamente y las que la estaban padeciendo en la actualidad.
Síndrome ansioso-depresivoVeintiocho de las pacientes entrevistadas presentaban síndrome ansioso-depresivo, con una prevalencia mayor entre las pacientes con historia de VP (57,7% vs 13,5%; p<0,001). Esta diferencia se mantuvo al estratificar por edad. No hubo diferencias entre las pacientes que habían padecido VP previamente y las que la estaban padeciendo en la actualidad. La presencia de este síndrome no influyó en la prevalencia o en el control de los factores de riesgo mencionados. Sin embargo, entre las pacientes con síndrome ansioso-depresivo, las pacientes mayores con historia de VP tenían más prevalencia de sobrepeso (100% vs 25%; p=0,047).
Enfermedad actualEl tiempo transcurrido desde el primer síntoma hasta la consulta fue superior en las pacientes con VP (35,0±65,2 vs 7,9±25,0días; p=0,047). Esta diferencia se mantuvo en la misma proporción al estratificar tanto por edad como por ansiedad/depresión, aunque sin llegar a la significación estadística por ser menor el número de pacientes en cada grupo. No se observó ninguna diferencia en los diagnósticos inicial y al alta, el número y el tipo de pruebas realizadas, el tiempo de estancia en urgencias o el requerimiento de ingreso entre las pacientes con historia de VP o sin ella (tabla 2).
Enfermedad actual y evolución
Característica | Total (n=125) n (%) | VP (n=27) n (%) | No VP (n=98) n (%) | p |
---|---|---|---|---|
Tiempo hasta la consulta (días, media±DE) | 13,6±38,6 | 35,0±65,2 | 7,9±25,0 | 0,047 |
Determinación de troponina | 108 (87,1) | 21 (77,8) | 87 (88,8) | 0,279 |
Pruebas complementarias específicas | ||||
Ecocardiograma | 43 (34,4) | 7 (25,9) | 36 (36,7) | 0,295 |
Cateterismo | 27 (21,6) | 5 (18,5) | 22 (22,4) | 0,660 |
Prueba de esfuerzo | 22 (17,6) | 5 (18,5) | 17 (17,3) | 0,887 |
Angio TC | 6 (4,8) | 1 (3,7) | 5 (5,1) | 0,763 |
Otras | 12 (9,6) | 2 (7,4) | 10 (10,2) | 0,621 |
Diagnóstico inicial | 0,428 | |||
No coronario | 60 (48,4) | 16 (59,2) | 44 (44,9) | |
Posiblemente coronario | 43 (34,4) | 7 (25,9) | 36 (36,7) | |
SCA | 21 (16,8) | 4 (14,8) | 17 (17,3) | |
Diagnósticos al alta | 0,510 | |||
Inespecífico/en estudio | 51 (40,8) | 3 (11,1) | 38 (38,8) | |
SCA o angina | 44 (35,2) | 7 (25,9) | 30 (30,6) | |
Mecánico | 14 (11,2) | 4 (14,8) | 10 (10,2) | |
Pericarditis | 8 (6,4) | 0 (0,0) | 0 (0,0) | |
Arritmia | 7 (5,6) | 1 (3,7) | 1 (1,0) | |
Neumonía | 5 (4,0) | 3 (11,1) | 2 (2,0) | |
Embolia pulmonar | 3 (2,4) | 3 (11,1) | 0 (0,0) | |
Media de estancia en urgencias (horas) | 8,7±7,1 | 7,4±5,5 | 9,0±7,5 | 0,336 |
Ingreso hospitalario | 43 (34,4) | 8 (29,6) | 35 (35,7) | 0,556 |
Reconsultas | 71 (26,8) | 18 (66,7) | 53 (54,1) | 0,287 |
Reingresos | 25 (0,2) | 6 (22,2) | 19 (19,4) | 0,713 |
DE: desviación estándar; SCA: síndrome coronario agudo; TC: tomografía computarizada; VP: violencia de pareja.
No se observó ninguna diferencia en la evolución al año (reingresos, reconsulta o complicaciones) entre los grupos. Al estratificar por edad, se observó un mayor índice de reconsultas a urgencias entre las pacientes jóvenes que padecían VP (75% vs 48,9%; p=0,05), sin diferencias en las consultas por causa cardiovascular o los ingresos por cualquier causa.
DiscusiónEste estudio demuestra que la prevalencia de VP entre las pacientes que consultan por dolor torácico en urgencias es elevada, que las pacientes con historia de VP consultan más tarde, y que tienen una tendencia al peor control de los factores de riesgo vascular.
La elevada prevalencia de VP hallada en nuestro estudio no es superior a otros estudios realizados en los servicios de urgencias14,15. Sin embargo, sí es claramente superior a su identificación en la vida real. Sin ir más lejos, en el mismo centro en el que se realizó el estudio la tasa de detección de maltrato entre las pacientes atendidas en el servicio de urgencias es inferior al 0,2%. Probablemente, pues, esta superioridad esté más relacionada con la falta de detección adecuada en la práctica clínica diaria que con una mayor prevalencia en mujeres con dolor torácico respecto a las que consultan por otros síntomas.
Aun así, es difícil comparar esta prevalencia con otros estudios dada la gran variabilidad existente entre ellos respecto a la confirmación de la VP, desde los que se conforman con una pregunta hasta estudios que elaboran exámenes complejos, entrevistas directas o encuestas escritas. Este aspecto es muy importante, puesto que es conocido que las mujeres en situación de violencia no expresan fácilmente esta condición28-31, por lo que una infradetección puede llevar a un sesgo importante al incluir pacientes en situación de violencia en el grupo de las no la sufren. En nuestro estudio se intentó estandarizar la respuesta con una entrevista estructurada, una formación específica de las entrevistadoras, la administración del PVSe y la exclusión de los casos dudosos.
Sorprendentemente, la detección fue muy superior mediante la entrevista que mediante el PVSe. Este hecho debería replantear la utilidad de pruebas de detección en una situación mucho más compleja que un diagnóstico médico objetivo. Además de la estructuración de dicha entrevista, probablemente el clima de confianza creado y la ausencia de límite de tiempo influyeron en el mayor éxito en la detección. En este sentido, cabe destacar que aunque urgencias sea un ámbito en el que se deba incentivar la detección de VP porque acuden muchas mujeres en esta situación, la detección puede no ser fácil ni inmediata sin las personas y/o el tiempo necesarios.
Por otro lado, existe mucha variabilidad en el criterio del diagnóstico de VP: en ocasiones se considera solamente la violencia física, mientras que en otras se considera más de un tipo de violencia o cualquiera de ellos. Además, algunos estudios consideran solamente la violencia reciente, que arbitrariamente sitúan en el último año, mientras que otros estudios consideran la violencia ocurrida a lo largo de toda la vida21-24. Estas diferencias no solamente impiden la comparación de los distintos estudios sino que, del mismo modo que en el punto anterior, cuestionan sus resultados, puesto que las mujeres no incluidas en el grupo de violencia por no ser física o no ser actual o reciente pasan a ser valoradas en el grupo de la no violencia. Nuestro estudio intentó evitar este sesgo incluyendo cualquier tipo de VP en cualquier momento de la vida. De hecho, no se observaron diferencias en ninguno de los ítems estudiados entre las mujeres que estaban viviendo una situación de violencia y las que lo habían hecho en el pasado.
El hallazgo de un peor control de los de los factores de riesgo vascular en las pacientes con historia de VP no es extraño, dado que esta situación va asociada a una disminución de la autoestima y del autocuidado. Aunque un peor control de los factores de riesgo vascular implica un mayor riesgo de cardiopatía isquémica, la falta de resultados significativos en este sentido probablemente se deba a que el estudio no estaba suficientemente empoderado o que el seguimiento de un año fue insuficiente, fundamentalmente porque la mayoría de las mujeres que sufrían o habían sufrido VP eran jóvenes. Vives-Cases et al.23 afirman que existe una fuerte asociación entre VP y enfermedad coronaria, aunque el número global de pacientes con ella en su estudio fue escaso, y la atribuyen a la extrema ansiedad sufrida por las mujeres que han vivido violencia. Otros estudios también contemplan la ansiedad y la depresión presentes en estas mujeres como un factor de riesgo vascular31. En nuestro estudio, aunque la prevalencia de ansiedad y/o depresión fue superior entre las mujeres que sufrían VP, no se halló una asociación directa entre la existencia de ansiedad o depresión y la presencia de factores de riesgo vascular.
El dolor torácico no representa un diagnóstico de certeza, pero se escogió por ser un síntoma guía que motiva la consulta a un servicio de urgencias. Cabe destacar el mayor tiempo transcurrido desde el inicio de los síntomas hasta la consulta en las mujeres que habían sufrido VP. El motivo por el que estas mujeres demoran la consulta probablemente no sea único: dificultades de acceso, minimización de síntomas, asociación a otros problemas, u otros. Tanto en la enfermedad coronaria como en otras cuyo síntoma principal es el dolor torácico, la atención tardía va asociada a un peor pronóstico. Aunque no se llegó a observar diferencias entre grupos respecto al pronóstico, este hecho puede contribuir a explicar el peor pronóstico de las mujeres con síndrome coronario agudo en urgencias.
Para asegurar la validez interna de los resultados, estos se estratificaron por las principales diferencias existentes entre grupos (edad y ansiedad/depresión). Aunque no se puede asegurar la reproducción de los resultados en otras circunstancias porque las características del centro o la habilidad y la apreciación de las entrevistadoras pudieran haber influido en los resultados, se intentó minimizar esta posible limitación con una formación reglada de las entrevistadoras y con la máxima meticulosidad metodológica posible en las definiciones y en la estructuración de la entrevista. Sin duda, la inclusión de un mayor número de pacientes o un mayor tiempo de seguimiento hubiesen podido aportar una mayor información al estudio. Esta limitación constituye un planteamiento para futuros estudios.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
Confidencialidad de los datosLos autores declaran que han seguido los protocolos de su centro de trabajo sobre la publicación de datos de pacientes.
Versión española del Partner Violence Screen (PVS)
1. Durante el último año ¿ha sido golpeada, ha recibido patadas o puñetazos, o ha recibido otro tipo de maltrato físico? |
Sí / No |
En caso afirmativo, ¿por parte de quién? |
2. ¿Se siente segura en su relación de pareja actual? |
Sí / No / No tengo pareja |
3. ¿Se siente amenazada por alguna de sus parejas anteriores? |
Sí / No |
En negrita, la respuesta con valoración positiva en el cuestionario.
Adaptado de García-Esteve et al.25.