Los ancianos que ingresan por fractura de cadera suelen ser pacientes geriátricos, que sufren un deterioro funcional, que solo recuperan el 40% a los 3 meses y el 80% al año1. Existen varios modelos de colaboración entre traumatología y geriatría para la asistencia de estos pacientes, tanto en la fase aguda como en la rehabilitadora. Con esta colaboración se ha demostrado mayor tasa de cirugía y más precoz, reducción de complicaciones y de mortalidad, mayor acceso a la rehabilitación, mejor situación funcional al alta, reducción de las estancias, de las interconsultas a otros especialistas y menos coste del tratamiento2.
Tras la fractura de cadera, un porcentaje que oscila entre el 20 y el 67% de los ancianos precisan de tratamiento rehabilitador en Unidades de Media Estancia, para intentar recuperar su situación funcional previa2–4. Realizamos un trabajo descriptivo para conocer el grado de deterioro funcional que sufren los ancianos al alta y a los 3 meses, tras sufrir una fractura de cadera y los recursos sociosanitarios disponibles al alta en la provincia de Ávila. Por otro lado, se pretende conocer en qué medida el paciente utiliza el recurso sociosanitario considerado como ideal por el Equipo de Valoración Geriátrica (EVG), formado por el geriatra, la enfermera y el trabajador social, utilizando la valoración geriátrica y el diagrama propuesto por González Montalvo para el correcto uso de los niveles asistenciales5. También se investigan los motivos por los que no se utilizan los recursos recomendados.
Se incluye a los mayores de 65 años, que ingresan en el hospital por fractura de cadera. Se recogen los datos epidemiológicos, clínicos, funcionales y sociales previos al ingreso, al alta y a los 3 meses. La edad media de los 49 pacientes fue de 84,9 años y el 79,2% eran mujeres. El 35,4% vivían solos o con pareja de similar edad y el 18,7% venían de residencias. La estancia media fue de 15 días. En el 25% de los casos intervienen los trabajadores sociales, utilizando residencia privada al alta el 27% de los pacientes. En el 22,9% de los casos, el EVG considera como ideal la Unidad de Media Estancia (UME), de la que no disponemos en nuestra provincia. Porcentajes de derivación a unidades de rehabilitación parecidas y mayores se han publicado en nuestro medio2–4. El EVG recomienda al 10,4% de los pacientes estancia temporal en residencia pública, pero no la utilizan porque no hay plazas en ese momento o porque solo las hay en otra provincia lejana. Hay un 20,8% de nuevas institucionalizaciones. En el trabajo de Ortiz4, a pesar de disponer de la UME, encuentran mayor porcentaje de pacientes que van a residencia después del alta en el grupo en que realizan una intervención multidisciplinar, respecto al grupo control. Sin embargo, en el trabajo de González Montalvo2, un 16,7% de pacientes del grupo intervención utilizaron residencias al alta cuando procedían de su domicilio, frente al 18,5% del grupo control. Esta variabilidad depende mucho de la disponibilidad de recursos y de la estructura sociofamiliar de cada zona geográfica. Encontramos una pérdida funcional media al alta de 33,3 puntos en el índice de Barthel, recuperando 12,6 puntos pasados 3 meses. Solo el 18,75% de los pacientes recuperan la puntuación de Barthel previa a la fractura pasados 3 meses. En otros centros donde disponen de recursos para rehabilitación, el 47% de los pacientes recuperan la capacidad de deambulación previa a la fractura a los 3 meses y el 43% recuperan la independencia previa en AVD4. En el estudio de Bachmann encuentran mayor recuperación funcional y menor estancia hospitalaria para el grupo de pacientes ortopédicos que utilizan una UME, respecto al grupo de rehabilitación general6. La mortalidad de nuestros pacientes en los primeros 3 meses es del 6,25 frente al 12,8% encontrado por Ortiz4 o cifras que oscilan entre el 5 y 24% según Todd7.
El estudio pone de manifiesto el alto porcentaje de pacientes que no utilizan el recurso sociosanitario recomendado por el EVG (58%) (fig. 1), en gran medida por no existir el recurso en la provincia (25%), o por no disponer de plazas en el momento que se necesitan (42,9%).
Los pacientes subsidiarios de utilizar estos recursos en nuestra área, optan por las residencias privadas, o su propio domicilio, a veces en situación precaria. Dado que las UME cuentan con un grado de recomendación A8 y, que en un reciente metaanálisis6 han demostrado mejoría funcional, prevención de ingreso en residencias y menor mortalidad, creemos que su desarrollo sería muy beneficioso para los pacientes que sufren dependencia aguda reversible. Este metaanálisis6 no ha encontrado datos suficientes que demuestren beneficio en términos de coste-eficacia de estas unidades. Sin embargo, en trabajos realizados en nuestro país, se encuentra que la estancia hospitalaria total (agudos y media estancia) se reduce entre un 199 y un 11%2 en el grupo donde interviene un equipo multidisciplinar de traumatología y geriatría, respecto al grupo que recibe el tratamiento habitual, a pesar de derivar más pacientes a unidades de media estancia.
ConclusionesPodemos evitar en gran medida la dependencia secundaria a la fractura de cadera ofreciendo recursos dirigidos a la rehabilitación de estos pacientes. De este modo podrán volver antes a su domicilio previo, evitar las complicaciones secundarias al inmovilismo y a largo plazo probablemente resultará menos costoso al no precisar de recursos sociales definitivos.