Existe una tendencia a la institucionalización de los ancianos, motivada fundamentalmente por la incorporación de la mujer al mundo laboral, ya que es esta la que tradicionalmente se ha encargado de su cuidado1. Con todo esto es probable que el número de personas que vivan en las residencias de mayores sea cada vez más elevado con el paso de los años.
Presentamos un estudio transversal sobre los ancianos institucionalizados en las residencias de la comarca del Abadengo en la provincia de Salamanca.
La sintomatología depresiva se valoró utilizando la versión de 5 ítems de la Geriatric Depression Scale (GDS)2 considerando como punto de corte 2. Para la valoración del estado cognitivo se utilizó la versión española del Short Portable Mental Status Questionnarie de Pfeiffer3. La capacidad funcional en actividades de la vida diaria (AVD) fue valorada mediante el índice de Barthel4. Se registraron las principales enfermedades, así como el número de medicamentos consumidos y la utilización de los servicios médicos.
Se analizan los datos correspondientes a una muestra de 87 personas. El 43,7% de los encuestados fueron varones y el 56,3% mujeres. La edad media fue de 86,37±8,12 años. Al igual que ocurre en otros estudios5,6 la mayoría de los encuestados son viudos (66,7%) o solteros (25,3%), su nivel de instrucción es muy bajo, aproximadamente un 80% no tiene estudios primarios y un 8% no sabe leer ni escribir.
En la tabla 1 se muestran los resultados de las características autodeclaradas. En relación al estado de salud percibida, nuestro estudio refleja un porcentaje de un 73,6% de personas que declaran una salud regular, mala o muy mala, siendo este porcentaje notablemente superior al encontrado en otros estudios5,7. El 59,8% refiere dolor diario en los últimos 7 días.
Características autodeclaradas según sexo
Total (%) | Varones (%) | Mujeres (%) | Valor de p | |
Salud autovalorada | 0,08 | |||
Buena | 26,4 | 21,1 | 30,6 | – |
Regular | 37,9 | 44,7 | 32,7 | – |
Mala | 28,7 | 21,1 | 34,7 | – |
Muy mala | 6,9 | 13,2 | 2,0 | – |
Dolor (en los últimos 7 días) | 0,24 | |||
No he tenido | 4,6 | 2,6 | 6,1 | – |
Una vez | 5,7 | 10,5 | 2,0 | – |
Cada 2-3 días | 29,9 | 34,2 | 26,5 | – |
Todos los días | 59,8 | 52,6 | 65,3 | – |
Dificultad en la vision | ||||
Leer | 56,3 | 52,6 | 59,2 | 0,54 |
Reconocer personas | 25,3 | 26,3 | 24,5 | 0,85 |
Dificultad en la audición | 48,3 | 47,4 | 2,0 | 0,88 |
Un 41,4% de los residentes fue trasladado a urgencias al menos una vez en los 12 últimos meses, mientras que un 29,9% había tenido algún ingreso hospitalario en este mismo periodo de tiempo.
Entre las enfermedades crónicas más prevalentes se encuentran la hipertensión (77%), las enfermedades osteoarticulares (77%), la depresión (57,5%), y la cardiopatía isquémica (56,3%). En cuanto a las diferencias entre varones y mujeres, destacan la hipertensión (el 65,8% de los varones y el 85,7% de las mujeres; p<0,05), los tumores (el 23,7% de los varones y el 4,1% de las mujeres; p<0,05) y las enfermedades osteoarticulares (el 63,2% de los varones y el 87,8% de las mujeres; p<0,05).
El número medio de enfermedades fue de 4,54±1,78 (rango: 1-8) y el número medio de fármacos consumidos en los últimos 7 días fue de 6,26±2,62 (rango: 0-13). Se encontró relación estadísticamente significativa entre el número de fármacos consumidos y el número de enfermedades padecidas. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre los varones y las mujeres en cuanto al número de enfermedades padecidas y el número de fármacos consumidos. El número medio de fármacos es notablemente superior a la hallada por Damián et al.8 y quizá sea atribuible a la mayor edad de los ancianos de nuestro estudio.
En relación con la capacidad funcional, el índice de Barthel medio fue de 67,18 puntos (77,37 en los varones y 59,29 en las mujeres; p=0,007). Un 10,3% presentó dependencia total, un 29,9% dependencia severa, un 26,4% dependencia moderada, un 9,2% dependencia escasa y un 24,1% independencia. Al igual que en otros estudios6 las actividades con un mayor nivel de dependencia son: subir y bajar escaleras (65,52%) y lavarse (64,37%), seguidas de la necesidad de ayuda para la deambulación (58,6%) y transferencias (50,6%), mientras que la alimentación fue la actividad más preservada (88,51%). Se encontró asociación estadísticamente significativa entre el índice de Barthel y el número de enfermedades padecidas (p<0,01).
Un 67,7% de los ancianos presentaban depresión, sin diferencias significativas entre los varones y las mujeres.
El número de errores medio en el cuestionario de Pfeiffer fue de 3,55±3,28. Un 48,3% de los ancianos no presentaban deterioro cognitivo, un 39,1% tenían deterioro leve-moderado, y un 12,6% presentaban deterioro severo. No se encontraron diferencias significativas en el nivel de deterioro cognitivo entre los varones y las mujeres.
En conclusión, el perfil predominante de los ancianos de nuestro trabajo es el siguiente: perciben su salud como regular o mala, tienen problemas sensoriales, dolor diario, deterioro cognitivo leve o moderado, depresión y dependencia moderada o severa.
Queremos agradecer su colaboración a los mayores que tan amablemente nos han dedicado su tiempo, a las instituciones que han participado en el estudio y como no podía ser menos a los profesionales de las mismas por la ayuda que nos han prestado.