Hemos leído con mucho interés el artículo de Vallejo-Maroto et al.1 en el que se expone el concepto de valoración integral y multidimensional del anciano (VIMA). Dada la evidente similitud con el de valoración geriátrica integral (VGI), y dado que se excluye la palabra y el concepto de «Geriatría» a lo largo del texto, queremos compartir con los lectores de la Revista Española de Geriatría y Gerontología algunas ideas al respecto, ya que no se ha facilitado la publicación de las mismas en la revista que originalmente publicó el artículo al que nos referimos.
La denominada VIMA expuesta por los autores tiene evidentes similitudes con la propuesta por L. Rubenstein en 1987, definida como «un proceso diagnóstico multidimensional e interdisciplinar, dirigido a identificar y cuantificar problemas médicos, evaluar la función física, mental y social, proponer planes globales de tratamiento y optimizar la utilización de los recursos asistenciales, así como su ubicación»2 y su eficiencia ha quedado probada de manera repetida en la literatura médica3,4.
Desde el año 1978, fecha del reconocimiento oficial de la especialidad de geriatría, la VGI ha sido la principal herramienta de manejo clínico. Hemos sido criticados previamente, incluso ridiculizados, por utilizar diferentes escalas de valoración que, actualmente, son esenciales en la valoración y manejo clínico de cualquier adulto mayor. Del mismo modo, el concepto de fragilidad, largamente denostado, es ahora una de las principales estrategias de actuación tanto para su reversión como para la prevención de la discapacidad y dependencia, y gracias a la implementación de la VGI se ha modificado el paradigma de la hospitalización tradicional5, extendiéndose de manera transversal a numerosas especialidades6. Así, los propios autores utilizan referencias que desde hace décadas sustentan la VGI y la esencia de la geriatría, evitando a lo largo de todo el texto -a nuestro parecer- como si fuera un tabú la utilización de dicha palabra: «geriatría», sin reconocer la larga trayectoria de un buen número de profesionales a lo largo del último siglo.
Lejos de pretender iniciar cualquier polémica como las que suelen acarrear este tipo de documentos e intercambios epistolares, y reconociendo tanto el momento histórico como la ocasión única que en estos momentos tiene la Medicina Interna en España, en beneficio de todas las personas mayores creemos que es fundamental más que nunca la colaboración entre todas las especialidades que les atienden. Ya no se presentan, como antaño, posibles conflictos que eventualmente podrían surgir por la escasez de oportunidades laborales. Actualmente el paciente mayor es la norma en nuestros sistemas de salud, y la cooperación de todos los profesionales vinculados a este sector poblacional se hace prioritaria.
Como ya hemos hecho en el pasado7, tendemos nuevamente la mano a nuestros compañeros y excelentes profesionales internistas para compartir ideas, proyectos, evidencias y toda la ciencia y arte médico que el inexorable paso del tiempo ha permitido acumular. Creemos que este es el camino correcto, probablemente el único, si el verdadero interés es el beneficio de las personas mayores.