A principios de Julio, a punto de cumplir los 89 años, fallecía John Broklehurst, uno de los grandes de la geriatría británica. Parece obligado que desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología dediquemos unas líneas a glosar su figura como pequeño homenaje a quien, durante décadas, se convirtió en referencia obligada de aprendizaje para numerosas generaciones de geriatras españoles y, al hilo de ello, recordar algunos de los nombres que han dado razón de ser a nuestra existencia como geriatras.
El Prof. Brocklehurst (fig. 1) había nacido en 1924. Formó parte de la que cabría considerar como la segunda gran generación de maestros de la geriatría del Reino Unido. Una generación que tomó el relevo de los pioneros que inventaron la especialidad allá por los años 40 y 50 del siglo XX. Pienso en nombres como los de Marjory Warren, Lionel Cosin, Joseph Sheldon, Trevor Howell, Lawrence Sturdee, John Adams o Lord Amulree entre otros. Inmediatamente, y en parte superpuesta a la anterior, aparece y desarrolla su actividad creadora en las décadas siguientes la que puede ser calificada como segunda generación de grandes figuras británicas. Entre ellos, junto a Brocklehurst, Norman Exton-Smith, Ferguson Anderson, John Pathy, John Doll, John Williamson, Bernard Isaacs o John Grinley-Evans, casi todos ellos ya fallecidos. Son nombres que, tal vez, no digan demasiado a las actuales generaciones de geriatras españoles, pero que cimentaron las bases de la especialidad, crearon doctrina, sirvieron de referencia para lo que ha constituido el desarrollo posterior de la geriatría y, sin duda, merecen el tributo continuado de quienes nos hemos dedicado al mundo apasionante de la salud del anciano.
La generación de Brocklehurst, además de haberse sumado a la tarea de continuar elaborando las bases doctrinales de la especialidad merece ser reconocida por la enorme actividad docente desplegada. Ellos introdujeron la geriatría en la Universidad, crearon y coparon las primeras cátedras, hicieron escuela y publicaron los que, sin ningún tipo de exageración, pueden ser considerados como primeros libros modernos de texto dedicados a la enseñanza de la doctrina geriátrica.
La obra científica y docente del Prf. Brocklehurst es extraordinariamente rica, con aportaciones originales muy importantes sobre la incontinencia urinaria, un campo que fue de los primeros en abordar, las caídas y la inestabilidad, las alteraciones óseas y, a otro nivel, con numerosos iniciativas en el campo de la organización asistencial. Además de un gran clínico fue uno de los pioneros de la investigación gerontológico y, en este sentido, estableció en 1974 una «Unit for Biological Aging Research». Sin embargo lo que le ha proporcionado un reconocimiento universal fue el que, sin ninguna exageración, cabe reconocer como primer gran texto moderno de geriatría del que, en mayor o menor medida, hemos alimentado nuestros conocimientos todos los geriatras posteriores. La primera edición del Brocklehurst, aparecida en 1973, bien concebida en su planificación y tremendamente didáctica, tuvo de inmediato una enorme difusión lo que ha permitido llegar en 2010 a la séptima y, por ahora, última edición de la obra. Algunas de sus ediciones fueron traducidas al español.
La docencia, su primera y principal actividad, la desarrolló como catedrático de la especialidad durante un par de décadas en el Hospital Universitario del Sur de Manchester (el hospital Withington). Tras su jubilación oficial en 1989 se mantuvo activo durante una década más como director asociado de la unidad de investigación del «Royal Collage of Physicians» londinense. Y así ha seguido activo hasta que, en los últimos años de su vida, las secuelas de diferentes problemas de salud fueron limitando sus capacidades físicas.
Sus vínculos con España fueron numerosos y se establecieron por diferentes vías. Evidentemente, la más importante, la de la docencia a través de las sucesivas ediciones de su libro. Pero también por haber acogido para rotar por su servicio a numerosos residentes procedentes nuestro país. Además, conoció y fue amigo personal de algunos de los geriatras españoles de su generación, acudió como ponente a varios congresos de la SEGG y en 1998, con motivo de las bodas de oro de nuestra sociedad, fue nombrado socio de honor de la misma. Todo ello le hace acreedor de nuestro reconocimiento y debe servirnos de estímulo y modelo para continuar la obra a la que él dedicó su vida.
