He leído con sumo interés el artículo de revisión de Eisele y Dietrich1, acerca de un tema tan apasionante y desconocido como es la radio-necrosis a nivel cerebral, que sigue al tratamiento quirúrgico de los tumores cerebrales.
Es cierto que los mecanismos implicados en su fisiopatogenia son en gran medida desconocidos, incluso que puedan variar en función de los factores que ellos destacan como determinantes: modalidad de radiación, la dosis, el volumen de tratamiento y el esquema de fraccionamiento, pero a estos me gustaría añadir que también al tipo de tratamiento complementario a la radioterapia, habitualmente en forma de quimiorradioterapia, como bien apuntan en su revisión.
Si nos ceñimos a los distintos estudios que han establecido los criterios neurorradiológicos a lo largo de las 3 últimas décadas, en cada caso, la quimioterapia coadyuvante empleada ha sido distinta2–4. Por ello es muy elogiable el intento de comparar, según estos criterios, por parte de otros autores5, el grado de correlación o concordancia para evaluar el tipo de progresión, y destacar que añadir la hiperintensidad en las secuencias FLAIR hace aún más útiles a las potenciadas con contraste para predecir el ulterior deterioro clínico. Hay que sumarles el mérito de que se comparan bajo la misma quimioterapia coadyuvante, en este caso bevacizumab+irinotecan, lo que confiere validez al estudio y a los resultados, añadiendo la «F» a los criterios RECIST como aportación principal.
Inclusive otros autores, apoyándose en el reclutamiento de un gran número de pacientes del estudio AVAglio, y tras no demostrarse la utilidad de la terapia antiangiogénica como tratamiento de primera línea, tras la cirugía en pacientes con glioblastoma, establecen unos criterios para también valorar la respuesta a esta terapia y poder hacerlo de forma homogénea6.
Estamos avanzando de forma paralela en el conocimiento neurorradiológico tras las distintas formas de tratamiento quirúrgico y de quimiorradioterapia de los pacientes con tumores cerebrales y, aunque nuestro gold-standard sigue siendo la anatomía-patológica complementada con las técnicas genético-moleculares, la rapidez y fiabilidad que confieren los distintos intentos de categorizar las formas de evolución de los tumores a lo largo del tiempo en la resonancia magnética avanzada, aportan claridad en la toma de decisiones sobre nuestros pacientes.