ORIGINAL
Cambios en la ingesta de energía, macronutrientes, fibra y alcohol asociados al envejecimiento. Estudio longitudinal SENECA en España*
Beltrán, B.; Carbajal, A. y Moreiras, O.
Departamento de Nutrición. Facultad de Farmacia. Universidad Complutense de Madrid.
* Este trabajo pertenece al estudio multicentro europeo SENECA (Survey in Europe on Nutrition and the Elderly: a Concerted Action).
Correspondencia: Beatriz Beltrán. Departamento de Nutrición. Facultad de Farmacia. Universidad Complutense de Madrid. 28040 Madrid.
Recibido el 23-6-98; aceptado el 20-1-99.
RESUMEN
INTRODUCCION: Ante la creciente importancia del conocimiento de los factores que pueden afectar positiva o negativamente a la salud y al estado nutricional de las personas de edad Euronut, la Acción Concertada de la UE sobre Nutrición y Salud, organizó en 1988 un estudio semilongitudinal de cohortes, internacional y multicentro, que recibió el nombre de SENECA (Survey in Europe on Nutrition and the Elderly: a Concerted Action). Nueve de los 19 centros europeos en los que se llevó a cabo el estudio base (1989), realizaron también el de seguimiento de 1993, entre ellos Betanzos (España). El objetivo de este trabajo es la descripción del estado nutricional, juzgado por la dieta (ingesta de energía y macronutrientes), de los españoles participantes en el estudio de seguimiento y el análisis de los cambios observados en este sentido en el período 1989-1993.
MATERIAL Y MÉTODOS: La muestra estudiada en Betanzos está constituida por 77 individuos, 32 hombres y 45 mujeres, de 75 a 80 años de edad y con datos de ingesta dietética disponibles para ambas partes del estudio, base (1989) y de seguimiento (1993). La ingesta se valoró mediante una historia dietética modificada constituida por un registro de tres días y una frecuencia de consumo referida al último mes.
RESULTADOS Y DISCUSION: Un 18,8% de los hombres y un 15,6% de las mujeres no alcanzaron el 75% de las necesidades energéticas. La ingesta media de macronutrientes, muy heterogénea individualmente, fue similar en hombres y mujeres y se caracterizó por un elevado consumo de lípidos y de proteína, superando ampliamente las recomendaciones, y bajo de hidratos de carbono, aunque en su mayoría complejos.
La calidad de los lípidos de la dieta, evaluada por el grado de saturación y el aporte calórico de los ácidos grasos, fue, sin embargo, satisfactoria, especialmente en el caso de los monoinsaturados que proporcionaban, en hombres y en mujeres, el 16,8 ± 5,9% y 20,6 ± 8,2% de la energía total, respectivamente.
Los cambios en la ingesta energética entre el estudio base (1989) y el de seguimiento (1993), muestran también una gran heterogeneidad. Como media, ésta disminuyó, tanto en valor absoluto (296 ± 1.012 kcal y 260 ± 913 kcal en hombres y mujeres, respectivamente) como referida al peso corporal (3,1 ± 12,6 kcal/kg y 1,62 ± 15,8 kcal/kg), a costa, principalmente, de la disminución significativa en el consumo de hidratos de carbono (76,0 ± 144,5 g en hombres, p< 0,01 y 47,1 ± 143,8 g; p< 0,05 en mujeres).
Palabras clave
Personas de edad avanzada. Estudios longitudinales. Estado nutricional.
Changes in intake of energy, Macronutrients, fiber and alcohol with Aging. Longitudinal old age study in Spain
SUMMARY
INTRODUCTION: In the face of the growing importance of the knowledge about the factors that can positively or negatively affect the health and the nutritional condition of elderly persons, Euronut, The Concerted Action of the EU on Nutrition and Health, organized a semi-longitudinal study in 1988 on international and multicenter cohorts that was given the name of SENECA (Survey in Europe on Nutrition and the Elderly: a Concerted Action). Nine of the 19 European centers in which the baseline study was carried out (1989) also participated in the follow-up in 1993, Betanzos (Spain) being among them. The objective of this work is to describe the nutritional condition, evaluated by the diet (intake of energy and macronutrients), of the Spaniards participating in the follow-up study and to analyze the changes observed in this sense in the period of 1989-1993.
MATERIAL AND METHODS: The sample studied in Betanzos is made up of 77 individuals, 32 men and 45 women, whose ages ranged from 75 to 80 years, and for whom the dietary intake data was available for both parts of the study-baseline (1989) and follow-up (1993). The intake was evaluated by a modified dietary history made up of a three-day record and frequency of intake reported for the last month.
RESULTS AND DISCUSSION: 18.8% of the men and 15.6% of the women did not reach 75% of the energetic necessities. The mean intake of macronutrients, which were very heterogeneous individually, was similar in men and women and was characterized by a high consumption of lipids and protein, widely exceeding the recommended amount, and low in carbohydrates, although mostly, complex ones.
The quality of the lipids in the diet, evaluated by the degree of saturation and calorie supply of fatty acids was, however, satisfactory, especially in the case of monounsaturated fatty acids that provided 16.8 ± 5.9% and 20.6 ± 8.2% of the total energy in men and women, respectively.
The changes in energy intake between the baseline study (1989) and the follow-up one (1993) also show great heterogeneity. As a mean, this decreased, both in the absolute value (296 ± 1.012 kcal and 260 ± 913 kcal in men and women, respectively) and in body weight (3.1 ± 12.6 kcal/kg and 1.62 ± 15.8 kcal/kg), principally at a cost of a significant decrease in the consumption of carbohydrates (76.0 ± 144.5 g in men: p< 0.01 and 47.1 ± 143.8 g; p< 0.05 in women).
Key words
Elderly persons. Longitudinal studies. Nutritional studies.
INTRODUCCION
Con el envejecimiento, alimentación y nutrición adquieren un mayor papel en el mantenimiento de la salud del anciano, de forma que cada vez es más evidente que un estado nutricional satisfactorio, junto con un cierto nivel de actividad física, son determinantes para optimizar la funcionalidad física y cognitiva y, en definitiva, para una mayor calidad de vida (1, 2).
Algunos estudios muestran el descenso en la ingesta de alimentos de forma paralela a la disminución de las necesidades energéticas y de la actividad física del individuo, no habiéndose confirmado, sin embargo, un descenso concomitante en las necesidades de la mayoría de los macro y micronutrientes (3). El peligro se establece, por tanto, por ese menor consumo energético, que hace que la ingesta de determinados nutrientes sea en muchos ancianos inadecuada.
Los estudios epidemiológicos transversales, que encuadran distintas pruebas (dietéticas, antropométricas, bioquímicas...), son muy útiles en el análisis del estado nutricional y de salud de los personas de edad en un momento determinado, pero en este grupo, el conocimiento de las modificaciones que tienen lugar con el paso del tiempo adquiere gran importancia. Por ello, los estudios longitudinales, aún escasos, son de especial interés ya que permiten determinar qué cambios son inevitablemente propios del envejecimiento y cuáles son causados por factores potencialmente corregibles como la nutrición y la dieta, solventando de alguna forma el sesgo de los estudios transversales causado por la supervivencia selectiva.
Ante la escasez de este tipo de estudios y la creciente importancia del conocimiento de los factores que pueden afectar positiva o negativamente a la salud y al estado nutricional de las personas de edad, Euronut, la Acción Concertada de la UE sobre Nutrición y Salud, organizó en 1988 un estudio semilongitudinal, de cohortes, internacional y multicentro, que recibió el nombre de SENECA (Survey in Europe on Nutrition and the Elderly: a Concerted Action) cuyo objetivo principal es explorar los modelos dietéticos de las personas de edad avanzada residentes en diferentes comunidades europeas, en relación con su salud y funcionalidad (4).
Con el fin de poder diferenciar entre los efectos de la edad, cohorte y período de recogida de datos, se diseñó un estudio semilongitudinal en el que el análisis del efecto de la edad sobre las variables consideradas era el principal objetivo, mientras que la cohorte y el período de estudio serían analizados como factores confundentes. Para obtener datos comparables de todos los países se estableció un plan de trabajo y metodología estandarizados (5). El estudio completo constó de: cuestionario general, valoración de la ingesta dietética, estudio antropométrico y análisis bioquímico del estado nutricional. Además, en el estudio de seguimiento se incluyeron una escala de depresión geriátrica y dos pruebas de funcionalidad y estado mental (6, 7).
En el estudio base (1989) participaron 2.586 personas residentes en 19 ciudades de 12 países europeos. En cada uno de estos centros la muestra fue seleccionada al azar incluyendo a todas las personas nacidas entre 1913 y 1918, excepto los pacientes psicogeriátricos ingresados y aquellas incapaces de responder por sí mismas a las preguntas. En el estudio de seguimiento, realizado aproximadamente cuatro años después, un total de 1.221 sujetos, procedentes de nueve centros, volvieron a ser examinados. Betanzos (La Coruña) es el centro español participante en el estudio semilongitudinal completo. Los datos correspondientes al estudio base del SENECA (1989) en esta localidad figuran en publicaciones anteriores (8-10).
El objetivo de este trabajo es describir la ingesta de energía, proteínas, hidratos de carbono, lípidos, fibra y alcohol de los participantes españoles en el estudio de seguimiento (1993), evaluando la adecuación a sus necesidades específicas. Igualmente, se analizan las modificaciones observadas entre 1989 y 1993.
MÉTODOS
Muestra
La muestra estudiada en Betanzos está constituida por 77 individuos, 32 hombres y 45 mujeres que disponen de datos dietéticos en ambas fases del SENECA y que tenían en 1993 una media de edad de 76,9 ± 1,8 años.
Estudio dietético
Tanto en el estudio base como en el de seguimiento se utilizó una historia dietética modificada y validada (11, 12), descrita con detalle en el manual de operaciones (5), constituida por un registro de alimentos de tres días y una frecuencia de consumo de alimentos referida al último mes, cuyas cantidades se estimaron en medidas de peso o caseras. Igualmente, se recogió información detallada del tipo y calidad de los alimentos, así como de las recetas culinarias comúnmente utilizadas.
Los datos se clasificaron de acuerdo con el EUROCODE (13) para poder comparar entre países. Además, en nuestro caso, esta información se clasificó utilizando nuestra propia base de datos DIETECA (DIEta: Tablas Españolas de Composición de Alimentos) (14) que incluye 256 alimentos, distribuidos en catorce grupos. Posteriormente, se calculó el contenido en energía (absoluta y por kg de peso corporal), proteínas, lípidos, hidratos de carbono, fibra y alcohol; se estimaron las ingestas recomendadas (IR) de energía y algunos nutrientes para cada individuo, teniendo en cuenta sexo, edad y actividad física (15, 16), esta última considerada como ligera para toda la muestra (9). Además, se han calculado algunos índices de calidad de la dieta:
a) Perfil calórico: aporte energético de macronutrientes (proteínas, hidratos de carbono y lípidos) y alcohol;
b) Calidad de la grasa, juzgada por el perfil lipídico (aporte energético de las distintas fracciones grasas) y la relación (AGP+AGM)/AGS.
RESULTADOS
En la tabla I se recoge la media y distribución en percentiles de la ingesta de energía, macronutrientes, fibra y alcohol, correspondiente al estudio de seguimiento (1993).
Tabla I. Ingesta de energía, macronutrientes, fibra y alcohol. Media y distribución en percentiles. Estudio de seguimiento (1993) | ||||||||||
X ± DS | P5 | P10 | P25 | P50 | P75 | P90 | P95 | |||
Hombres | ||||||||||
Energía (kcal) | 2.369 ± 894 | 1.275 | 1.418 | 1.765 | 2.092 | 2.710 | 3.542 | 4.020 | ||
Energía/peso (kcal/kg) | 33,0 ± 11,0 | 15,0 | 21,5 | 25,8 | 31,0 | 37,6 | 46,3 | 50,6 | ||
Proteínas (g) | 93,8 ± 36,0 | 48,3 | 54,3 | 63,2 | 89,5 | 107,8 | 134,0 | 175,3 | ||
Lípidos (g) | 97,9 ± 43,8 | 42,0 | 48,4 | 62,4 | 91,4 | 117,8 | 150,1 | 172,9 | ||
Hidratos de carbono (g) | 269 ± 110 | 130,0 | 136,7 | 176,4 | 252,0 | 317,9 | 352,4 | 518,2 | ||
Fibra (g) | 23,9 ± 7,8* | 11,8 | 13,4 | 16,4 | 22,8 | 29,7 | 33,9 | 36,5 | ||
Alcohol (g) | 15,2 ± 25,7* | 0 | 0 | 0 | 1,4 | 19,1 | 33,1 | 79,2 | ||
Mujeres | ||||||||||
Energía (kcal) | 2.152 ± 741 | 1.126 | 1.403 | 1.545 | 2.089 | 2.537 | 3.144 | 3.380 | ||
Energía/peso (kcal/kg) | 34,3 ± 14,3 | 20,3 | 20,8 | 25,1 | 30,3 | 40,2 | 46,1 | 61,3 | ||
Proteínas (g) | 80,3 ± 23,4 | 43,5 | 49,2 | 57,2 | 79,8 | 98,2 | 106,6 | 114,5 | ||
Lípidos (g) | 102 ± 46,5 | 37,3 | 44,0 | 63,9 | 88,3 | 144,4 | 158,1 | 178,4 | ||
Hidratos de carbono (g) | 235 ± 118 | 97,8 | 116,0 | 149,7 | 201,9 | 275,5 | 391,4 | 408,4 | ||
Fibra (g) | 19,3 ± 8,5 * | 8,3 | 9,2 | 11,7 | 17,3 | 24,0 | 32,0 | 34,6 | ||
Alcohol (g) | 5,0 ± 8,7 * | 0 | 0 | 0 | 0 | 9,4 | 16,7 | 20,3 | ||
Diferencias entre sexos * p< 0,05 | ||||||||||
El consumo energético medio en los hombres (2.369 ± 894 kcal/día) fue superior, aunque no significativamente, al de las mujeres (2.152 ± 741 kcal). Por el contrario, la ingesta de energía/kg de peso corporal es ligeramente inferior (33,0 ± 11,0 y 34,3 ± 14,3 kcal/kg de peso, en hombres y mujeres, respectivamente).
La distribución de la ingesta energética de la muestra abarca un amplio rango, mayor en hombres. En este sentido, los P10 y P90 para hombres fueron 1.418 kcal y 3.542 kcal, respectivamente; y para mujeres 1.403 kcal y 3.144 kcal (tabla I). Los consumos máximos son 4.696 kcal en hombres y 4.504 kcal en mujeres, y los mínimos, 1.196 kcal y 876 kcal, respectivamente.
Desde el estudio base (1989) se observa una ligera disminución en la ingesta de energía (tabla II), tanto en cifras absolutas (296 ± 1.012 kcal en hombres; y 260 ± 913 kcal en mujeres) como referidas a kg de peso corporal (3,1 ± 12,6 kcal/kg en hombres; y 1,6 ± 15,8 kcal/kg en mujeres).
Tabla II. Variación en la ingesta de energía, macronutrientes, fibra y alcohol en el período 1989-1993 | ||
Hombres | Mujeres | |
Energía (kcal) | 296 ± 1012 | 260 ± 913 |
Energía/peso (kcal/kg) | 3,1 ± 12,6 | 1,6 ± 15,8 |
Proteínas (g) | 3,10 ± 43,1 | 10,1 ± 13,2* |
Lípidos (g) | 11,5 ± 41,0 | 1,97 ± 57,2 |
Hidratos de carbono (g) | 76,0 ± 144,5** | 47,1 ± 143,8* |
Fibra (g) | 0,6 ± 12,5 | 2,0 ± 10,1 |
Alcohol (g) | 14,2 ± 43,5 | 3,3 ± 12,3 |
Diferencias entre períodos * p< 0,05; ** p< 0,01. | ||
La ingesta de proteína, mayor en hombres (93,8 ± 36,0 g/día) que en mujeres (80,3 ± 23,4 g) (p<0,1) (tabla I), superó ampliamente las IR estimadas en 56 g/día o 0,8 g/kg de peso (174 ± 66,6% y 196 ± 57,1% de las IR en hombres y mujeres, respectivamente). Igualmente, la ingesta de lípidos resultó muy elevada y ligeramente mayor en las mujeres (102 ± 46,5 g en mujeres y 97,9 ± 43,8 g en hombres).
El consumo de hidratos de carbono, principalmente complejos, fue mayor en hombres (269 ± 110 g/día frente a 235 ± 118 g en las mujeres) (tabla I), aunque las diferencias no llegaron a ser significativas. El contenido en fibra de la dieta fue significativamente mayor en hombres (23,9 ± 7,8 g/día) que en mujeres (19,3 ± 8,5 g; p< 0,05).
La ingesta media de alcohol (tabla I) fue también superior (p< 0,05) en hombres (15,2 ± 25,7 g/día) que en mujeres (5,0 ± 8,7 g), aunque, si se consideran únicamente los consumidores un 53% del total (41 sujetos, 20 hombres y 21 mujeres) la diferencia entre sexos pierde significación estadística (24,3 ± 29,0 g en hombres y 10,8 ± 10,0 g en mujeres; p< 0,1).
Con respecto a los valores del estudio base (tabla II), y para los varones, los consumos de proteína y fibra prácticamente no varían, pero se aprecia una disminución en hidratos de carbono (76,0 ± 144,5 g; p< 0,01) y alcohol (14,2 ± 43,5 g; p< 0,1) y un aumento no significativo en la ingesta lipídica (+11,5 ± 41,0 g). En las mujeres disminuye el consumo de hidratos de carbono (47,1 ± 143,8 g; p< 0,05), alcohol (3,3 ± 12,3 g; p< 0,1) y proteína (10,1 ± 13,2 g; p< 0,05). Las ingestas de lípidos (1,97 ± 57,2 g) y fibra (2,0 ± 10,1 g) apenas se modificaron.
El perfil calórico de la dieta en 1993, para hombres y mujeres, aparece en la tabla III. El aporte energético de proteínas e hidratos de carbono fue semejante en ambos sexos: un 16,1 ± 3,2% y un 15,5 ± 3,7% en hombres y mujeres, respectivamente, provienen de proteína; y un 43 ± 9,4% y un 40,7 ± 11,9% de hidratos de carbono. La proporción de energía aportada por los lípidos es alta, superior en las mujeres (42,2 ± 12,3% en mujeres y 37,1 ± 8,7% en hombres; p< 0,1). El aporte calórico del alcohol fue mayor en hombres (4,0 ± 5,5 y 1,7 ± 2,9% hombres y mujeres, respectivamente; p< 0,1).
Tabla III. Perfil calórico (aporte energético de macronutrientes y alcohol) (%) y calidad de la grasa. Media y distribución en percentiles. Estudio de seguimiento (1993) | |||||||||
X ± DS | P5 | P10 | P25 | P50 | P75 | P90 | P95 | ||
Hombres | |||||||||
Proteínas (% kcal) | 16,1 ± 3,2 | 11,0 | 11,4 | 13,3 | 15,2 | 17,0 | 21,2 | 22,3 | |
Lípidos (% kcal) | 37,1 ± 8,7 | 25,1 | 27,7 | 31,6 | 38,4 | 46,5 | 55,2 | 60,1 | |
Hidratos de carbono (% kcal) | 43,0 ± 9,4 | 24,1 | 28,2 | 33,8 | 41,2 | 46,8 | 57,0 | 60,0 | |
Alcohol (% kcal) | 4,0 ± 5,5 | 0 | 0 | 0 | 0,2 | 3,9 | 9,4 | 10,5 | |
Colesterol (mg) | 352 ± 244 | 83,7 | 142,7 | 176,9 | 281,6 | 410,9 | 638,2 | 710,4 | |
AGS (g) | 31,0 ± 13,9 | 11,0 | 14,0 | 20,3 | 27,6 | 40,6 | 48,8 | 56,9 | |
AGM (g) | 43,6 ± 20,8 | 14,7 | 21,0 | 28,3 | 36,4 | 51,6 | 68,9 | 83,2 | |
AGP (g) | 13,6 ± 10,8 | 3,6 | 5,7 | 6,6 | 9,6 | 15,6 | 30,1 | 38,4 | |
(AGP+AGM)/AGS | 1,94 ± 0,64* | 1,11 | 1,20 | 1,34 | 1,83 | 2,32 | 2,89 | 3,04 | |
AGS (% kcal) | 11,7 ± 3,0 | 5,7 | 7,4 | 10,0 | 11,5 | 14,0 | 15,2 | 15,7 | |
AGM (% kcal) | 16,8 ± 5,9 | 8,7 | 10,6 | 12,8 | 15,2 | 19,2 | 25,1 | 26,0 | |
AGP (% kcal) | 5,0 ± 3,0 | 2,4 | 2,5 | 3,1 | 3,6 | 5,9 | 7,7 | 12,1 | |
Mujeres | |||||||||
Proteínas (% kcal) | 15,5 ± 3,7 | 11,0 | 11,4 | 13,3 | 15,2 | 17,0 | 21,2 | 22,3 | |
Lípidos (% kcal) | 42,2 ± 12,3 | 25,1 | 27,7 | 31,6 | 38,4 | 46,5 | 55,2 | 60,1 | |
Hidratos de carbono (% kcal) | 40,7 ± 11,9 | 24,1 | 28,2 | 33,8 | 41,2 | 46,8 | 57,0 | 60,0 | |
Alcohol (% kcal) | 1,7 ± 2,9 | 0 | 0 | 0 | 0,2 | 3,9 | 9,4 | 10,5 | |
Colesterol (mg) | 271 ± 145 | 65,0 | 89,8 | 175,9 | 279,7 | 323,0 | 426,8 | 470,7 | |
AGS (g) | 28,6 ± 13,8 | 9,2 | 13,0 | 17,2 | 27,2 | 36,7 | 45,8 | 48,7 | |
AGM (g) | 49,2 ± 25,4 | 18,0 | 20,8 | 28,4 | 46,7 | 58,3 | 82,0 | 96,1 | |
AGP (g) | 15,8 ± 15,1 | 4,6 | 5,3 | 6,6 | 9,4 | 18,3 | 31,2 | 38,9 | |
(AGP+AGM)/AGS | 2,41 ± 0,90* | 1,15 | 1,26 | 1,78 | 2,27 | 2,91 | 3,55 | 3,89 | |
AGS (% kcal) | 11,8 ± 3,9 | 6,1 | 7,8 | 8,5 | 11,3 | 14,4 | 16,8 | 18,1 | |
AGM (% kcal) | 20,6 ± 8,2* | 10,6 | 11,6 | 15,2 | 19,1 | 23,2 | 33,5 | 35,6 | |
AGP (% kcal) | 6,3 ± 5,0 | 2,4 | 2,6 | 3,3 | 4,6 | 6,9 | 10,8 | 15,3 | |
Diferencias entre sexos * p< 0,05 | |||||||||
La modificación en la ingesta de macronutrientes producida en el período 1989-1993 es la responsable de los cambios observados, a su vez, en el perfil calórico de la dieta, especialmente en los hombres (tabla IV). En éstos, el cambio más notable fue el aumento en energía de los lípidos (+7,3 ± 10,2 %; p< 0,001), además del ligero ascenso del aporte proteico (+1,3 ± 3,9%), incrementos producidos especialmente a costa de la disminución en hidratos de carbono (5,2 ± 10,9%; p< 0,05) y, en menor medida, del alcohol (3,2 ± 7,3%; p< 0,05). En las mujeres estos cambios, aunque en el mismo sentido, no llegan a ser significativos.
Tabla IV. Variación en el perfil calórico (aporte energético de macronutrientes y alcohol) (%) y la calidad de la grasa en el período 1989-1993 | ||
Hombres | Mujeres | |
Proteínas (% kcal) | 1,3 ± 3,9 | 0,3 ± 5,0 |
Lípidos (% kcal) | 7,3 ± 10,2*** | 3,9 ± 14,3 |
Hidratos de carbono (% kcal) | 5,2 ± 10,9* | 3,4 ± 13,5 |
Alcohol (% kcal) | 3,2 ± 7,3 * | 0,8 ± 3,2 |
Colesterol (mg) | 37,2 ± 256,8 | 30,3 ± 159,8 |
AGS (g) | 4,7 ± 13,0 | 0,1 ± 18,4 |
AGM (g) | 6,1 ± 20,8 | 3,2 ± 32,5 |
AGP (g) | 0,6 ± 10,8 | 2,6 ± 14,9 |
(AGP+AGM)/AGS | 0,004 ± 0,84 | 0,03 ± 1,15 |
AGS (% kcal) | 2,6 ± 3,4*** | 1,3 ± 4,9 |
AGM (% kcal) | 3,9 ± 7,0** | 3,5 ± 9,0* |
AGP (% kcal) | 0,3 ± 3,1 | 0,4 ± 5,5 |
Diferencias entre períodos * p< 0,05; ** p< 0,01; *** p< 0,001. | ||
El aporte calórico de AGM (tabla III) fue significativamente superior en las mujeres (20,6 ± 8,2% y 16,8 ± 5,9% en mujeres y hombres, respectivamente; p< 0,05) de la misma manera que el de AGP (6,3 ± 5,0% y 5,0 ± 3,0%; no significativo). La relación (AGP+AGM)/AGS alcanzó valores medios elevados, superiores en las mujeres (2,41 ± 0,90) que en los hombres (1,94 ± 0,64; p<0,05).
La ingesta media de colesterol (tabla III) fue mayor en hombres (352 ± 244 mg/día) que en mujeres (271 ± 145 mg).
En el período 1989-1993, y con respecto a la calidad de la grasa y para los hombres, se observó un aumento casi significativo en el consumo de grasa saturada (+4,7 ± 13,0 g; p<0,1; tabla IV), de AGM que no llega a tener significación estadística (+6,1 ± 20,8 g), y en la cantidad de colesterol (+37,2 ± 256,8 g). Estos cambios modifican ligeramente el perfil lipídico: aumenta la proporción calórica de AGS (+2,6 ± 3,4%; p<0,001) y AGM (+3,9 ± 7,0%; p<0,01), pero no se modifica la de AGP (+0,3 ± 3,1%). La calidad de la grasa, juzgada por el índice (AGP + AGM)/ AGS, no ha variado prácticamente. En las mujeres, tampoco se observaron variaciones significativas, apreciándose un débil descenso en el consumo de grasa poliinsaturada (2,6 ± 14,9 g) y un ascenso en el de monoinsaturada (+3,2 ± 32,5 g). El colesterol disminuyó ligeramente (30,3 ± 159,8 mg). Se detecta, al igual que en los hombres, un aumento en el aporte calórico de AGS (+1,3 ± 4,9%; p< 0,1) y AGM (+3,5 ± 9,0%; p< 0,05), no variando el de AGP (0,4 ± 5,5%).
DISCUSION
La ingesta media de energía para ambos sexos es inferior a la obtenida en el último Estudio Nacional de Nutrición y Alimentación (ENNA-3) para la población de Galicia, Comunidad Autónoma con la mayor ingesta energética (3.279 kcal) (17). Este hecho concuerda con el menor consumo de las personas de edad con respecto a otros grupos de población adulta (18). A pesar de ello, la energía consumida diariamente por este colectivo supera a la de otros grupos de ancianos no institucionalizados europeos (19) y es una de las más altas entre los países participantes en el seguimiento del SENECA, tal y como ocurrió en el estudio base (3, 20) (Fig. 1).
Figura 1.Ingesta media de energía (MJ/día). Estudio SENECA. Seguimiento (1993). C/NL: Culemborg/Holanda. V/P: Vila Franca de Xira/Portugal. C/P: Coimbra/Portugal. H/B: Hamma/Bélgica. P/I: Padua/Italia. Y/CH: Yverdon/Suiza. R/DK: Roskilde/Dinamarca. H/F: Haguenau/Francia. R/F: Romans/Francia. B/E: Betanzos/España. M/PL: Marki/Polonia. BLP/NI/UK: Ballymoney-Limavady-Portstewart/Reino Unido. M/CT/USA: Mansfield/EE.UU.
Aunque la ingesta calórica media supera las cifras recomendadas, hay que destacar que un 46,9% de los hombres y 46,7% de las mujeres presentaron ingestas inferiores a las necesidades y, concretamente, en un 18,8% de los hombres y en un 15,6% de las mujeres el consumo energético resultó inferior al 75% de lo recomendado (15), situación a tener en cuenta, pues con ingestas inferiores a 1.500 kcal es muy difícil, con la dieta habitual de los países desarrollados, vehiculizar suficiente cantidad de vitaminas y minerales, con el consiguiente riesgo de hiponutrición, especialmente en los grupos vulnerables (21, 22). Además, los mínimos consumos detectados, aunque permitirían cubrir las necesidades para la tasa metabólica basal, limitarían la realización de actividad física. Estas cifras ponen de relieve, una vez más, la gran heterogeneidad de este grupo de edad.
La elevada ingesta proteica (tabla I) concuerda con el modelo de consumo que viene caracterizando las dietas de los países occidentales. Sólo un 3,9% de la población (3 individuos) no cubrió el 100% de las IR (P10= 54,3 y 49,2 g en hombres y mujeres, respectivamente) pero en todos se alcanzó al menos el 80% de las mismas. Un 34% de los hombres y un 22% de las mujeres presentaron ingestas superiores a los 100 g. A este respecto, algunos autores sugieren que un consumo de proteína superior a 100 g podría dar lugar a una hipertrofia renal por hiperfiltración e hiperfusión, contribuyendo al deterioro del riñón envejecido (23, 24). Igualmente, podría aumentar la excreción urinaria de calcio y contribuir al desarrollo de osteoporosis, aunque si aumenta paralelamente la ingesta de fósforo, como es habitual en dietas ricas en proteína, el efecto podría quedar minimizado (25).
Como ha quedado reflejado en múltiples estudios, si el consumo de lípidos es importante, lo es aún más su composición en ácidos grasos por su diferente impacto en los lípidos sanguíneos, principal factor de riesgo en las ECV. En España, se recomienda que los AGS aporten entre un 7 y un 10% de la energía total de la dieta, los AGP menos del 10% y que el resto (al menos un 13%) proceda de los AGM (26). En este sentido, en el estudio de seguimiento (1993), los AGS (31,0 ± 13,9 g y 28,6 ± 13,8 g en hombres y mujeres, respectivamente; tabla III) proporcionaron un 11,7 ± 3,0% y un 11,8 ± 3,9% de las calorías totales. Estas cifras confirman los resultados del estudio base en el que se observó, entre los países participantes y teniendo en cuenta la grasa saturada consumida, un gradiente geográfico norte-sur (3, 20) (Fig. 2).
Figura 2.Ingesta media de AGS (g/día). Estudio SENECA. Seguimiento (1993). C/NL: Culemborg/Holanda. V/P: Vila Franca de Xira/Portugal. C/P: Coimbra/Portugal. H/B: Hamma/Bélgica. P/I: Padua/Italia. Y/CH: Yverdon/Suiza. R/DK: Roskilde/Dinamarca. H/F: Haguenau/Francia. R/F: Romans/Francia. B/E: Betanzos/España. M/PL: Marki/Polonia. BLP/NI/UK: Ballymoney-Limavady-Portstewart/Reino Unido. M/CT/USA: Mansfield/EE.UU.
La elevada y no muy aconsejable cantidad de lípidos en la dieta, superior a la encontrada en otros grupos de personas de edad (19, 27, 28), se compensa, en parte, por su alta calidad juzgada por la relación (AGP + AGM)/ AGS (tabla III), situándose en un lugar privilegiado entre los países del SENECA (3). De este modo, las mujeres de Betanzos tenían el índice (AGP + AGM)/ AGS más alto y los hombres el segundo mayor, detrás de los del centro portugués de Coimbra. Los índices más bajos se localizaron para ambos sexos en Ballimoney (Reino Unido) (3). Gran parte de la grasa de la dieta de los ancianos españoles procede de la grasa visible o añadida en la preparación culinaria de los alimentos (aceites de oliva y girasol), especialmente en la dieta de las mujeres (40,5 ± 24,5 g y 58,5 ± 38,6 g en hombres y mujeres, respectivamente; p< 0,05).
El consumo mayoritario de hidratos de carbono complejos supuso un aporte de fibra satisfactorio, aproximándose a las recomendaciones marcadas (25 g/día) (29), y semejante a la media nacional (20,6 g) (17). Estas cifras, junto con la baja ingesta de azúcar (14,5 g/día) concuerdan con los hábitos alimentarios de los españoles recogidos en el último Estudio Nacional de Nutrición y Alimentación (17).
En cuanto al consumo de alcohol, las cifras medias son inferiores a las encontradas en otras poblaciones mediterráneas (30). Sin embargo, un 6,5% de la muestra (cuatro varones y una mujer) superó la cantidad máxima admitida (30 g/día) (31), con una media de 67,2 ± 28,2 g/día (mínimo= 34,4 g y máximo= 101 g/día). Estos altos consumos de alcohol podrían contribuir a que las dietas de estos sujetos tengan una menor densidad de nutrientes y también podrían afectar a la biodisponibilidad de algunos como el zinc o el ácido fólico (32). Aunque el consumo energético medio de los hombres que beben (2.516 ± 1.032 kcal) resultó superior al de los no bebedores (2.126 ± 556 kcal), en las mujeres ocurría lo contrario: fueron las que bebían las de menor ingesta calórica (2.050 ± 673 kcal frente a 2.241 ± 799 kcal de las no bebedoras), lo cual hace más probable que la cantidad de micronutrientes vehiculizados por la dieta de las que bebían no sea suficiente, situación que se comprobará en trabajos posteriores. En este sentido, en el mencionado estudio de Lecerf et al (30), el consumo de alcohol en mujeres se relacionó con una ingesta de nutrientes baja, falta de apetito, sobrepeso y aumento de la presión sanguínea.
En un 44,2% de la muestra la ingesta media de colesterol superó las cifras recomendadas (26) 300 mg/día (P50= 282 y 280 mg/día en hombres y mujeres, respectivamente). Igualmente, si se analiza la densidad del colesterol de la dieta (mg colesterol/1.000 kcal), hombres y mujeres consumen cantidades superiores a los 100 mg/ 1.000 kcal establecidos como límite adecuado: 145 ± 64,8 mg/1.000 kcal en hombres y 130 ± 61,8 mg/1.000 kcal en mujeres.
Si se compara el perfil calórico con el recomendado (12-15% de la energía a partir de proteínas, menos de un 30-35% de lípidos y más del 50% de hidratos de carbono) (26), se observa que, de forma semejante a lo que acontece en la población española (17), el aporte de hidratos de carbono es muy bajo y el de proteína y, especialmente, el de grasa superan ampliamente las cifras recomendadas. Estos resultados son similares a los encontrados por Kafatos et al (33) en 167 ancianos de una población mediterránea.
La tendencia observada durante el período 1989-1993 en la muestra de Betanzos (tabla IV) confirma y agudiza esa desviación con respecto a los valores recomendados, lo que también concuerda con las tendencias generales del conjunto nacional (17). Con respecto al aporte calórico del alcohol, la media está por debajo del límite máximo establecido (ingesta de alcohol nunca superior al 10%) (26). Si se consideran exclusivamente los consumidores las cifras se mantienen por debajo de este límite (6,3 ± 5,8% en hombres y 3,6 ± 3,3% en mujeres).
En el tiempo transcurrido entre las dos partes del estudio (1989-1993), los cambios en la ingesta energética se caracterizaron por un incremento de la heterogeneidad. Como media, el consumo energético descendió ligeramente, a costa de la disminución significativa en el consumo de hidratos de carbono en ambos sexos (lo que modifica negativamente el perfil calórico de la dieta), y también en el de proteínas en las mujeres. Este descenso, de 296 ± 1.012 kcal y 260 ± 913 kcal en hombres y mujeres, respectivamente (tabla II), a medida que avanza la edad se ha reflejado en otros estudios (27, 34, 35) y responde también a la tendencia general observada por Varela et al (1995) (17) en la población española, en la que se registra un descenso de aproximadamente 400 kcal en los últimos 30 años, disminución causada, entre otros factores, por el envejecimiento demográfico de la población (36). La modificación en la ingesta de macronutrientes es la responsable, a su vez, de los cambios observados y ya descritos en el perfil calórico (tabla III).
En conclusión, se observa una gran dispersión en todas las cifras analizadas, reflejo de la heterogeneidad del grupo. Aunque la mayor parte de la muestra presenta una adecuada ingesta de energía, un 20% consume dietas con muy bajo contenido energético que podrían comprometer el adecuado aporte de algunos nutrientes. El alto consumo de lípidos, proteínas y de alcohol (en algunas personas), junto con el bajo de hidratos de carbono, desequilibra el perfil calórico que, con respecto a la grasa, podría estar, en parte, compensado por su buena calidad. Los cambios observados en el estudio longitudinal muestran una disminución en la ingesta de energía, principalmente a expensas de los hidratos de carbono, que, en algunas personas, podría comprometer aun más el aporte de nutrientes.
BIBLIOGRAFIA
1. Cook DA. Series Foreword. En: Rosenberg IH, ed. Nutritional assessment of elderly populations. Nueva York: Raven Press; 1995.
2. Evans WJ, Meredith CN. Exercise and nutrition in the elderly. En: Munro HN, Danford DE, eds. Nutrition, aging, and the elderly. Nueva York: Plenum Press; 1989. p. 89-128.
3. Moreiras O, van Staveren WA, Amorim Cruz JA, Carbajal A, de Henauw S, Grunenberger F, Roszkowski W. Longitudinal changes in the intake of energy and macronutrients of elderly Europeans. Eur J Clin Nutr 1996;50 (Supl 2):S67-S76.
4. Van''t Hof MA, Hautvast JGAJ, Schroll M, Vlachonikolis IG. Euronut-SENECA study on nutrition and the elderly. Design, methods and participation. Eur J Clin Nutr 1991; 45(Supl 3):S5-S22.
5. De Groot CPGM, van Staveren WA. Nutrition and the elderly. An European collaborative study in cooperation with the World Health Organization (WHO-SPRA) and the International Union of Nutritional Sciences (IUNS), committee on geriatric nutrition. Manual of operations. EURONUT report 11. Holanda: Wageningen; 1988.
6. Haller J, Weggemans RM, Ferry M, Guigoz Y. Mental health: Minimental State Examination and Geriatric Depression Score of elderly Europeans in the SENECA study of 1993. Eur J Clin Nutr 1996;50(Supl 2):S112-S6.
7. Schroll M, Bjornsbo-Schroll K, Ferry M, Livingstone MBE. Health and physical performance of elderly Europeans. Eur J Clin Nutr 1996;50 (Supl 2):S105-S11.
8. Moreiras O, Carbajal A, Perea I, Varela-Moreiras G, Ruiz-Roso B. Nutrición y salud en las personas de edad avanzada en Europa: Euronut- SENECA. Estudio en España. 1. Introducción, diseño y metodología. Rev Esp Geriatr Gerontol 1993;28:197-208.
9. Moreiras O, Carbajal A, Perea I, Varela-Moreiras G, Ruiz-Roso B. Nutrición y salud en las personas de edad avanzada en Europa: Euronut- SENECA. Estudio en España. 2. Estilo de vida. Estado de salud. Modelo dietético. Hábitos alimentarios. Valoración de la ingesta. Rev Esp Geriatr Gerontol 1993;28:209-29.
10. Carbajal A, Varela-Moreiras G, Ruiz-Roso B, Perea I, Moreiras O. Nutrición y salud en las personas de edad avanzada en Europa: Euronut- SENECA. Estudio en España. 3. estado nutritivo: antropometría, hematología, lípidos y vitaminas. Rev Esp Geriatr Gerontol 1993;28:230-42.
11. Nes M, van Staveren WA, Zajkas G, Inelmen EM, Moreiras O. Euronut-SENECA study on nutrition and the elderly. Validity of the dietary history method in the elderly subjects. Eur J Clin Nutr 1991;45(Supl 3): S97-S104.
12. Van Staveren WA, Burema J, Livingstone MBE, van den Broek T, Kaaks R. Evaluation of the dietary history method used in the SENECA study. Eur J Clin Nutr 1996;50(Supl 2):47-55.
13. Arab L, Wittler M, Schettler G. European food composition tables in translation. Dublín: Springer-Verlag; 1987.
14. Moreiras O, Carbajal A, Cabrera L. Tablas de composición de alimentos. 3ª ed. Madrid: Ediciones Pirámide; 1997.
15. Departamento de Nutrición. Ingestas recomendadas de energía y nutrientes para la población española. Madrid; 1994.
16. WHO (World Health Organization). Energy and protein requirements. Report of a Joint FAO/WHO/UNU Expert Consultation. Technical Report Series 724. Ginebra: World Health Organization; 1985. p. 71-80.
17. Varela G, Moreiras O, Carbajal A, Campo M. Estudio Nacional de Nutrición y Alimentación 1991. Tomo 1. Madrid: Instituto Nacional de Estadística; 1995.
18. Villa Dresser CM, Carroll MD, Abraham S. Food consumption profiles of white and black persons aged 1-74 years: United States, 1971-1974. Vital and Health Statistics-Series 11: Data from the National Health Survey II 1979;210:1-103.
19. Scaccini C, Sette S, Mariotti S, Verdecchia A, Ferro-Luzzi A. Nutrient adequacy of dietary intakes of elderly. Age Nutr 1992;1(3):41-7.
20. Moreiras O, van Staveren WA, Amorim Cruz JA, Nes M, Lund-Larsen K. Intake of energy and nutrients. Eur J Clin Nutr 1991;45(3):105-19.
21. Mowé M, Bomer T, Kindt E. Reduced nutritional status in an elderly population (>70 y) is probable before disease and possibly contributes to the development of disease. Am J Clin Nutr 1994;59:317-24.
22. Van der Wielen RPJ, Löwik MRH, van der Berg H, de Groot CPGM, Haller J, Moreiras O, van Staveren WA. Serum vitamin D concentrations among elderly people in Europe. Lancet 1995;346:207-10.
23. Brenner BM, Meyer TW, Hostetter TH. Dietary protein intake and the progressive nature of kidney disease. N Engl J Med 1982;307:652-9.
24. Bosch JP, Saccaggi A, Ronco C, Belledone M, Glabman S. Renal function reserve in humans, effect of protein intake on glomerular filtration rate. Am J Med 1983;75:943-50.
25. Schuette SA, Linkswiler HM. Effects on Ca and P metabolism in humans by adding meat, meat plus milk, or purified proteins plus Ca and P to a low protein diet. J Nutr 1982;112:338-49.
26. MSC (Ministerio de Sanidad y Consumo). Consenso para el control de la colesterolemia en España. Madrid: Secretaría General Técnica; 1991.
27. Shibata H, Watanabe S, Kumagai S, Nagai H, Suzuki T, Suyama Y. Nutrient intakes in the elderly living in an urban community, Japan. Facts Res Gerontol (Supl); 1995.
28. Wright AJA, Southon S, Bailey A, Finglas PM. Nutrient intake and biochemical status of non-institutionalized elderly subjects in Norwich: comparison with younger adults and adolescents from the same general community. Br J Nutr 1995;74:453-75.
29. NRC (National Research Council). Recommended dietary allowances. 10th ed. Washington DC: National Academy Press; 1989.
30. Lecerf J, Colvez A, Hatton MF, Lebrun T, Sailly JC, Zylberberg G. Consommation d´alcohool dans une population âgée vivant à domicilie. Age Nutr 1991;3(2):155-62.
31. MSC (Ministerio de Sanidad y Consumo). Consenso para el control de la hipertensión arterial en España 1996. Secretaría General Técnica. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo; 1996.
32. Russell RM. A discussion on ethanol-nutrient interactions in the elderly. Drug Nutr Interact 1985;4:165-70.
33. Kafatos A, Schlienger JL, Deslypere JP, Ferro-Luzzi A, Amorim Cruz J. Euronut-SENECA study on nutrition and the elderly. Nutritional status: serum lipids. Eur J Clin Nutr 1991;45(Supl 3):S53-S61.
34. Paolisso G, Gambardella A, Balbi V, Ammendola S, D´Amore A. Body composition, body fat distribution, and resting metabolic rate in healthy centenarians. Am J Clin Nutr 1995;62:746-50.
35. Kromhout D. Energy intake, energy expenditure and smoking in relation to body fatness: the Zutphen Study. Am J Clin Nutr 1988;47:668-74.
36. Campo M. Influencia de algunos factores demográficos en el modelo dietético de los españoles. Tesis Doctoral. Facultad de Farmacia. Universidad Complutense de Madrid. Madrid; 1996.
INFORMACIONES DE ESPAÑA
Creado el primer centro de formación sobre el estreñimiento en España por laboratorios Duphar Nezel
Para más información dirigirse al Apartado de Correos 12068 08080 Barcelona.
I Premio Fundación Pedro Barrié de la Maza Conde de Fenosa, a la mejor iniciativa para combatir la soledad de los mayores
Dotación: un premio de 2.000.000 de pesetas y dos accésit de 500.000 pesetas cada uno.
Fecha de presentación: hasta el 31 de julio de 1999.
Mas información: Fundación Pedro Barrié de la Maza, Conde de Fenosa. Cantón Grande, 9 - 5º. 15003 La Coruña. Tel.: 981 22 15 25. Fax: 981 22 44 48. http: //www.fbarrie.org.
Constitución del Grupo de Trabajo de Cuidados Paliativos de la SEGG
El pasado mes de junio de 1998, durante el L Congreso de la SEGG, se formalizó la creación del Grupo de Trabajo de Cuidados Paliativos, aprobando el documento constitutivo que marca sus objetivos, así como las razones de su creación. Fue promovido hace un año, según el reglamento de los grupos de trabajo de la SEGG, por sus componentes iniciales, más de cinco socios con experiencia asistencial en la medicina paliativa, abriéndose una vez formalizada su constitución en el citado Congreso, a todos los profesionales que de una forma u otra participen en el ámbito de la Medicina Paliativa (médicos, enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, organizaciones no gubernamentales, etc.). Siguiendo el citado reglamento, podrán ser miembros del grupo cualquier socio provisional o definitivo que lo solicite por escrito al coordinador del grupo.
Esperamos crear un marco favorable para desarrollar una mayor implicación de la Geriatría dentro de la Medicina Paliativa en dos sus aspectos, asistencial, docente y de investigación. Las solicitudes se podrán remitir a:
Dra. Lourdes Rexach Cano
Equipo de Valoración y Cuidados Geriátricos
Hospital Ramón y Cajal
Ctra. de Colmenar, km 9,1
28034 Madrid