Objetivos: Exponer cuatro casos de ancianos clasificados como terminales en el servicio de urgencias (SU) e ingresados en planta con el plan de «sedación paliativa».
Métodos: Se presentan cuatro pacientes con edades entre 71 y 94años que ingresan desde urgencias desestimados para tratamiento activo. A su ingreso en nuestra unidad de agudos se retiró la sedación paliativa dada la mejoría clínica objetivada.
Resultados: Mujer, 94 años, con diagnóstico en el SU de infarto agudo de miocardio KillipIII. Dada la inestabilidad cardiorrespiratoria, se inició sedación paliativa. En planta se objetivó mejoría clínica, retirándose la sedación e iniciándose tratamiento médico conservador. Fue dada de alta a los 15días. Transcurridos 5meses, permanece asintomática y preserva su funcionalidad.
Varón, 92 años, diagnosticado en el SU de hematoma subdural tras traumatismo craneoencefálico. Debido a su situación neurológica se inició sedación paliativa, que fue retirada dada la favorable evolución clínica y radiológica. El paciente fue sometido a intervención quirúrgica, siendo dado de alta a los 14días. Tras 5meses, mantiene un índice de Barthel de 100.
Mujer, 87 años, diagnosticada en el SU de sepsis severa de origen respiratorio. Dada la presencia de shock séptico y su antecedente de carcinoma endometrioide activo, se inició sedación paliativa, que fue retirada ante la evolución clínica favorable. Fue dada de alta a la semana. Tras 2meses se encuentra en seguimiento por Cuidados Paliativos, permaneciendo confortable y en situación estable.
Mujer, 71 años, diagnosticada en el SU de perforación intestinal. Dada la severidad del cuadro, se inició sedación paliativa. En planta se retiró la sedación y se inició tratamiento antibiótico, con óptima evolución clínica y radiológica. Fue dada de alta a los 42días. Tras 2meses, permanece asintomática.
Conclusiones: Los SU no parecen ser el dispositivo más apropiado para calificar a un paciente anciano como frágil por la patología aguda por la que acude a urgencias. La elevada presión asistencial y la dificultad para realizar una valoración geriátrica integral en las condiciones adecuadas hacen que debamos ser especialmente cautos a la hora de etiquetar a un paciente como terminal y únicamente subsidiario de tratamiento paliativo.